El presidente electo francés, Emmanuel Macron, abocado de lleno en la formación de su gobierno, recibió el apoyo para los comicios legislativos de junio del exprimer ministro socialista, Manuel Valls, un signo de la transformación del paisaje político francés.

El joven presidente centrista y proeuropeo debe juntar personalidades de la derecha y de la izquierda moderadas para intentar construir una mayoría parlamentaria y aplicar sin frenos sus prometidas reformas.

«Un rompecabezas», resumió el martes el periódico Le Parisien. Ya que a pesar de su clara victoria frente a la extrema derecha, el domingo, con 66% de los votos, Macron, de 39 años, estará al frente de un país fracturado y dividido.

Los partidos tradicionales, que durante décadas predominaron en la arena política francesa, Los Republicanos (derecha) y el Partido Socialista, esperan su revancha en las legislativas del 11 y 18 de junio.

Las dos formaciones se reúnen en cónclaves el martes por la tarde para definir su estrategia frente al nuevo presidente. ¿Respaldarlo con condiciones, colaborar puntualmente u oponerse frontalmente?, es la gran interrogante.

Deben asimismo cerrar filas luego de que varios de sus miembros parecen tentados de unirse a La República en Marcha, el nuevo partido creado por Macron.

El socialista Manuel Valls, primer ministro entre 2014 y 2016 que tenía a Macron como su ministro de Economía, suscitó olas este martes al anunciar que respaldaba totalmente al nuevo presidente.

«Este Partido Socialista está muerto, está atrás», afirmó Valls que representa el ala derecha del PS, y que había dado su apoyo a Macron frente al candidato investido por su partido en esta elección presidencial.

«Voy a ser candidato de la mayoría presidencial y quiero inscribirme en ese movimiento», dijo el exprimer ministro, asegurando que no iba a «renegar de 30 años» de vida política y que se sigue considerando un «hombre de izquierda» y un «socialista».

– Valls complica a Macron –

En los extremos del tablero político, el Frente Nacional (FN), de Marine Le Pen, que obtuvo 34% de los votos el domingo, y el movimiento Francia Insumisa, del tribuno de la izquierda radical Jean-Luc Melenchon (con 19,5% de los votos en la primera vuelta) esperan que estos resultados se traduzcan en las urnas en las legislativas.

Frente a los múltiples adversarios, está el movimiento del centrista que se organiza para los comicios.

Este movimiento creado hace un año, sin una red local, fue rebautizado «La República en Marcha». El jueves anunciará los nombres de sus 577 candidatos a las legislativas.

Las últimas definiciones se anuncian delicadas, entre promesas de renovación -50% de los candidatos no deben haber tenido cargos electivos anteriores- y eficacia.

En este contexto, la oferta de Manuel Valls complica al joven movimiento.

«Primero tiene que hacer acto de candidatura», respondió Christophe Castaner, un portavoz de Macron, subrayando que serían las instancias del movimiento las que elegirán a los candidatos.

El presidente electo tiene además otra prioridad. Debe escoger un primer ministro capaz de unir al país. Macron anunciará su decisión luego de la investidura que será el domingo de mañana en el Palacio del Eliseo.

El presidente electo fue felicitado por varios dirigentes europeos y de todo el mundo, pero recibió asimismo una advertencia de la Comisión Europea que le reclamó que Francia respete sus compromisos en materia de reducción del déficit.

El lunes, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, instó a Macron a reducir el gasto público, juzgando que su nivel actual era insostenible a largo plazo.

«Nos enfrentamos con Francia a un problema particular, los franceses gastan demasiado dinero y gastan en mal lugar», declaró Juncker a la prensa en Berlín.