Desde que llegó al trono de Pedro, el papa Francisco ha pedido perdón varias veces a las víctimas de los abusos de algunos sacerdotes y por el silencio cómplice de la jerarquía eclesiástica. El pontífice también ha reconocido las terribles consecuencias que sufren las víctimas menores de edad.

“Hoy el corazón de la Iglesia mira los ojos de Jesús en esos niños y niñas y quiere llorar. Pide la gracia de llorar ante los execrables actos de abuso perpetrados contra menores. Actos que han dejado cicatrices para toda la vida. Sé que esas heridas son fuente de profunda y a menudo implacable angustia emocional y espiritual. Incluso de desesperación. Muchos de los que han sufrido esta experiencia han buscado paliativos por el camino de la adicción. Otros han experimentado trastornos en las relaciones con padres, cónyuges e hijos. El sufrimiento de las familias ha sido especialmente grave ya que el daño provocado por el abuso, afecta a estas relaciones vitales de la familia. Algunos han sufrido incluso la terrible tragedia del suicido de un ser querido. Las muertes de estos hijos tan amados de Dios pesan en el corazón y en la conciencia mía y de toda la Iglesia”, se lamentó Francisco en 2014.

Lo ha repetido varias veces, la última en septiembre del año pasado, cuando anunció que «cuando se haya probado que un religioso ha cometido abusos sobre un menor no podrá presentar recurso alguno a su condena y aseguró que jamás le concederá la gracia».

Pero estos escándalos sexuales lo persiguen y han provocado, según Latinobarómetro, que su imagen se haya deteriorado, principalmente en América Latina. De acuerdo un estudio de opinión pública que Latinobarómetro aplica anualmente en 18 países de la región, la calificación al papa ha caído notablemente. De una nota de 7,2 que recibió en 2013, cuando asumió el cargo, hoy tiene 6,8.

Los resultados del Latinobarómetro ponen de relieve la caída generalizada de la confianza en la Iglesia y la pérdida de fieles de la religión católica. Según explicó Marta Lagos, la directora de la ONG, la principal razón de esta situación son los abusos.

Lagos subrayó que la elección de Francisco en 2013 tuvo un «efecto positivo» en el catolicismo y posee el carisma necesario para recuperar una parte de la fe perdida.

La intervención del Vaticano a la congregación laica peruana Sodalicio de Vida Cristiana y las denuncias de abuso sexual por religiosos en Chile preceden la llegada del papa Francisco a estos países, a partir del 15 de enero y hasta el 21, donde encontrará a una Iglesia mancillada por su permisividad con los sacerdotes pederastas.

El escándalo en Chile

Francisco visitará Chile del 15 al 18 de enero, para luego seguir a Perú, donde estará hasta el 21 de enero. y aquí lo espera un tema muy complejo, que abarca a sacerdotes, diáconos y hasta una monja en una lista de casi 80 religiosos acusados de abusar de menores desde el año 2000, según una base de datos de la ONG estadounidense Bishop Accountability.

«Lo publicamos antes de la visita de Francisco con la esperanza de que uno de sus acompañantes se lo haga notar y le haga tomar conciencia de que los obispos y líderes religiosos de Chile socavan su promesa de cero tolerancia», dice Ann Barrett-Doyle, codirectora de la ONG que desde 2003 publica archivos de abusadores de la Iglesia.

«El papa Francisco dice que llora por las víctimas, lo que queremos es que transforme esas lágrimas en acciones», agrega.

En la base de datos figuran casos emblemáticos como el de Karadima, denunciado en 2010 por varias víctimas. La justicia chilena dictaminó que el caso prescribió, pero el Vaticano declaró culpable de abuso sexual al influyente sacerdote y lo condenó a retirarse «a una vida de oración y penitencia».

«La Iglesia Católica chilena reacciona exactamente igual que el resto del mundo», ante los abusos sexuales, dice a la AFP José Andrés Murillo, uno de los denunciantes de Karadima y director de la Fundación para la Confianza, que batalla contra el abuso infantil en Chile.

Murillo percibe gestos contradictorios. «Cuando Francisco es elegido papa da señales de sentido común (….). Pero al mismo tiempo no cambian los protocolos, no hay acciones concretas que vayan acorde con las palabras de tolerancia cero».

Los abusos en Perú

El caso emblemático en Perú es el de Sodalitium Christianae Vítae, el nombre original de la congregación en latín, con el cual fue creada en 1971.

Su fundador, Figari, de 70 años, vive confinado en Roma bajo protección de un decreto vaticano que le prohíbe regresar a Perú, donde desde diciembre enfrenta un pedido de prisión preventiva de la fiscalía.

El Vaticano no lo expulsó de la organización por considerarlo «mediador de un carisma de origen divino».

El Sodalicio, reconocido por Juan Pablo II en 1997 como una sociedad de vida apostólica de derecho pontificio, es dirigido por laicos y regenta varios colegios católicos en Perú. Hace más de un año admitió que al menos cuatro de sus líderes laicos, entre ellos Figari, cometieron abusos a 19 menores de edad y 10 mayores entre 1975 y 2002.

El Sodalicio se expandió a Colombia, Chile, Argentina, Brasil, Estados Unidos, Costa Rica, Ecuador e Italia. Además, hay dos investigaciones judiciales contra sacerdotes por abusos de menores en Perú y un cura español está en prisión preventiva.

En ninguno de esos países tiene previsto recibir a las víctimas de abusos, una conducta que marcó sus visitas a México cuando se negó a reunirse con las víctimas del líder de la congregación Los Legionarios de Cristo, el sacerdote mexicano Marcial Maciel (fallecido en 2008).

«¿Para qué pedir una audiencia con el papa? Las víctimas de Marcial Maciel se lo pidieron y la negó. También las víctimas de (el sacerdote chileno Fernando) Karadima. Sabemos de antemano que se negará», dice Salinas.

Los activistas prevén la publicación simultánea el viernes, en Santiago y en Lima, de una carta abierta suscrita por víctimas, abogados y laicos, con el fin de recordar al papa que tiene una deuda pendiente con las víctimas.

La designación de un comisario apostólico en el Sodalicio busca acallar las recriminaciones que las víctimas hacen al Vaticano, al que cuestionan que siga protegiendo al fundador de esa congregación, el laico Luis Fernando Figari.

Pero «la medida puede reflejar un doble discurso del Vaticano», debido a que no expulsa a Figari, dice a la AFP el periodista de investigación peruano Pedro Salinas, coautor del libro «Mitad monjes, mitad soldados», que destapó el escándalo del Sodalicio en 2015.

*Con información de EFE y AFP