Este martes se celebran 25 años desde que la World Wide Web fue abierta al público. Creada por Tim Berners-Lee mientras trabajaba en el laboratorio CERN, en Suiza, esta plataforma es parte fundamental de todo lo que internet representa y permite hoy en día.

La web se convirtió en el medio de comunicación de más rápida adopción y crecimiento en la historia de la humanidad: 50 millones de personas la usaban en apenas sus primeros cuatro años de existencia. En contraste, cuatro décadas le tomó a la radio llegar a este nivel de audiencia, mientras que a la televisión le llevó una década.

Casi una presencia natural, ubicua e incluso vital, la web nació y creció al margen de la mezquindad humana, pues su principio fundamental fue ser universal, gratuita y abierta: una plataforma que no mejoraría en pro de uno o unos, sino que evolucionaría de la mano de todos y por todos.

Días como hoy marcan justamente eso: un sueño global que le ha entregado nuevas posibilidades a la experiencia humana, pero que, a la vez, también enfrenta retos y problemas en todo el mundo. La idea de transparencia y colaboración no es el estandarte de todos y la misma naturaleza abierta de la web es, acaso, un peligro para gobiernos y estructuras en muchos lugares.

El mismo Berners-Lee, quien se ha convertido en un duro activista de la libertad de internet, lleva años haciendo campaña para impulsar una suerte de constitución de la web, una carta magna que la proteja de la intervención de los poderes, sean los que sean.

“No podemos tener un gobierno abierto, una buena democracia, un sistema de salud competente, diversidad cultural, conectividad entre culturas, a menos de que tengamos una internet abierta y neutral en la que podamos confiar sin tener que preocuparnos por lo que pasa en la oscuridad de ésta. No es ingenuo pensar que podemos tenerlo, pero sí lo es creer que podemos sentarnos y lograrlo. Es posible que la gente piense que la web es algo que está asegurado y les sea retirada sin que se dé cuenta”, ha dicho el científico en conferencias y entrevistas.

Lo que Berners-Lee advierte es que la apatía ciudadana (una de las monedas más comunes de nuestro tiempo) es el terreno perfecto para que los gobiernos y las grandes industrias (los operadores de telecomunicaciones, las industrias de contenido) ejerzan tal control sobre la red que ésta termine por fraccionarse: pasar de tener una herramienta global a pequeñas redes locales, a nivel de países, que en aras de la seguridad y otra serie de nobles intenciones terminen por ser herramientas más fáciles de monitorear.

Este movimiento se conoce como balcanización de internet y no resulta una posibilidad tan remota en el mundo después de las revelaciones de Edward Snowden, quien expuso sistemas de vigilancia globales que, como respuesta, han generado propuestas nacionales de aislar sectores de la web para protegerlos del espionaje en esta escala.

Ciertamente, uno de los peligros más grandes para la web hoy en día son las presiones que las agencias estatales de inteligencia (como la NSA, en EE.UU.) ejercen sobre su infraestructura mediante la penetración de los protocolos de comunicación que permiten que funcione.

La contraposición entre la labor de estas agencias y la red es, para muchos expertos, una batalla global entre los poderes del Estado y la libertad de expresión y el acceso a la información. Por eso, Berners-Lee y otros investigadores han organizado iniciativas como Webat25.org, un sitio que presenta noticias y líneas de acción acerca de cómo se puede mantener la apertura de la red.

Además de las cuestiones de seguridad, otro de los problemas que amenaza la estructura abierta de la red es el control que pueden ejercer las industrias creadoras de contenido mediante plataformas globales de derecho de autor. Para Katitza Rodríguez, directora de derechos digitales de la Electronic Frontier Foundation (EFF), es importante “proteger la innovación en internet. Los innovadores tienen que ser protegidos de empresas ya establecidas que utilizan las normas de derechos de autor para limitar la creatividad y aniquilar la competencia. Los Estados deben asegurarse de no repetir los errores cometidos en Estados Unidos con su norma de derechos de autor, la cual viene siendo exportada al mundo a través de los tratados de libre comercio”.

Ahora, a pesar de estar amenazada en ciertos aspectos, la red ha logrado dar pasos significativos hacia su manejo independiente. En pocos meses se debe conocer el resultado del proceso que separará definitivamente el control técnico de internet del gobierno de Estados Unidos.

Si bien internet en buena parte es manejada de forma independiente, la organización que se encarga de gestionar técnicamente la red era una institución supervisada hasta cierto sentido por una rama del Departamento de Comercio de este país, con el que sostenía un contrato para garantizar su propia operación.

Hace unos meses, esta organización, conocida como Icann, le entregó al Departamento de Comercio la propuesta formal para separar el gobierno de internet de uno de los gobiernos más influyentes del planeta.

La propuesta incluye dos grandes temas. El primero tiene que ver con el manejo de la base de datos con la cual se asignan los dominios de internet, así como otras tareas que incluyen la redacción de protocolos que permiten su funcionamiento. El segundo está relacionado con el fortalecimiento del Icann, haciéndolo más transparente y responsable, pues de nada sirve buscar independencia sin garantizar un buen manejo.

Se espera que todo el proceso finalice lo más pronto posible (el plazo es septiembre) para así independizar todo este tema del resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.

Si bien la primera página web fue creada el 6 de agosto de 1991, ésta sólo era visible para investigadores al interior del CERN. El 23 de agosto de ese año nuevos usuarios, por fuera del centro de investigación y por invitación de sus creadores, pudieron consultarla. Poco menos de dos años después, el CERN liberó el código de la web, permitiendo así el acceso global y gratuito para comenzar a desarrollar la mayor herramienta de comunicación de la humanidad.