El operador de la accidentada central nuclear de Fukushima anunció hoy que ha terminado de instalar la maquinaria para generar un «muro de hielo» bajo el suelo de la planta que evite la acumulación de agua contaminada y los vertidos al mar.

El anuncio coincide con la visita este miércoles de un grupo de medios extranjeros a la central en la que se hará un balance del proceso de desmantelamiento de la planta cuando falta un mes para que se cumplan cinco años del accidente nuclear.

La creación del muro de hielo, una de las medidas claves para solucionar uno de los principales problemas de este proceso, depende ahora de la aprobación de la Autoridad de Regulación Nuclear (NRA), según explicó Tokyo Electric Power (TEPCO) en un comunicado.

La NRA deberá certificar que la operadora y propietaria de Fukushima es capaz de gestionar correctamente este sistema sin provocar fugas adicionales de agua radiactiva en las instalaciones.

Para generar el muro se han insertado en la tierra, alrededor de los cuatro reactores de la planta afectados por el terremoto y tsunami de 2011, más de 1.500 tuberías hasta una profundidad de unos 30 metros.

A través de estas tuberías se inyectará una solución salina a una temperatura de menos 30 grados que congelará la tierra en contacto con las canalizaciones y creará así una barrera helada que debería evitar que las aguas subterráneas penetren en las estructuras de los edificios.

El objetivo es lograr que no aumente el volumen de agua radiactiva que se acumula en los sótanos de los edificios y que se filtre después por efecto del rebalsamiento al océano Pacífico

Esta tecnología se ha utilizado previamente en la construcción de túneles junto a costas o ríos o en zonas con abundantes acumulaciones de agua subterránea.

En 2013 el Gobierno japonés acordó asumir el coste de este proyecto para evitar que los cientos de toneladas que se acumulan diariamente en los reactores vayan después a parar al mar.

Desde abril de 2015, TEPCO ha realizado varias pruebas en el determinados tramos del muro para hacer circular el líquido en las tuberías.

El accidente de Fukushima se considera el peor desde el de Chernóbil (Ucrania) en 1986.

Las fugas y vertidos resultantes aún impiden que miles de personas que vivían junto a la central puedan regresar a sus casas, y han afectado gravemente a los a la agricultura, la pesca y la ganadería local.