A ocho días de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, el panorama no es bueno para los organizadores. Muchas de las instalaciones en las que se realizarán las competencias todavía no están listas y varias de las delegaciones que ya llegaron a Brasil se han quejado por esa situación.

Los jefes de misión de siete países denunciaron problemas eléctricos y falta de limpieza o acabados en los apartamentos designados a los deportistas.

La representante australiana dijo que encontró 200 problemas en su edificio, en el que ocupa 15 pisos y al que comenzó a mudarse ayer, después de que se realizaron las reformas necesarias.

Se espera que los 31 edificios de la Villa Olímpica, en la que se hospedarán desde el domingo la mayoría de los 148 deportistas colombianos en las justas, estén plenamente concluidos mañana.

El alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, culpó al comité organizador por las demoras, al considerar que los responsables de los Juegos no hicieron una supervisión de las instalaciones después de que la constructora entregó las obras.

“Lo que hubo fue una falta de acompañamiento, de gestión por parte del Comité Río 2016”, dijo durante la inauguración de un centro de prensa para periodistas no acreditados.

El alcalde también aclaró que su ciudad “actualmente es una de las más seguras del mundo”, para minimizar los hechos de violencia que se han presentado en las últimas horas y presuntas amenazas terroristas. “Los turistas no tienen de qué preocuparse”, agregó.

Para garantizar la seguridad de los Juegos Olímpicos se han desplegado cerca de 22.000 militares, que están patrullando las calles de los barrios turísticos y vigilan las principales avenidas y carreteras de acceso a la metrópoli.

Los índices de violencia han mejorado de forma palpable en la última década, pero Río de Janeiro, ciudad en la que viven cerca de seis millones de personas, continúa registrando asesinatos diariamente y un alto número de robos. El año pasado se registraron 1.562 homicidios, una media de cuatro por día, según estadísticas oficiales.

Ayer hubo tiroteos en el conjunto de favelas del Alemão, que obligaron a detener el funcionamiento de un teleférico que se ha convertido en un punto turístico. Este mes han muerto cuatro personas por balas perdidas, dos de ellas menores de edad, en diferentes enfrentamientos ocurridos en barriadas pobres de la ciudad olímpica.

La violencia de la policía también ha causado alerta en los organismos que defienden los derechos humanos, que denuncian que en muchos casos los agentes realizan ejecuciones y participan en otros actos delictivos.

El año pasado se produjeron 307 homicidios de sospechosos en supuestos tiroteos con la policía en la ciudad de Río. Dos uniformados fueron arrestados el pasado lunes por ser sospechosos de haber secuestrado a un luchador neozelandés, que no participará en los Juegos Olímpicos, para extorsionarle y robarle unos 625 dólares.

Como si fuera poco, sondeos recientes indican que el 60 % de los cariocas consideran que las justas serán perjudiciales para la ciudad, porque costarán casi el doble de los inicialmente planeado y serán ellos, con sus impuestos, quienes terminarán pagando.

Adicionalmente, no cesan las críticas de expertos en Medio Ambiente a la calidad del agua de la Bahía Guanabara, en la que serán las pruebas de vela.

El gobierno estatal de Río de Janeiro asegura que el sector cumple los requisitos “mínimos” de limpieza para que se dispute la competición y que las áreas más descontaminadas, apenas en un 49 %, son precisamente las que serán escenario olímpico.

A pesar de todo eso, el comité organizador de Río 2016 espera que día a día se vayan solucionando esos contratiempos y que cuando arranquen las competencias el protagonismo se lo lleven los deportistas de los 206 países participantes, como ha ocurrido tantas otras veces antes del comienzo del evento deportivo más importante del mundo.