El 1 de mayo de 2007, el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, anunciaba alegremente el pago de una millonaria deuda que su país tenía con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Acto seguido, el mandatario dijo que se retiraría formalmente de este organismo financiero, al considerar que servía «a los intereses del imperio».

Pero mucho ha cambiado desde aquellos años de Chávez. El más obvio es, sin duda, que el líder de la Revolución Bolivariana falleció en 2013. Otro cambio evidente es que la bonanza petrolera de esos años también se esfumó y hoy Venezuela vive una crisis económica, política y sanitaria sin precedentes en su historia. 

La llegada del coronavirus a América Latina encendió las alarmas sobre la situación médica venezolana. La grave crisis económica ha provocado también el colapso sanitario del país, algo que evidenció el último Índice de Seguridad Sanitaria Global, elaborado por un panel de expertos internacionales, en el que Venezuela quedó en el puesto 176 de un total de 195 países evaluados.

Para los especialistas del sector médico, Venezuela carece un sistema de salud «capaz de dar respuesta» a la pandemia del coronavirus. Maduro habla de 33 contagiados en el país, pero el número podría ser mayor, debido a la poca infraestructura con la que cuenta el país para hacer las pruebas.

Aislado por la región y por las sanciones económicas que se le imponen desde Washington, Nicolás Maduro sorprendió la semana pasada haciendo un llamado a Brasil y Colombia para «dejar atrás sus diferencias» y enfrentar en conjunto la crisis, que en la región ya ha dejado más de 1.000 contagiados.

Tanto las autoridades brasileñas, como colombianas, que por dos años se mostraron reacias a si quiera tener una comunicación con el gobierno de Maduro, ya habrìan contactado a funcionarios del gobierno chavista, según dijo Maduro. 

Sin embargo, el gesto más sorprendente ocurrió este martes, cuando el presidente venezolano, de su puño y letra, envío una carta al Fondo Monetario Internacional solicitando un millonario préstamo para enfrentar la pandemia. El primero que pide Venezuela a este organismo en 19 años.

«Acudimos a su honorable organismo para solicitarles su evaluación, respecto a la posibilidad de otorgarle a Venezuela una facilidad de financiamiento por 5 mil millones de dólares del Fondo de Emergencia del Instrumento de Financiamiento Rápido (IFR)», dice la carta firmada por Maduro y difundida este martes.

Lejos quedaron las palabras que Maduro pronunció el 10 de marzo, hace apenas 7 días, cuando decía que su gobierno contaba con «todos los recursos necesarios para que el país esté dotado (…) y enfrentar a esta epidemia tan peligrosa».

Más lejos quedaron aún las palabras ofensivas que Maduro le ha dirigido al FMI en reiteradas ocasiones. Con frecuencia, el mandatario venezolano ha acusado al organismo de imponer «paquetes económicos» a los países de América Latina y el Caribe, y ha dicho que el organismo multilateral es «el principal instrumento del demonio en el mundo».

«Quien le entregue nuestro país al Fondo Monetario sería un gran traidor, y el pueblo tendría derecho a irse a las calles otra vez», pronunció Maduro durante un discurso en octubre de 2019, poco después de celebrar que Ecuador desestimara una serie de medidas económicas sugeridas por el FMI.

La crisis del coronavirus ha golpeado fuertemente las finanzas venezolanas, ya maltrechas por las fuertes sanciones económicas internacionales y la descarnada lucha de poder que se vive en el país. El chavismo cada vez tiene menos capacidad de maniobra financiera. El petróleo esta en precios mínimos (24 dólares) y el pronóstico de una contracción del 10% para este año que ha hecho el Fondo Monetario Internacional (FMI) posiblemente será mayor por el paso del brote.

«Para el gobierno, el panorama cambió en 15 días», dijo a la AFP Asdrúbal Oliveros, director de la consultora Ecoanalítica.

El gran problema del gobierno es el flujo de caja, apuntó Oliveros. El derrumbe del crudo le costaría a Venezuela un déficit de 6.000 millones de dólares y «eso es crítico», porque el margen de maniobra de Maduro es mínimo.

«Si a eso les sumamos la crisis del coronavirus, la situación se pone bien compleja», añadió.

Sobre si la jugada de Maduro fue buena o no, algunos expertos consideran que ha sido «magistral», pues en época de pandemia sería políticamente costoso para el FMI no acceder a prestar el dinero al gobierno chavista. La lógica de Maduro para pedir este préstamo, dicen, no es económica, sino política. Buscar un reconocimiento.

«Pidiendo el préstamo, Maduro presiona al FMI en un momento en que está dispuesto y hasta necesitado para prestar dinero; y presiona también a Estados Unidos, su principal accionista, para que le suavicen las sanciones», explica un economista bajo anonimato al portal venezolano Caraota Digital.

En caso de aceptar la petición, Maduro no solo sería reconocido en un momento en el que su legitimidad es cuestionada por más de 60 países, sino que tendría unos recursos que le permitirán aliviar mucho la caja de las finanzas del gobierno, fuertemente golpeadas por las sanciones de Washington. El dinero del FMI seriviría para compensar los efectos de la paralización de facto del mercado petrolero mundial y también la de los recursos con los que elude las sanciones, como el oro.

Pero si el FMI se niega, algo que parece muy probable dado el historial de las relaciones entre Venezuela y este organismo, el presidente venezolano podría aporvecharse de ello.

«El gobierno venezolano podría aprovechar esto para reforzar la narrativa de que son el bloqueo y las sanciones los culpables de que Venezuela no pueda atender la pandemia del coronavirus», explica Pedro García Otero en la Caraota Digital.

El FMI, adicionalmente, aún se debate sobre si reconocer o no a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela; lo discutió en 2019, y pese a toda la presión que hizo Estados Unidos para lograr que se le diera el estatus de jefe de estado al presidente del Parlamento, aún mantiene sus relaciones con el régimen.

No obstante, otros analistas consideran que la petición del préstamo al FMI no es una jugada tan astuta de Maduro. Tras la decisión de Chávez de 2007, Venezuela y especialmente el Banco Central de Venezuela (BCV) y los ministerios dedicados a la economía del país dejaron de tener relaciones con los representantes del FMI. Estos encuentros servían para que el organismo multilateral tuviera conocimiento de primera mano de la situación macroeconómica de las naciones.

«Veo poco probable» que el FMI acceda, dijo Oliveros. «Va a exigir algunas garantías mínimas, como cierta asistencia técnica, rendición de cuentas, organismos internacionales que manejen los recursos, contralor de la (opositora) Asamblea Nacional», observó.

«La pregunta es si Maduro está dispuesto a aceptar esas condiciones», añadió.

Además, un endeudamiento así requiere de aprobación de la Asamblea Nacional, que en la actualidad se encuentra en desacato por órdenes del Tribunal Supremo de Justicia venezolano (TSJ). Si el FMI accediera a prestar el dinero, el gobierno chavista tendría que reconocer al actual Parlamento, a su líder (Guaidó) y acatar las decisiones que esta tome, como por ejemplo la de tener una presidencia interina.