Un nuevo informe de la Misión de Asistencia de la Organización de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA, por sus siglas en inglés), señaló que tras la firma del acuerdo de paz entre Estados Unidos y los talibanes, promovido por el presidente Donald Trump, las bajas civiles en territorio afgano han ido en aumento. Aunque se creía que con el pacto entre las dos partes la nación vería una desescalada de la violencia, la muerte ha sido más pronunciada que en periodos similares registrados en años anteriores.

Las víctimas civiles atribuidas a los talibanes fueron 208 en abril de 2020, lo que representó un aumento del 25% respecto al mismo periodo de 2019. Mientras que las fuerzas de seguridad nacional afganas fueron responsables de 172 muertes de civiles, un aumento del 38% en comparación con abril de 2019, y un 37% más que en marzo del presente año. Aunque estos son datos provisionales y están sujetos a una revisión adicional por parte de la ONU, han prendido las alarmas dentro de la organización, pues temen un recrudecimiento de la violencia en este país que ya cumple cerca de dos décadas devastado por la guerra.

“Las Naciones Unidas están profundamente preocupadas tanto por el aumento del daño civil como por el notable deterioro del respeto de las partes por el derecho internacional humanitario, demostrado por los recientes ataques impactantes a las instalaciones de salud y las amenazas a los trabajadores de la salud, la falta de tomar todas las precauciones posibles en la realización de ataques aéreos y el uso de grandes cantidades de explosivos en zonas pobladas por civiles”, apuntó la Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán en un comunicado desde Kabul.

Tras el acuerdo firmado en Doha por el gobierno de Donald Trump y los talibanes, que exigía el cese de las operaciones ofensivas entre las dos partes, se han presentado varios incidentes en los que los principales afectados son los civiles. El presidente afgano, Ashraf Ghani, ordenó a sus fuerzas que pasaran de la defensiva a la ofensiva la semana pasada, luego del brutal ataque registrada en una sala de maternidad en Kabul donde murieron decenas de madres y por lo menos dieciocho neonatos. Aunque ningún grupo ha asumido la responsabilidad de este ataque, los funcionarios del gobierno afgano culpan a los talibanes. Por otro lado, miembros del gobierno estadounidense aseguran que se trató de un ataque perpetrado por miembros del Estado Islámico.

“Pido que se detengan los combates y que las partes respeten el derecho humanitario que existe para proteger a los civiles. Las partes se han comprometido a encontrar una solución pacífica y deberían proteger la vida de todos los afganos y no poner en peligro la esperanza de la gente de poner fin a la guerra», dijo Lyons, quien también es jefe de la UNAMA. Las negociaciones de paz intra afganas deben comenzar lo antes posible”, dijo Deborah Lyons, Representante Especial del Secretario General para Afganistán.

Naciones Unidas ha instado a las partes a detener también la “guerra de palabras” que no ha ayudado que los afganos comiencen a trabajar por negociaciones para la paz interna. En las últimas semanas, las acusaciones entre ambos lados y el tono beligerante tanto de talibanes como del gobierno de Ghani han añadido leña al fuego, desempeñando, según el organismo internacional, un “papel negativo e inútil” en la búsqueda por la paz y la estabilidad.

En 2019, Afganistán experimentó un periodo récord de bajas civiles a medida que las conversaciones de paz entre Estados Unidos y los talibanes ganaban fuerza. Según Naciones Unidas, más de 3.400 civiles fueron asesinados, y casi 7.000 quedaron heridos por los enfrentamientos.