Paraguay le ha declarado la guerra a un mosquito: el aedes aegypti, que se ha convertido en el enemigo público numero uno y eliminarlo es la única forma de prevenir el contagio de los peligrosos virus del dengue, el chikunguña y el zika, extendidos ya por varios países de Suramérica.

Según el Gobierno, la alta infestación del mosquito aedes aegypti en Paraguay, que cerró 2015 con 16.516 casos confirmados de dengue y cinco muertes por esa enfermedad, se debe a la gran proliferación de criaderos en las calles y en las casas.

Estos surgen en todo tipo de recipientes abandonados o acumulados como neumáticos en desuso, cubos descartables, platos de macetas o bolsas de plástico donde se almacena el agua, el caldo de cultivo perfecto para que el temido mosquito se reproduzca sin cesar.

Para acabar con esa plaga, día a día, y casi puerta a puerta, funcionarios del Gobierno intentan concienciar a la población de esos peligros, una campaña que no es nueva para los paraguayos, que sufren el dengue desde que se instaló de forma endémica en el país en 2009.

Así, brigadas del Servicio Nacional de Prevención del Paludismo (Senepa) se encargaron hoy de localizar y eliminar los criaderos de una zona residencial de Asunción, que cuenta con barrios con más del 50 % de índice de infestación del mosquito, según el Ministerio de Salud.

«La recomendación básica es dedicar diez minutos a la semana a buscar criaderos potenciales en casa y eliminarlos», dijo a Efe Edgar Sanabria, jefe del Programa Nacional de Control Vectorial del Dengue, dependiente del Senepa.

«Vaciar jarrones con agua y eliminar cualquier posible recipiente del patio, pero también preocuparse por la basura en la calle cerca de casa, en terrenos baldíos o abandonados y reclamar a las instituciones para que sepan dónde ir a limpiar» recalcó Sanabria.

Sin embargo, el funcionario admite que «hay una desidia ciudadana», y recordó que esa falta de conciencia favoreció que en 2013 se produjera la mayor epidemia de dengue de la historia de Paraguay, con 150.000 casos registrados de la enfermedad, que se cobró 252 vidas, en un país de 6,7 millones de habitantes.

«Sin agua estancada no hay mosquito y sin mosquito no hay dengue. Esa es la ecuación correcta», insistió Sanabria mientras acompañaba por el barrio a trabajadores del Senepa y del Ministerio de Salud.

Previa solicitud a los dueños, las brigadas ayudaron a limpiar los patios, dieron consejos y fumigaron si lo consideraron necesario.

Un final de proceso que no hizo falta aplicar en la casa de Erwin Krone, un jubilado de la Armada paraguaya que sacó pecho por no haber tenido nunca dengue.

Según dijo a Efe, su receta consiste en fumigar con un combinado natural de citronela y cedrón kapi’i, una de las plantas medicinales más populares de Paraguay.

«Todos alrededor han tenido dengue, pero en esta casa no le dejamos entrar. Yo fumigo con esta fórmula el patio y la casa y los mosquitos se van como diablo que perdió el poncho», rebeló.

Además del dengue, Paraguay registró también en 2015 4.292 casos confirmados de chikunguña.

Y está además en alerta, como Brasil y otros países de la región, por el virus del zika, que ha provocado que sea incluido en una lista de 14 países de América a los que Estados Unidos recomienda no viajar a mujeres embarazadas.

Ello es debido a la posible relación de infección del zika en embarazadas y el nacimiento de niños con microcefalia (cabeza pequeña con problemas neurológicos).

«Esto es una guerra y tenemos que estar juntos. Nuestro enemigo es el mosquito», dijo recientemente el Ministro de Salud de Paraguay, Antonio Barrios.