Tras la mano tendida, el contraataque: el gobierno estadounidense de Joe Biden anunció este jueves sanciones financieras contra Moscú y la expulsión de 10 diplomáticos rusos, un paso que puede complicar su propuesta de cumbre con el presidente Vladimir Putin. Desde su llegada a la Casa Blanca en enero, Biden dijo que evaluaba su respuesta a una serie de hechos imputados a Moscú, entre ellos un ciberataque masivo y una injerencia en las elecciones estadounidenses de noviembre.

El mandatario demócrata, que ha calificado a Putin de “asesino”, prometió ser mucho más firme que su predecesor, Donald Trump, acusado de complacencia hacia su homólogo del Kremlin.

Biden, que hablará sobre el tema hoy, firmó un decreto, seguido de sanciones inmediatas, habilitando a Washington a castigar nuevamente a Moscú, con “consecuencias estratégicas y económicas”, “si continúa o intensifica sus acciones internacionales desestabilizadoras”, dijo la Casa Blanca en un comunicado.

El Tesoro de Estados Unidos prohibió a las instituciones financieras estadounidenses comprar directamente deuda emitida por Rusia después del 14 de junio. También sancionó a seis empresas tecnológicas rusas acusadas de apoyar las actividades de inteligencia cibernética de Moscú.

Esta es una respuesta al gigantesco ciberataque de 2020 que utilizó como vector a SolarWinds, un editor de software estadounidense cuyo producto fue pirateado para introducir una vulnerabilidad entre sus usuarios, incluidas varias agencias federales estadounidense. “Leer estos delirios tiene poco interés”, reaccionó el Servicio de Inteligencia Exterior ruso (SVR), directamente implicado por Washington.

“Apoyo” de la OTAN y la UE

Un alto funcionario estadounidense advirtió que parte de las represalias permanecerán “secretas”, sugiriendo la posibilidad de un contraataque informático.

Además, el Tesoro sancionó a 32 entidades y personas acusadas de intentar, en nombre del gobierno ruso, “influir en las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos”, según la Casa Blanca.

También impuso sanciones a ocho personas y entidades “asociadas con la continua ocupación y represión en Crimea”, en “asociación” con la Unión Europea (UE), Canadá, el Reino Unido y Australia. La OTAN, la UE y Londres dieron su “apoyo” a las sanciones estadounidenses, pero sin anunciar nuevas medidas de inmediato.

Por su parte, el Departamento de Estado expulsó a 10 funcionarios de la embajada rusa en Washington, algunos acusados de ser miembros de los servicios de inteligencia de Moscú.

El conjunto de sanciones busca además “responsabilizar” a las autoridades rusas por reportes de recompensas ofrecidas a los talibanes para atacar a soldados estadounidenses o extranjeros en Afganistán, aunque un alto funcionario de Washington dijo que la inteligencia asignaba un grado de confianza “bajo a moderado” a estas afirmaciones.

Las nuevas sanciones se suman a una primera serie de medidas punitivas anunciadas en marzo contra siete altos funcionarios rusos en respuesta al envenenamiento y encarcelamiento del opositor Alexéi Navalni.

Embajador de EE. UU. convocado

Esta es una de las ofensivas más duras contra Rusia desde la expulsión de varios diplomáticos al final del mandato de Barack Obama. Y la respuesta no tardó en llegar. “Este comportamiento agresivo recibirá un fuerte rechazo. La respuesta a las sanciones será inevitable”, advirtió la portavoz de la diplomacia rusa, Maria Zakharova.

“Estados Unidos no está dispuesto a aceptar la realidad objetiva de un mundo multipolar que excluye la hegemonía estadounidense y depende de la presión de las sanciones y la injerencia en nuestros asuntos internos”, lamentó. Moscú también convocó al embajador estadounidense, John Sullivan, para lo que dijo será “una conversación difícil”.

Rusia ya había advertido que la adopción de nuevas sanciones “no ayudará” a la organización de una cumbre Biden-Putin, propuesta esta semana por el presidente estadounidense “en un tercer país” para buscar estabilizar el vínculo entre los dos rivales geopolíticos.

“Crucial” cumbre

“Creemos que en los próximos meses será crucial que los dos líderes se reúnan” para “encontrar una forma estable y eficiente de avanzar para detener cualquier escalada antes de que degenere”, dijo el jueves el alto funcionario estadounidense tras el anuncio de las sanciones.

Las relaciones entre Washington y Moscú se vienen deteriorando desde 2014, cuando Rusia anexó Crimea de Ucrania y estalló la lucha entre las fuerzas de Kiev y los separatistas pro-Rusia en el este. Biden le propuso a Putin realizar una cumbre durante una conversación telefónica, también marcada por una advertencia estadounidense tras el despliegue masivo de tropas rusas en las fronteras ucranianas.

Las sanciones fueron en general bien recibidas por la clase política estadounidense. El influyente senador demócrata Bob Menéndez aplaudió el “enfoque firme” de Biden hacia el Kremlin tras “cuatro años de complacer a Putin por parte de Donald Trump”.

“Es reconfortante y francamente un alivio tener un presidente dispuesto a llamar claramente a Putin por lo que es: un asesino, un agresor militar en Ucrania, una fuente de influencia maligna, una amenaza cibernética”, dijo. Sin embargo, podría afectar al rublo, en caída el jueves, que ya está en dificultades desde las primeras sanciones adoptadas en 2014.