Real Madrid conquistó el sábado su vigesimocuarto título de la Champions League, el torneo de clubes más importante del mundo. Lo hizo gracias a la mística y la jerarquía, que lo han convertido en el equipo de fútbol más famoso del mundo. También a una alta dosis de suerte, esa que se necesita en los momentos claves.

Pero, sin duda, exhibió argumentos futbolísticos para dejar en el camino a varios de los mejores clubes del mundo en los últimos años: el multimillonario París Saint Germain, de Kylian Mbappé, Neymar y Lionel Messi; el Chelsea, defensor del título; el Manchester City, magistralmente dirigido por Pep Guardiola, y el Liverpool, de Jürgen Klopp y el colombiano Luis Díaz.

A pesar de ser el equipo más ganador del torneo, no llegó como favorito a todas esas llaves de eliminación directa. Su desempeño en las recientes temporadas no permitía pensar que podía seguir avanzando. Pero en cada uno de esos dobles enfrentamientos, el conjunto merengue apeló a la experiencia de sus jugadores, la sapiencia de su entrenador, Carlo Ancelotti, y, sobre todo, a la mística que tiene como institución, la magia del Santiago Bernabéu y al poder de intimidación que tiene esa camiseta blanca en sus rivales.

En octavos, cuartos y semifinales, su gran figura fue el delantero francés Karim Benzema, candidatazo al Balón de Oro, que se le concede al mejor futbolista de la temporada. Con sus goles, le dio vida al Madrid varias veces en las que estaba a punto del nocaut. Claro, otros aportaron, como Rodrygo, artífice del milagro frente al Manchester City, con dos goles en tiempo de adición en el juego de vuelta.

Y en la gran final del sábado el héroe fue el arquero belga Thibaut Courtois, quien realizó catorce atajadas en el partido, nueve de ellas determinantes, según el grupo de estudios técnicos de la UEFA. El excuidapalos de Atlético de Madrid y Chelsea había admitido que llegó al club para ganar la Orejona, pero no lo había logrado.

“Yo te llevo a la final, esa la ganas tú”, le dijo el técnico Ancelotti antes de la semifinal contra el City, según contaron ambos en la rueda de prensa posterior al juego del sábado en el Stade de France, de París, en donde Real venció 1-0 al Liverpool con una anotación del brasileño Vinícius Junior.

Es bien sabido que el Madrid no juega las finales, las gana. Tal vez por eso todos sus jugadores estuvieron impecables ante los reds, incluso aquellos que habían fallado en otras instancias, como los cuatro defensas titulares, Dani Carvajal —quien le ganó el duelo al colombiano Luis Díaz—, los centrales Eder Militao y David Alaba, y el lateral izquierdo Ferland Mendy.

Pero si hay una línea que sostiene el funcionamiento del equipo es la del medio campo, con el brasileño Casemiro, el alemán Tony Kroos y el croata Luka Modric, en la final acompañados por el uruguayo Federico Valverde, y muchas veces con otros compañeros, pues ese cuarto hombre siempre se rotó.

Los tres mosqueteros conquistaron su quinta Champions cada uno. Una de las de Kroos fue con el Bayern de Múnich. Son jugadores muy diferentes, que se complementan perfectamente. Casemiro es el de más marca, pero ha aprendido a manejar mejor la pelota y salir jugando. Kroos tiene ida y vuelta, sacrificio y oficio para ayudar a atacar y defender. Y Modric, el de las ideas y la fantasía, evolucionó para poner su inteligencia de juego al servicio del equipo cuando no tiene el balón.

¿Son ellos el mejor tridente del medio campo en la historia? Probablemente. Habría que comparar resultados y estilos con otros exitosos como el de Sergio Busquets, Andrés Iniesta y Xavi Hernández en el Barcelona, de Guardiola, y en la selección española.

Los compararán otros con el de la selección inglesa de hace una década, con David Beckham, Frank Lampard, Steven Gerard y Paul Scholes o el Milan de finales de los años 80 y comienzos de los 90, con Frank Rikjaard, Roberto Donadoni y Carlo Ancelotti, porque Ruud Gullit ahí era delantero.

También están dos históricas selecciones brasileñas: la de los 80, más equilibrada, con Toninho Cerezo, Falcao, Sócrates y Zico, o la de los cuatro 10 de México 1970, que integraban Rivelino, Tostao, Gerson y Pelé, con Jairzinho como único punta.

Sea como sea, no cabe duda de que la Champions League está hecha a la medida del Real Madrid y que ese club tiene mucha jerarquía, esa que le permite equipararse con rivales superiores y competirles de tú a tú. En esta edición, que siguen celebrando a rabiar por las calles de la capital española, quedó claro nuevamente que todavía hay un equipo que gana de camiseta y que siempre se las arregla para superar las dificultades. Será por eso que merecidamente recibió el título como el mejor club del siglo XX para la FIFA y va liderando la puntuación del XXI.