Keiko Fujimori no huyó de Perú como la justicia temía. Después de ser liberada de prisión el 29 de noviembre de 2019 , en donde permaneció 13 meses en el marco de una investigación por corrupción, financiación ilegal y otros ilícitos,  la hija del expresidente peruano Alberto Fujimori estuvo 61 días libre. Y se quedó en Perú, a pesar del “alto riesgo de fuga” que los jueces denunciaron existía. Muchos temían que la mayor del clan Fujimori repetiría la historia de su padre, quien el 13 de noviembre huyó de Perú acosado por denuncias de corrupción.

Keiko Sofía Fujimori Higuchi, de 44 años, también está viviendo sus horas más bajas, al igual que su padre hace justo 20 años: un juez ordenó su regresó este martes su regreso al Penal Anexo de Mujeres de Chorrillos durante 15 meses, mientras se concluyen las investigaciones por los supuestos aportes ilícitos a sus campañas presidenciales del 2011 y 2016. No sólo eso, el pasado domingo la agrupación fujimorista, Fuerza Popular, sufrió su peor derrota en años en unas elecciones legislativas. Los fujimoristas, liderados por Keiko, perdieron 60 escaños.

¿Cómo llegó Keiko Fujimori, la mayor del clan político más popular de Perú a esta situación? Hoy Keiko Fujimori ya no tiene capital político y está privada de la libertad. La fiscalía asegura que la dirigente recibió aportes ilegales de Odebrecht y de otras fuentes para financiar sus campañas. “Keiko Fujimori formó una organización criminal dentro del partido Fuerza Popular para obtener activos ilícitos”, según el fiscal José Domingo Pérez, a quien los medios apodan el «Superfiscal”.

De acuerdo con el fallo que la regresó a la cárcel, la líder de Fuerza Popular dejaría la prisión el 27 de abril de 2021 o sería enviada a juicio. El juez Víctor Zúñiga aseguró que existen elementos suficientes para que Fujimori afronte el proceso que se le sigue en prisión. “La medida es idónea, necesaria, adecuada y proporcional”, señaló. Keiko Fujimori, al borde de las lágrimas, dijo que “esto no es justicia, esto es ajusticiamiento”.

La vida política de Keiko

La hija mayor del matrimonio de Alberto Fujimori y Susana Higuchi siempre ha sentido un amor incondicional por su padre, a pesar de algunos desplantes. En 1994, tras un escándalo familiar en el que la esposa del entonces presidente peruano denunció que era torturada por los servicios secretos controlados por su marido, Keiko se convirtió en la primera dama de Perú. Lo hizo dos años después de que Higuchi, ingeniera y empresaria, denunciara la corrupción del entorno de Fujimori y huyera de la residencia privada dejando atrás a su marido y sus cuatro hijos.

Según notas de la época, Susana Higuchi quiso llevarse a sus cuatro retoños en medio del drama familiar, pero ellos eligieron al padre, y claro, el poder. Se dice que aunque desde el comienzo del drama, Keiko, la mayor y heredera natural del liderazgo político de su madre, asumió su papel, el patriarca tenía otros planes. Nunca ocultó que su favorito para asumir su legado era Kenji, con quien Keiko no ha tenido buena relación. En 2006, amparada por el fantasma de su padre al que una parte de los peruanos asocian con la buena economía y la victoria de la lucha contra el terrorismo, Keiko se convirtió en la congresista más votada del país.

En 2011 se postuló a la Presidencia por primera vez, a pesar de los rechazos que existían dentro del clan a su candidatura. Ganó la primera vuelta, pero en el balotage fue derrotada por Ollanta Humala. Keiko entendió entonces que debía cambiar de estrategia y convenció al clan de que apoyarla era el mejor camino. Para su campaña presidencia de 2016 apareció acompañada de su hermano Kenji y su madre, a quien no veía hace años. Tomó distancia de su padre, quien estaba preso, pues una eventual salida, explican analistas, era una amenaza para su liderazgo.

A pesar de eso, Keiko fue fue derrotada nuevamente, aunque logró un éxito importante: se hizo con el control del Congreso, al ganar 73 parlamentarios de 130, lo que le dio una fuerza que empleó para acosar al presidente, Pedro Pablo Kuczynski (PPK). Pero de nuevo la familia se interpuso en los planes de Keiko. En un primer intento por sacar a PPK del poder, fue Kenji la piedra de tropiezo. Su hermano menor dividió al Fujimorismo y terminó salvando al Presidente.

Las diferencias entre hermanos se ahondaban, y aunque al final, Keiko Fujimori ganó, pues logró la renuncia de Kuczynski, una especie de venganza personal por haberla derrotado en las urnas, los cálculos no le salieron a la primogénita del clan y mientras se frotaba las manos por la salida de su enemigo político, aparecía en escena Martín Vizcarra, contra el que no pudo. En medio de acusaciones en su contra por lavado y corrupción, Keiko y el fujimorismo fueron expuestos en una mafia judicial y fiscal. Expuesta y con un nuevo Presidente, que decidió declararle la lucha a la corrupción, cerrar el Congreso y convocar elecciones anticipadas, Keiko se quedó hoy en el peor de los mundos: encerrada y sin poder.

«Es el desplome del fujimorismo. Es producto del desgaste partidario, de la división partidaria y de los errores de Keiko», dijo a la AFP el analista Luis Benavente, director de la consultora Vox Populi, aunque descartó que el partido desaparezca del mapa electoral.