Como jugador vistió la camiseta de Barcelona, Sporting de Gijón y de su rival por el título de la Liga española este sábado, Real Madrid. Era un volante con marca y salida. Tal vez así sea como entrenador. Recio pero inteligente, terco pero contundente, poco sonriente frente a los micrófonos pero eficaz en la raya, o, al menos, desde que arribó al primer equipo blaugrana.
Antes de esto, dirigió el equipo filial, previo a partir hacia la Roma, en donde buscaban un estilo ofensivo y que diera espectáculo. Eso sí que daba. Los partidos de sus dirigidos en la Serie A se protagonizaban por estar plagados de goles. Marcaban muchos y recibían otros cuantos, por lo que su ciclo no finalizó en buen puerto.
Fugaz paso por el Celta de Vigo y su destino encontró la alegría con nombre de Fútbol Club Barcelona, con el que estuvo a tiro de igualar la marca del legendario Pep Guardiola: seis títulos en una temporada, ganar todo lo que se juega. En la 2014/15 se consagró en la Liga BBVA, la Uefa Champions League, la Copa del Rey, la Supercopa de Europa y en diciembre anterior se quedó con el Mundial de Clubes en Japón. Solo perdió la final de la Supercopa de España.
Y aunque la 2015/16 ha estado plagada de matices, de altibajos, acaba de alcanzar su segundo campeonato español consecutivo, luego de un abril oscuro en que se dio el génesis de la debacle en la Liga de Campeones, en la que quedaron eliminados a manos del Atlético, además de la angustiosa pérdida de la ventaja que se tenía con respecto a los del ‘Cholo’ Simeone y a Real Madrid. Por eso, tuvo que esperar hasta la jornada final para gritar ¡Campeón! Esta indescriptible expresión la puede repetir Luis Enrique el próximo domingo 22 mayo, cuando enfrente a Sevilla, en el estadio Vicente Calderón de Madrid, por la final de la Copa del Rey.
“Si no les gusta mi estilo, me importa un bledo”, manifestó Luis Enrique a la prensa, que tanto le ha criticado, tras la derrota ante el Valencia, que por ese entonces confirmaba el bajón de rendimiento de Barcelona y que ponía en peligro la Liga. “Se puede quedar sin nada esta temporada”, se decía en la prensa y en el ambiente futbolístico. Sin embargo, este sábado demostró que sus dirigidos y él son seres humanos que pueden errar pero que el trabajo termina dando sus frutos.
En el olvido queda un duelo de Barcelona en San Sebastián, contra Real Sociedad, en la primera temporada de Luis Enrique como DT culé, en el que dejó a Messi en el banco y las versiones manifestaban que dejaría pronto el cargo de entrenador porque no se la llevaba bien con el crack argentino.
Con 46 años, Luis Enrique, no rompió con el legado de Guardiola y más atrás de Johan Cruyff, de un fútbol lírico, que emocione al público y busque siempre el arco contrario.