Nicaragua enfrenta una de las crisis más violentas que ha atravesado el país y que ha alcanzado todos los sectores sociales. Desde el 18 de abril cientos de personas han resultado muertas y la tensión entre el gobierno y la oposición se incrementa cada vez más. Organismos internacionales culpan al gobierno de Daniel Ortega, y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo. Sin embargo, para el mandatario, las causas de la crisis son históricas y tienen como origen un solo nombre: Estados Unidos.

P.- ¿Quién es el responsable de lo que ha ocurrido estos meses en Nicaragua y de los muertos en las calles?

D.O. – Nosotros tenemos una larga historia y muy conocida que hemos tenido siempre en cuenta: a esta potencia que se llama Estados Unidos de Norteamérica. Interviniendo, ocupando Nicaragua y desde los años 1850 ya está el expansionismo yanki aquí. ¿Qué los había traído a ellos aquí? La fiebre del oro. Era mucho más cómodo y más seguro en lugar de transitar el territorio norteamericano de la costa este a la costa oeste, las compañías de tránsito tuvieron la visión de encontrar aquí una mejor ruta. Se abrió esa ruta y detrás vino el expansionismo norteamericano y luego la fijación sobre el canal.

P.- ¿Y ahora usted sostiene que Estados Unidos está detrás de los incidentes?

D.O.- Después de que nosotros dejamos el Gobierno fuimos a elecciones en 1990, reconocimos los resultados de esas elecciones, teniendo un Consejo Supremo Electoral lleno de sandinistas, entramos en el Gobierno y ahí mismo vino una política de buscar cómo restaurar todo lo que era el poder económico, político y cultural que habían impuesto los Estados Unidos (con la dictadura de los Somoza), con la que ya habíamos acabado con la revolución.
Luego, vino el empeño de ellos por evitar que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) ganara elecciones. Desde 1990 fueron elecciones intervenidas, no fueron libres porque Estados Unidos estaba ahí amenazando. El presidente Bush decía que si el Frente ganaba continuaría la agresión contra Nicaragua. Pero que si ganaba la UNO Estados Unidos apoyaría a ese Gobierno… lógicamente para el pueblo no era fácil votar libremente. Estaba la vida por medio, la guerra que había provocado tantos muertos.
Entonces vemos que ellos no cesaron su campaña injerencista entre 1990 y el año 2007 que nosotros retornamos al Gobierno, cuando ya no pudieron evitar el triunfo del Frente.

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P.- ¿Tienen alguna prueba de que el Gobierno de Estados Unidos está detrás de las personas que salen a la calle a protestar contra su Gobierno?

D.O.- Es clarísimo. Retornamos al Gobierno y viene la hostilidad de los Estados Unidos. Y lo primero que hicieron fue retirarnos de la cuenta Reto del Milenio que formaba parte de un proyecto acordado con el Gobierno anterior para colocar fondos en toda Centroamérica. A Nicaragua la castigaron, porque el Frente no es democrático para los Estados Unidos e inmediatamente se empezaron a organizar grupos armados.

P.- ¿Quién les da las armas a esos grupos?

D.O.- Ahí había una actividad que se origina desde la extrema derecha en la Florida. Ha sido un cordón umbilical permanente que quedó ahí desde el periodo de la guerra de la Contrarrevolución. Una relación tan estrecha de los políticos norteamericanos de la Florida con los Contras, que se convirtió en una amistad. A esta derecha con mucho poder político en el Congreso le dolió mucho que el Frente retornara al Gobierno y se instaló la punta de lanza que alimentó esos grupos armados y empezó vincularse a grupos de narcoactividad. En algunas acciones contra ellos se encontró actividad vinculada al cultivo de marihuana.

P.- ¿Está diciendo que los que protestan en la calle contra su Gobierno, por un lado, están apoyados y financiados por Estados Unidos y vinculados al narcotráfico?

D.O.- Exactamente. Esto es una continuidad. No ha habido una ruptura de la política intervencionista de Estados Unidos contra Nicaragua y el Frente Sandinista. Mantuvieron ese tipo de presión y la prensa recogía. Los ve uno en las fotos armados y pertrechados y con el título de «patriotas, combatientes, por la libertad».

