Le habían enterrado, pero Luis Enrique sigue muy vivo: artífice de una remontada milagrosa el miércoles frente al París Saint-Germain (6-1), el entrenador ha marcado su última etapa con una hazaña de leyenda en Liga de Campeones.

En España, las remontadas eran habitualmente recordadas de las noches europeas del Real Madrid, pero gracias a Luis Enrique, exmadridista pasado al enemigo, el Barça tiene ahora una histórica ‘remuntada’ (remontada en catalán) bien merecida por un equipo que maravilló al planeta fútbol en el Siglo XXI.

«Es un milagro», dijo el central azulgrana, Gerard Piqué, tras el partido.

El jugador catalán conoce bien el fatalismo del público azulgrana, que conmemora en el minuto 17 y 14 segundos de cada partido el año 1714, fecha de una derrota militar.

«La gesta que le faltaba»

«La afición habitualmente es más pesimista, pero parece que la generación nueva cree más en el equipo», consideró Piqué, elogiando el comportamiento de una afición que, horas después del partido, seguía tomándose fotos delante del estadio.

Cinco veces campeón de la Liga de Campeones, el club azulgrana necesitaba una victoria épica como esta para dejar atrás su imagen de equipo demasiado cerebral.

«El Barça de Luis Enrique volvió a demostrar que es el equipo con más capacidad de supervivencia que ha tenido el club», analizó en un editorial el director del diario Sport, Ernest Folch, convencido de que el Barcelona «logró ayer la última gesta que le quedaba por conquistar».

Y ya está en cuartos de final de la Champions por décima vez consecutiva, todo un récord, y su nombre asociado a una de las mayores gestas de la historia del fútbol, gracias a Luis Enrique.

Atacado sin piedad tras la debacle en la ida (4-0), el técnico es ahora el blanco de todos los elogios: ¿acaso no había profetizado el marte que su equipo marcaría seis goles?

«Se merece todos los elogios»

Lo que se interpretó como arrogancia, era «fe», aseguraba el miércoles el entrenador asturiano, de 46 años.

Luis Enrique no escondió su alegría en el momento del gol salvador de Sergi Roberto, que había entrado poco antes en el terreno de juego: Luis Enrique saltó al césped, apretando los puños y lanzándose a la hierba de rodillas.

«Me dejé algún menisco pero valió la pena», sonrió el técnico, feliz de comulgar con su plantilla y abrazar a todas sus figuras, entre ellas Leo Messi, con quien ha tenido sus más y sus menos.

Su gestión de las tres semanas entre la derrota de París el 14 de febrero y la hazaña del 8 de marzo es todo un ejemplo. Encontró soluciones tácticas para reactivar su equipo con un atrevido 3-4-3 y, sobre todo, eligió el buen momento para anunciar su marcha del equipo al final de la temporada.

Tras conquistar ocho títulos de diez posibles y con la posibilidad de conseguir otros tres, Luis Enrique se irá en junio, víctima del desgaste, pero se irá con el recuerdo de una noche histórica.

«Muchas veces se ha sido injusto con él, mañana se merece todos los elogios«, dijo Piqué tras el partido.

Es difícil no pensar que tras salir del infierno, el Barça no va a hacer todo lo posible para llegar al paraíso en primavera.

Apasionante final de temporada 

«Nos va a dar más energía si cabe para seguir en todas las competiciones», afirmó el presidente del Barça, Josep Maria Bartomeu, al que le habría gustado que Luis Enrique siguiera la próxima temporada.

«Moralmente, esta victoria aporta mucho», insistió Piqué.

Ya en su primera temporada en 2014-2015, Luis Enrique ganó un triplete Liga-Copa-Liga de Campeones, que puede volver a repetir en su última campaña: líder de la Liga y finalista de la Copa, con su hazaña del miércoles también sigue vivo en la Liga de Campeones.

«Estamos en cuartos y eso no va a gustar a otros equipos», advirtió Luis Enrique.