“Julian Assange no es, precisamente, un ejemplo de verdad e integridad”. Así respondió la CIA a las revelaciones que hiciera ayer el fundador de Wikileaks. “A pesar de los esfuerzos de Assange y los de su clase, la CIA continúa recolectando información de inteligencia en el extranjero para proteger a Estados Unidos de terroristas, naciones hostiles y otros adversarios”, dijo la entidad.

Pero estas declaraciones no aclaran si lo denunciado por Assange es cierto o no. Ayer, en rueda de prensa, el australiano reiteró lo que ya había dicho esta semana: que la CIA perdió el control de sus armas cibernéticas y éstas podrían estar en el mercado negro, al alcance de piratas informáticos de todo el mundo.

“Es el mayor arsenal de virus y troyanos del mundo. Puede atacar la mayoría de los sistemas que utilizan periodistas, gente de los gobiernos y ciudadanos corrientes. No lo protegieron, lo perdieron y luego trataron de ocultarlo”, dijo Assange desde la embajada de Ecuador en el Reino Unido, donde se encuentra refugiado desde 2012.

“Es un acto histórico de incompetencia devastadora, haber creado tal arsenal y haberlo almacenado todo en un solo sitio”, sostuvo. Y criticó que la CIA no haya actuado más rápido para que “pudiéramos habernos protegido de sus propios sistemas de armas cibernéticas”. Assange, en una decisión poco común, no hará públicos, por ahora, sus hallazgos.

Ha dicho, en cambio, que los compartirá con Apple y Google para que encuentren una solución. “Tras haber evaluado cuál era el mejor modo de actuar, y una vez escuchamos las llamadas que han hecho algunos fabricantes, hemos decidido trabajar con ellos, darles acceso exclusivo a detalles técnicos adicionales para que puedan desarrollar parches y distribuirlos para que la gente pueda estar protegida”, dijo.

Desde antes de que Assange hiciera estas nuevas revelaciones, algunas empresas ya habían salido a dar un parte de tranquilidad a sus usuarios. “Seguiremos trabajando para resolver rápidamente cualquier vulnerabilidad que identifiquemos”, dijo Apple el pasado 8 de marzo. Samsung, por su parte, anunció que “estamos ocupándonos del asunto”.

Se espera que Wikileaks siga revelando detalles de la que ha calificado como la “mayor filtración de datos de inteligencia de la historia”. Revelaciones que ya han afectado, incluso, las relaciones entre China y Estados Unidos.

Ayer, China le pidió a Estados Unidos que deje de “chuzar teléfonos, vigilar, espiar y lanzar ciberataques contra China y otros países”. Así lo indicó el portavoz de su Ministerio de Asuntos Exteriores, Geng Shuang, quien advirtió que China “salvaguardará firmemente su cibersegu0ridad”.

El gobierno de Donald Trump, que en reiteradas ocasiones ha criticado a la inteligencia estadounidense, ha optado por no pronunciarse. Mientras tanto, la CIA no ha hecho nada distinto a poner en duda a Assange y asegurar que estas revelaciones no sólo “ponen en riesgo a personal estadounidense y operaciones, sino que brindan a nuestros adversarios herramientas e información para dañarnos”.

Aunque estas filtraciones no han adquirido, por ahora, las dimensiones de las realizadas por Edward Snowden en 2013, no dejan de causar preocupación entre la población, cada vez más consciente de cómo sus celulares y televisores se han convertido en micrófonos encubiertos. Pareciera, según estas revelaciones, que nadie estuviera a salvo.