La muerte de George Floyd a manos de la policía el pasado 25 de mayo en Minesota ha generado una ola de indignación que se ha esparcido a lo largo y ancho de Estados Unidos. Protestas, manifestaciones y algún que otro disturbio se han presentado en varios puntos del país en la última semana, al tiempo que se intensifican las críticas al presidente Donald Trump por su gestión de esta situación.

La actitud de Trump frente a las manifestaciones, que de acuerdo con cifras de la prensa estadounidense ya han dejado más de 4.000 detenidos, ha sido cuestionada por los manifestantes, sus opositores, e incluso hasta por miembros de su propio gobierno. La posición beligerante del mandatario le ha causado también el rechazo de figuras muy respetadas del Partido Republicano, como el general Jim Mattis, quien acusó a Trump de «querer dividir a la nación».

Pero a estas voces también se le sumaron las de tres de sus antecesores en la Casa Blanca, algo que en la política estadounidense no suele ser común.

Los expresidentes demócratas Barack Obama, Bill Clinton y Jimmy Carter, y el republicano George W. Bush, salieron de sus respectivos retiros para opinar, sin referirse directamente a la actual administración, sobre la situación de orden público que vive Estados Unidos estos días.

El expresidente Barack Obama (2009-2017) celebró el miércoles el «cambio de mentalidad» de los estadounidenses que se manifiestan contra el racismo y la violencia policial, y dijo que todo esto podría conducir a reformas a nivel nacional.

«Es muy importante que aprovechemos este momento que se acaba de generar como sociedad, como país, y utilizarlo para finalmente lograr un efecto», dijo Obama durante una videoconferencia con activistas, refiriéndose a las miles de personas que han salido a las calles para denunciar la brutalidad policial, el racismo y las desigualdades sociales. 

En su primer comentario en video desde la muerte de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis el 25 de mayo, el predecesor de Donald Trump también instó a las autoridades estatales y locales a revisar sus políticas sobre el uso de la fuerza. 

«Hay un cambio de mentalidad en proceso, una mayor conciencia de que podemos hacerlo mejor», agregó. 

El también exmandatario demócrata Jimmy Carter (1977-1981) hizo un llamado a «la gente con poder, privilegios y conciencia moral» para poner fin a la discriminación racial.

Sin referirse directamente a la administración Trump, Carter, de 95 años, dijo que su país necesita de «un gobierno que sea tan bueno como su gente».

«Somos mejores que esto», concluyó Carter, el exmandatario más lóngevo de Estados Unidos.

Bill Clinton (1993-2001) se sumó y pidió a las personas preguntarse por qué siguen sucediendo estos casos de racismo en Estados Unidos. “Las personas con poder deben hacerse esta pregunta primero. Acepten algunas culpas y asuman más responsabilidad”, dijo.

Por su parte, el expresidente republicano George W. Bush (2001-2009) llamó a sus compatriotas a examinar sus «trágicos fracasos» para poner fin al «racismo sistémico».

«Esta tragedia –que se inscribe en una larga lista de tragedias similares– plantea una pregunta que debería haberse planteado antes de cómo poner fin al racismo sistémico en nuestra sociedad», se interrogó el exmandatario en un comunicado.

Sin citar al actual presidente Donald Trump, Bush insistió en la necesidad de escuchar a quienes sufren. 

«Los que se proponen silenciar no comprenden el significado de lo que es Estados Unidos», afirmó insistiendo en la necesidad de mostrar «empatía».