El pasado 21 de enero, los diputados recientemente elegidos en Honduras debían nombrar una Comisión Directiva provisional para el Congreso Nacional que presidiría la sesión de este domingo 23, en la cual se votaría por la junta definitiva. Sin embargo, el acuerdo preelectoral que definía que el próximo presidente del Congreso debía ser escogido por uno de los partidos minoritarios de la coalición ganadora, fue desconocido por una parte de la bancada parlamentaria electa del partido mayoritario de la coalición, el Partido Libre. Esto ha generado una crisis política en el seno de la coalición que gobernará el país, a días de la asunción de la nueva presidenta, Xiomara Castro.

El acuerdo preelectoral entre el partido Libertad y Refundación (Libre), Unidad e Innovación Social Demócrata (PINU-SD) y Partido Salvador de Honduras (PSH), del elegido vicepresidente Salvador Nasralla, definía que el PSH nombraría al presidente del Congreso Nacional a cambio de que este renunciara a su propia candidatura a la presidencia y se sumara a la fórmula como vicepresidente.

Ante el resultado que dio como amplio ganador al partido Libre, sus líderes propusieron de común acuerdo con Nasralla —previo a la sesión del 21—, al diputado Luis Redondo, del Partido Salvador de Honduras (PSH), como presidente del legislativo. Sin embargo, en la elección provisional del 21 de enero, 20 de los 50 diputados electos de Libre se rebelaron contra el mandato partidario y votaron, con el muy sospechoso aporte de los 44 diputados del todavía oficialista Partido Nacional (PN) y de casi todos los legisladores del alicaído Partido Liberal (PL), por el diputado de Libre, Jorge Cálix.

Inmediatamente, los diputados rebeldes fueron expulsados del partido. Esto, sin embargo, no evitó que el domingo 23, cuando se debía realizar la elección definitiva y ante la vigilia mantenida por la militancia de Libre en el Congreso Nacional para evitar la elección, los disidentes, y quienes los apoyaban, se reunieran en el club recreativo Bosques de Zambrano, a pocos kilómetros de la capital y escogido como lugar sustituto para llevar adelante la sesión.

En tanto, en el edificio del Congreso, 32 diputados de Libre (dos rebeldes desertaron de su posición anterior), junto a los del PSH y el PINU-SD y unos pocos liberales, sesionaron con la presencia de varios diputados suplentes, votando su propia Junta Directiva, con Luis Redondo a la cabeza.

Tras los sucesos, la jefatura del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas emitió un comunicado de apoyo a la constitucionalidad, garantizando la asunción del mando de Xiomara Castro. En tanto, el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP), al igual que la embajada de Estados Unidos, llamó al diálogo.

Desde el Partido Nacional, acusado como artífice de la turbia maniobra, hubo un silencio casi absoluto, mientras que Yani Rosenthal, excandidato liberal y exconvicto por lavado de dinero del narcotráfico, aplaudió la decisión de la mayoría de la bancada de su partido. Lo concreto es que son pocos los sectores que apoyan decididamente a Cálix y su grupo, pues la gran mayoría de los estamentos de la sociedad se manifiesta por el diálogo y en apoyo a Xiomara Castro como presidenta.

¿Y ahora qué?

De acuerdo con la mayoría de los analistas locales, quien gana tras todo este escándalo es Xiomara Castro, porque, si bien desde el punto de vista legal, la comisión presidida por Cálix sería la legalmente constituida, aunque no todos están de acuerdo, el eje de ahora en más pasa por lo político.

En primer lugar, la futura presidenta tiene el apoyo explícito de las Fuerzas Armadas, lo cual, sumado al control de la Policía Nacional, le permitirá “proteger” el edificio del Congreso. Aunque no se llegue a ello, quien recibiría las “llaves” del Palacio Legislativo sería la comisión conducida por Luis Redondo, pudiendo, por lo tanto, ingresar a él. Además, la presidenta dispondrá de los fondos destinados al funcionamiento del Congreso Nacional, a través de la Secretaría de Finanzas, los cuales entregaría a la comisión presidida por Luis Redondo.

Por otro lado, para que la Junta Directiva presidida por el díscolo Jorge Cálix se confirme, su nombramiento debe ser publicado en la Gaceta oficial, cuya sede está actualmente ocupada por sindicalistas afines a Xiomara Castro, que impiden al actual gobierno completar su maniobra. Incluso, aunque el todavía partido oficialista lo publicara, sería cuestión de horas para que el nuevo gobierno lo anulara.

Más allá de estas supuestas maniobras, constitucionalmente quien debería decidir es la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), dominada por el presidente saliente, Juan Orlando Hernández, a quien se acusa de estar detrás de toda esta maniobra, con el objetivo de evitar caer en manos de la Justicia. La cuestión pasa por saber hasta dónde llegarán esos jueces, pues han sido fieles servidores del poder que se va, pero, ¿lo seguirán siendo? En cuanto a los integrantes del Ministerio Público, también favorecedores de la impunidad actual, podrían, de mantenerse fieles al mandatario saliente, ser destituidos por un nuevo congreso afín a Xiomara Castro.

El rol de Estados Unidos en la crisis hondureña

En cuanto al apoyo de las Fuerzas Armadas, se especula que hay un guiño de Estados Unidos detrás. Castro tiene legitimidad, por lo cual Washington no irá en su contra, salvo que sus políticas vayan en contracorriente a sus intereses, lo cual no parece probable por ahora. De hecho, el mensaje del partido Libre a Washington, inclusive antes de las elecciones, fue que de alcanzar el gobierno se centraría en la lucha anticorrupción y en mejorar la economía. Dos aspectos centrales, ya que son las principales causas de la emigración masiva.

Una clara señal de Estados Unidos será el accionar de su sistema judicial respecto al narcotráfico, y una persecución inmediata contra el presidente saliente y sus secuaces sería entendida como una señal de apoyo indirecto a Castro. Por ello, Kamala Harris no ha cancelado su visita al acto de asunción, otro signo de apoyo.

Para Estados Unidos la estabilidad de Honduras es fundamental, ya que las constantes crisis se han traducido en salidas masivas de migrantes irregulares. Además, siendo Honduras el único país en el Triángulo Norte con el que podría contar, se infiere que la potencia del norte, tan influyente en la región, no permitirá acciones desestabilizadoras. Pero, claro, esto es Centroamérica, ferviente cultora del realismo mágico, así que a observar con atención porque todo puede pasar.

*Dardo Justino Rodríguez es Analista, comunicador y consultor independiente de organismos y organizaciones internacionales. Director nacional de Presagio Consulting Honduras.

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