A los treinta años, Jota Mario Valencia ya había sido el anfitrión del papa Juan Pablo II durante su visita a Colombia, en 1986. Fue la persona encargada de presentar algunos de los actos públicos de este personaje, que el país católico entero había estado esperando durante años. Las figuras de la televisión en ese momento eran otras y él empezaba a perfilarse como un hombre versátil en el oficio de hacerle frente a retos mediáticos importantes.

En ese entonces, Jota Mario Valencia no tenía dentro de su léxico la expresión “no” y por eso aparecía en varios espacios de la pantalla chica, buscando posicionarse en un escenario dominado por figuras mayores, como Fernando González Pacheco, Gloria Valencia de Castaño y Saúl García, para mencionar unos pocos. Presentador de noticias, anfitrión de espacios de concurso y la cara de eternas transmisiones en vivo durante los fines de semana, caracterizaron sus apariciones en el medio durante la década de los 80.

Valencia tuvo, en ese tiempo, un rol que poco se había visto en el ámbito nacional. A partir de su aparición empezaron a aflorar comentarios, mensajes, bromas, chistes y reacciones entre presentadores de televisión. Se trataba de un juego pactado entre las partes para divertirse generando una complicidad mediática y logrando una cercanía sin par con los televidentes.

Fernando González Pacheco dio la largada a la andanada de bromas en contra de un colega con Saúl García, cuando este último presentaba el espacio Guerra de estrellas. A su retiro, Pacheco puso la lupa en Jota Mario Valencia, quien asumió el reto de tratar de hacer quedar en ridículo a una de las principales figuras de la televisión en Colombia y a quien, para muchos, era el mejor presentador del país.

Valencia, durante sus múltiples horas al aire, se refería a Pacheco como “el viejito”, “Pachocho” o “Pa’chueco”, mientras que el veterano le respondía con “el tontico ese” o “el bobito”. El juego de bromas inocentes terminaba cuando ya no estaban al aire y los dos se encontraban para compartir y ponerse al día respecto a la realidad nacional. Para ese momento, ya quedaba poco del comunicador inexperto formado en la Universidad de La Sabana, quien debutó a finales de la década del 70 en el espacio Valores humanos, de la desaparecida realizadora de televisión Promec.

Dentro de las virtudes de Jota Mario Valencia, tal vez la que más resaltaba era la facilidad para sacarles provecho a sus características físicas. Su calvicie prematura fue un tema recurrente en la televisión y él motivaba las discusiones haciendo alusión frecuente a su cabeza. Lo mismo sucedía con sus lentes, que portaba con orgullo desde que perdió un ojo por estar jugando al niño explorador con unas tijeras afiladas.

La facilidad para reírse de sí mismo lo llevó a ser el conductor de muchos de los programas más emblemáticos dentro de la parrilla local. Su alopecia y sus inmensas gafas servían de punto de referencia para sus miles de amigos y también para sus cientos de detractores dentro y fuera de la pantalla. Nunca sintió inseguridad por exponerse a diario y más bien aprovechó su condición para establecer nexos más fuertes con sus televidentes.

Es innumerable la lista de programas que condujo y es imposible encasillar su propuesta al aire, porque tuvo dentro de su repertorio formatos para encontrar pareja como Adán y Eva; espacios de concurso como Los tres a las seis, que hizo al lado de dos de sus maestros: Gloria Valencia de Castaño y Fernando González Pacheco; programas de variedades como Dominguísimo, y propuestas singulares como No me vuelvan a invitar.

Valencia fue durante muchos años una estrella con contrato con Caracol Televisión y, además de ser el primer anfitrión (y muchos dicen que el fundador) de Día a día, también tuvo la labor de reemplazar a Alfonso Lizarazo en la presentación de un espacio emblemático como Sábados felices.

De Caracol pasó al Canal Uno y de ahí al Canal RCN como figura central. Allí también hizo historia inaugurando Muy buenos días, del que estuvo al frente por más de 15 años. Se despidió al aire en septiembre de 2018 prometiendo que ese no sería su fin en los medios masivos de comunicación y aseguró que tendrían noticias de él muy pronto.

Su paso por la televisión ecuatoriana, sus cátedras universitarias, sus libros (Volver a vivir, El ángel del amor, Llena eres de gracia, Insúltame si puedes, El paradigma de las hamburguesas y Enciclopedia de los datos inútiles, entre otros) y sus conferencias siempre fueron noticia, no por buenas o por malas, sino porque simplemente eran de Jota Mario Valencia.

El presentador estuvo en cuidados intensivos en el Hospital Bocagrande durante cinco días a causa de una sintomatología neurológica, que finalmente le cobró la vida este jueves 6 de junio.

Jota Mario Valencia, el hombre polémico y siempre en el ojo del huracán, hizo televisión durante más de cuatro décadas, tiempo en el que exhibió su versatilidad y una porción del público le cobró el derecho a ser quien fue dentro y fuera de la pantalla.