Irak está sumida en una difícil situación con el conflicto entre Estados Unidos e Irán. Históricamente sus vínculos con ambos países han sido estrechos y en épocas de tensión las heridas del pasado tienden a aflorar de nuevo. Lo peor es que ahora los panoramas a corto y mediano plazo son grises, pues además de ser territorio neutro de combate entre ambas potencias, también están maniatados a un gobierno de Donald Trump que se rehúsa a salir de su territorio en defensa de la democracia. 

“Irak está en el medio de una disputa entre un amigo que está a más de 8000 kilómetros de distancia de nosotros y un vecino que hemos tenido por 5000 años. No podemos cambiar la geografía ni la historia, esta es la realidad en Irak”, afirmó el primer ministro Adel Abdul-Mahdi en una llamada telefónica con Trump en el día de Año Nuevo, según cuenta Abdulhussain al Hunain, un asesor cercano.

Actualmente la desaprobación de que las tropas estadounidenses permanezcan en Irak son mínimas, tanto así que el pasado 5 de enero el Parlamento de ese país decidió expulsar a las fuerzas militares extranjeras, entre ellas 5.200 militares norteamericanos, que ayudaron desde 2014 a los soldados locales a combatir a los yihadistas.

Y es que en los últimos meses la relaciones bilaterales entre Estados Unidos y el país árabe viene degrádandose estrepitósamente. Tanto así que luego del ataque estadounidense en el que murió el general iraní Qasem Soleimaní, el embajador iraquí Mohammed Hussein Bahr Alulum afirmó ante el órgano de la ONU: «Desde aquí, condenamos con contundencia los ataques y agresiones que violan la soberanía de Irak y la Carta de Naciones Unidas y pedimos al Consejo de Seguridad que condene estos ataques y que se haga cargo de su responsabilidad para garantizar la seguridad de Irak, y que no se involucre a Irak en otras tensiones regionales».  

Estados Unidos es uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, junto a Rusia, China, Francia y Reino Unido, y tiene derecho a vetar cualquier resolución que se proponga ante los 15 miembros que conforman este órgano. «Es fundamental que no se tomen mas medidas unilaterales que debiliten los esfuerzos internacionales encaminados a combatir el terrorismo porque esta situación puede aprovecharse por los terroristas para poner en peligro nuestro pueblo, lo que también pondría en peligro la seguridad internacional», subrayó el diplomático iraquí.

Sin citar en ningún momento ni a Irán ni a Estados Unidos, el representante iraquí dijo que «algunos países no cumplen los principios de la Carta de la ONU y han elegido el conflicto en lugar de la cooperación para defender sus intereses».

Es en este panorama en el que es evidente que Irak está contra la espada y la pared. El país árabe recibe el 90% de su presupuesto nacional de los ingresos por la venta de petróleo. Es por eso que Trump, manejando la situación, advirtió que, en caso de que sus tropas sean expulsadas, habría sanciones como nunca antes se ha visto. 

De hecho, un responsable cercano al primer ministro Adel Abdul-Mahdi aseguró: «La oficina recibió una llamada amenazando con que si las tropas de Estados Unidos eran expulsadas, Washington bloquearía la cuenta de Irak en la Reserva federal (Fed) en Nueva York».

La cuenta del Banco central de Irak en la Fed fue abierta en 2003 tras la invasión militar de Estados Unidos que sacó del poder al dictador Sadam Husein.  Según la resolución 1483 del Consejo de seguridad de Naciones Unidas, que alivió las sanciones y el embargo petrolero impuesto al país árabe tras la decisión de Husein de invadir Kuwait, todos los ingresos procedentes de las ventas de petróleo iraquí deben ir a esa cuenta.

Hasta ahora, estos ingresos son pagados diariamente en dólares en la cuenta de la Fed, que actualmente suma unos 35.000 millones de dólares, según fuentes iraquíes. «Somos un país productor de petróleo. Estas cuentas están en dólares. Impedirnos el acceso a ellas, supone cortar totalmente el grifo», indicó el primer responsable iraquí. Un segundo responsable, por su parte, adviertió que ello supondría para el gobierno la imposibilidad de hacer frente a sus gastos diarios y pagar salarios.

Esta amenaza de Estados Unidos aparece como inhabitual, ya que se supone que la Fed es independiente de la política extranjera del país. «El intento de politizar las remesas en dólares preocupa al banco porque afecta a su prestigio y su integridad, en su relación diaria con los clientes», según una fuente del Departamento de Estado. «Es obvio que Trump quiere politizarlo todo», agrega.

Por eso el debate es tan importante. El juego de posiciones impide ver con claridad las posiciones reales de cada una de las partes, sin embargo, un funcionario de Irak, quien pidió mantener su anonimato porque no ha sido autorizado para dar declaraciones a los periodistas aseguró a The New York Times: “Sí, hay mucha presión por parte de nuestro pueblo para que los soldados se vayan, pero podemos soportar esa gran presión mucho mejor de lo que podríamos soportar la retirada de los estadounidenses”.

Las repercusiones, según el diario estadounidense serían devastadoras: «Estados Unidos podría eliminar las exenciones que le permiten a Irak comprar gas iraní para alimentar sus generadores eléctricos en el sur, los cuales suministran al menos el 35% de la energía del país. Irak podría buscar otra fuente, pero quizá sea difícil conseguir una con tal premura. La otra opción —utilizar menos electricidad— podría generar inestabilidad en el sur cuando las temperaturas comiencen a subir, como ya sucedió con los cortes de electricidad en 2018».