El cielo volvió a lucir azul el jueves en Pekín, tras seis días de un episodio de contaminación que afectó a un tercio de la población china y desencadenó una alerta roja en las grandes ciudades del norte del país. La llegada de vientos fríos permitió disipar la nube tóxica, según la Oficina Nacional Meteorológica.

Desde el 16 de diciembre, la capital, así como 27 otras grandes ciudades del norte de China, decretó una «alerta roja», que activó medidas de urgencia como el cierre de escuelas, la parada o reducción de la producción en las fábricas, la circulación alterna o la interrupción de obras. Centenares de vuelos fueron anulados debido a la falta de visibilidad.

La alerta roja fue finalmente levantada este miércoles por la noche en Pekín. La nube tóxica se extendió sobre una superficie total de 1,88 millones de km2, subrayó la agencia Xinhua, es decir, más del triple de la superficie de Francia.

Unos 460 millones de personas se vieron afectadas, según Greenpeace. La contaminación atmosférica está causada principalmente por la combustión de carbón utilizada para la calefacción o la producción de electricidad, una demanda que aumenta en invierno.