P.- ¿Y los grupos paramilitares vinculados a su gobierno?

D.O.- No. Los únicos paramilitares que han existido en Nicaragua son estos que se forman después de 2007 y han cometido y siguen cometiendo cantidad de crímenes. Nosotros hemos librado esa batalla con la policía y el ejército. Hay compañeros del ejército que han muerto en ese combate que no existe para la derecha ni para los organismos de derechos humanos. Cuando cae un delincuente es víctima de la policía y el ejército.

P.- ¿El pasado 30 de mayo quién ordenó a la policía que disparara contra una manifestación pacífica?

D.O.- Primero eso es una gran mentira. Yo vi la manifestación por la televisión, porque la estaban transmitiendo. Y allí lo que hubo fue una embestida de parte de los manifestantes en contra de la otra marcha que había hacía la Avenida Bolivar, una embestida armada. Por ejemplo, ¿cómo se explica los 22 policías muertos por manifestantes pacíficos? Los centenares de muertos sandinistas que fueron secuestrados en viviendas y asesinados, los que fueron quemados. ¿Cómo nos explicamos todo esto?

P.- ¿En Nicaragua están garantizados los derechos humanos?

D.O.- Los hemos respetado, claro que sí.

P.- ¿Y por qué todas las asociaciones internacionales de derechos humanos dicen que no?

D.O.- Porque aquí desgraciadamente estamos hablando que se enfrenta un proyecto que no es del agrado de los Estados Unidos y los Estados Unidos siguen teniendo una influencia enorme en los organismos internacionales, en la comisión de derechos humanos de la OEA. Igual pasa con la comisión de derechos humanos de Ginebra y se acaban de retirar de allí, pero son los grandes abanderados por la lucha por los derechos humanos en Ginebra.

P.- Organismos como la OEA, la Comisión Interamericana De Derechos Humanos y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los derechos Humanos acusan al Gobierno de detenciones arbitrarias y torturas.

D.O.- A ellos se les ha permitido entrar a donde estaban detenidos y en una ocasión después de una visita al Chipote (centro de detención) uno de ellos dijo que no había visto evidencias de torturas y le cayó encima aquí todas las fuerzas de derecha y la prensa. Lo que hay son versiones interesadas, Nosotros no aplicamos torturas, es un principio. En una reunión con los obispos, esto no lo he contado, uno de ellos monseñor Silvio Baez, muy beligerante, me dice que él tiene que condenar la tortura y que ha visto muchachitos a los que les han arrancado las uñas de las manos. No uno, cuatro o cinco muchachitos. Entonces le digo: «Le aseguro que eso no es cierto, si lo ha visto traígalo y vamos a encontrar a quien les arrancó las uñas y vamos castigarlo con la pena máxima. Eso no es cierto». Mintiéndome de esa manera el señor obispo, llevado por la pasión, por el fanatismo. Le dije: «Tiene una confusión porque recuerdo que el que tenía esas prácticas era Somoza. Eso sí lo recuerdo bien».

P.- ¿En Nicaragua hay presos políticos?

D.O.- No tenemos presos políticos. Los que están detenidos están detenidos por crímenes que han cometido en contra del pueblo y están siendo sometidos a los procesos correspondientes. Nadie está detenido por sus ideas y por su activismo político.

P.- Ustedes acaban de expulsar una misión del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH). ¿Estaría dispuesto a que entrara en Nicaragua algún tipo de comisión internacional que vigilara si se cumplen los derechos humanos o si son ciertas las acusaciones que hay contra el Gobierno de Nicaragua?

D.O.- Yo creo que el problema es que, a nuestros países, a los que hemos estado aquí en el traspatio de EE.UU. nos suelen dar un tratamiento de países que somos todavía colonia o neocolonia, porque yo no veo que existan necesidades de este tipo cuando se presentan grandes conflictos en Europa. ¿Hay alguna iniciativa que diga que manden a Europa, que manden a Cataluña, a ver qué es lo que está pasando ahí, que manden observadores internacionales? Porque los catalanes tienen su punto de vista. Ahí hubo unas elecciones y luego hubo una persecución, encarcelamiento. Hay catalanes presos todavía allí en Madrid y yo no he escuchado a ningún organismo de derechos humanos en Europa o en Naciones Unidas preocupado por lo que está pasando en Cataluña. Y a nadie se le ocurre decir que vaya una misión, porque se supone que ese es un país que ya alcanzó su mayoría de edad, su madurez y entonces se le respeta y no se le agrede, en cambio a nosotros sí. Continuamente nos quieren estar supervisando, interviniendo.

