Aunque permanece en prisión desde el pasado 7 de abril, Luiz Inácio Lula da Silva continúa con su campaña a la presidencia. El exmandatario nombró a Fernando Haddad, uno de sus exministros, como fórmula presidencial. La decisión contó con el aval del Partido de los Trabajadores (PT), que formalizó el sábado la candidatura de Lula en un claro desafío a la justicia brasileña.

«Es la actitud más desafiante que hemos tenido contra un sistema podrido», dijo la presidenta del Partido de los Trabajadores, Gleisi Hoffmann, al proclamar la candidatura de Lula, que nace virtualmente impedida, pues las normas electorales vetan la postulación de cualquier persona con una condena ratificada en segunda instancia, como es su caso.

Sin embargo, la justicia electoral sólo puede pronunciarse una vez que la candidatura sea registrada, lo cual está previsto para el 15 de agosto, cuando el PT anunció esta madrugada que inscribirá a Lula, con Fernando Haddad como candidato a vicepresidente. Haddad, coordinador del programa de gobierno del PT, fue ministro de Educación entre 2005 y 2012 con Lula y en 2013 fue elegido alcalde de Sao Paulo, cargo que no logró retener en las municipales de 2016, en las que fue derrotado por el socialdemócrata Joao Doria.

Hoffmann dijo que el propio Lula sugirió a Haddad como compañero de fórmula, pero que también pidió contemplar a Manuela D’Ávila, del Partido Comunista do Brasil (PCdoB), que en el marco de un complejo acuerdo con el PT renunció hoy a la candidatura presidencial que anunció la semana pasada.

Según admitieron fuentes del PT, tras esas maniobras se esconde la clara percepción de que Lula está virtualmente fuera del pleito, con lo que, si eso se confirma, Haddad asumiría la candidatura con D’Ávila como «escudera». Hasta ahora, los sondeos que incluyeron a Haddad y D’Ávila entre los posibles abanderados presidenciales les atribuyeron un 1 % de intención de voto a cada uno.

Lula, cuando es contemplado, lidera con un 30 % y vencería en una segunda vuelta a cualquiera de sus adversarios.  La clave del PT estaría entonces en la posibilidad de que Lula «transfiera» el respaldo que tiene a sus candidatos, sea desde la cárcel o en libertad, si prospera alguna de las apelaciones que intenta para salir de prisión, una de las cuales puede ser juzgada por el Supremo esta misma semana.

Con la fórmula Lula-Haddad formalizada, la primera batalla del PT será en la justicia, pero para lograr que uno de ellos participe en los debates entre candidatos previstos en la televisión, el primero de los cuales se realizará el próximo jueves. Eugenio Aragao, abogado del PT, confirmó hoy que reforzará una petición en ese sentido dirigida hace dos meses al tribunal que lleva el caso de Lula, que aún no se ha pronunciado, pero en el que hay una clara tendencia a que eso sea negado.

En ese caso intentarían que participe Haddad, lo cual también es improbable, pues los debates serán entre candidatos a la Presidencia y no con sus representantes o compañeros de fórmula. Según las últimas encuestas, si Lula fuera vetado, el favorito es el ultraderechista Jair Bolsonaro, con un 17 % de intención de voto, en un escenario atomizado y con casi un 50 % de electores indecisos.

La siguen la ecologista Marina Silva (13 %), el laborista Ciro Gomes (8 %), el socialdemócrata Geraldo Alckmin (6 %) y una decena de candidatos que incluye a Haddad y D’Ávila y que, en conjunto, no suman un 4 %. En medio del desconcierto que existe en la izquierda frente a la situación jurídica de Lula, Bolsonaro anunció este domingo como su candidato a vicepresidente al general retirado Hamilton Mourao, un hombre de línea dura que hace dos años sugirió una «intervención militar» para acabar con el «caos» generado por la corrupción.