El autor del atentado contra el autobús del equipo de fútbol de Dortmund en abril no quería matar a nadie, afirmó este jueves su abogado en la apertura de su juicio por múltiples intentos de asesinatos.

El germano-ruso Sergej W. es sospechoso de haber tratado de matar el mayor número posible de jugadores del Borussia Dortmund, provocar una caída del valor del club en la bolsa y enriquecerse con operaciones a término en la que había apostado a una baja del valor de las acciones.

Los abogados de Sergej, quien en esta primera jornada de audiencias no habló, han tratado de conseguir la declinatoria del juicio «por sospecha legítima», acusando a la fiscalía de haber transmitido documentos acusatorios a la prensa.

La defensa quiere demostrar que el acusado, que podría ser condenado a cadena perpetua por 28 intentos de asesinato, no tenía intención de matar.

Para ello recuerda que las bombas apenas alcanzaron su blanco el 11 de abril cuando detonaron al paso del autobús del Borussia que se dirigía a su estadio para disputar un encuentro de Liga de Campeones contra el Mónaco.

El abogado Carl Heydenreich, que defiende al germano-ruso de 28 años, aseguró además que el entorno de Dortmund no es apropiado para una justicia serena. «La población no se identifica de tal manera con su equipo de fútbol en ninguna otra gran ciudad de Alemania», dijo.

De hecho, el acusado está detenido en la prisión de Bochum, a unos 30 minutos de autopista de Dortmund, según la televisión alemana NTV. La justicia renunció a encarcelarlo ahí por motivos de seguridad, ya que numerosos presos también son aficionados al Borussia.

‘Un jugador solo ante la portería’

Las investigaciones revelaron que había pedido un préstamo de 50.000 euros para sus operaciones financieras. El hombre había comprado opciones de venta («put options») apostando por la caída de los precios de la acción del Borussia, con un vencimiento para el 17 de junio de 2017.

Justo después del atentado, la investigación se orientó en principio hacia la pista de terrorismo islamista, basándose en cartas dejadas en el lugar por el autor. Después hacia las pistas de la extrema derecha y de la extrema izquierda alemanas.

Finalmente, la policía llegó hasta el joven, que había residido en el hotel de los jugadores del Dortmund el día de los hechos.

Los tres artefactos explosivos llenos de varillas metálicas, escondidos en un seto, estaban mal colocados y dejaron solo dos heridos, el defensa español Marc Bartra, lesionado en la muñeca por los cristales que estallaron, y el policía que escoltaba en moto el autobús que sufrió una lesión auditiva.

Uno de los clavos expulsados por la explosión se incrustó en el reposacabezas del asiento que ocupaba Bartra. El jugador español se salvó de la muerte por unos pocos centímetros, según los expertos.

Heydenreich pareció querer sacar provecho de estos hechos para demostrar que su cliente no tenía una intención criminal. «Se demostró que sólo un pedazo de metal alcanzó el autobús. Cuando un jugador que está solo ante la portería vacía no marca, hay que preguntarse: ¿No pudo o no quiso?», declaró ante la prensa antes de la apertura de las deliberaciones.

El abogado del Borussia Dortmund Ulf Haumann criticó «la falta de tacto» de esa comparación. «Los pasajeros del autobús temieron por su vida. El Borussia condena firmemente esas palabras».