P.- ¿Se ha planteado en algún momento adelantar elecciones?

D.O.- No, no tiene sentido. Es lo más absurdo que se ha planteado, sería sentar un precedente muy negativo que daría lugar a que en cualquier momento habría que hacer pasar un Gobierno cuando a la oposición no le gustara sus medidas. Sería vivir la historia de países iberoamericanos que no tenían estabilidad y que tenían que estar cambiando gobiernos continuamente porque iba la gente a protestar a la calle y el ejército venía y sacaba al presidente.

P.- ¿Usted dijo que la solución era «diálogo del pueblo con el pueblo», qué opciones hay?

D.O.- Estamos en un diálogo de reconciliación. Porque yo llamé a un diálogo, pero desgraciadamente no fue a ningún lado porque fue un show. Porque lo transmitieron por la televisión y ningún proceso de paz se transmite por la televisión. Se trabaja en privado, se prepara y sólo se dan a conocer los resultados. Aquí era un teatro donde se dedicaban a insultarnos no a dialogar. No iba a ningún lado y no generaba confianza en la población, sino que el ejemplo era negativo para la población.

P.- Hay muchos sandinistas muy significados y muy conocidos en todo el mundo, desde Sergio Ramírez, que se han ido descolgando de ese sandinismo y han terminado siendo críticos con usted.

D.O.- Ellos se descolgaron a raíz de la derrota electoral. Mientras tanto eran radicales, eran más radicales que yo. Estos que hoy hablan como demócratas de derecha y que andan con la derecha en coalición, eran más radicales que yo. Eran los que se oponían a que en el Gobierno sandinista hubiese sacerdotes, curas católicos o pastores evangélicos. Eran los que andaban predicando el ateísmo y nos crearon problemas, porque este es un pueblo muy creyente, e ir a predicar el ateísmo a un pueblo muy creyente, sencillamente, no está en nuestra realidad cultural y política.

P.- Desde diversos sectores se señala enriquecimiento de su familia y nepotismo dentro del poder. ¿Qué dice usted a eso?

D.O.- Es totalmente falso, que presenten una prueba, no tienen ninguna prueba.

P.- ¿De miembros de la familia en el poder?

D.O.- En el Ejecutivo, la compañera, que es la vicepresidenta, está ahí en tanto es militante del Frente, yo la conocí a ella como militante y venía creciendo como militante del Frente, y está en la Vicepresidencia en tanto militante del Frente y por su capacidad.

P.- Como presidente de Nicaragua, ¿qué les dice a los familiares de los muertos estos meses en las calles por las protestas?

D.O.- Aquí los responsables de estas muertes son los que han promovido, financiado y alimentado estos actos y detrás está la política norteamericana de la Florida. Lo que más ha molestado a la derecha norteamericana es la alianza que el Frente logró construir con trabajadores y empresarios que ideológicamente no son sandinistas, pero que aceptaron la propuesta de hacer un Gobierno entre empresarios, trabajadores y el Gobierno. Los Estados Unidos están empeñados en destruir esta alianza. Empezaron campañas en Estados Unidos contra los empresarios que tienen intereses en Estados Unidos y que mueven grandes operaciones financieras. Crearon las condiciones para desarrollar ofensivas como esta de abril.

El primer problema viene cuando se da a conocer el decreto de reforma de la seguridad social, todos estaban de acuerdo en que no había más salida; el FMI, estuvo aquí y dijo que no había más alternativa, que el sistema iba a colapsar. Hubo protestas, no hubo muertos, pero inventaron que allí había muerto un estudiante. Vi en televisión esas protestas y ahí no había armas, ni de un lado ni de otro lado, las armas salieron al día siguiente por la noche. Combinaron marchas sin armas por el día y por la noche salieron ya los grupos armados a atacar alcaldías, oficinas del rente, hospitales, instituciones estatales y a matar sandinistas. Ahí empezó la refriega, los enfrentamientos y los muertos