El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, condenó este lunes el ataque suicida contra un hospital de la ciudad baluchi de Quetta (oeste) que dejó 69 muertos y 108 heridos, un acto violento que calificó de «particularmente abominable» al ir dirigido contra civiles indefensos.

A través de un comunicado, Ban llamó al Gobierno del país a hacer «todo lo posible por garantizar la seguridad de la población y llevar a los responsables ante la justicia».

Asimismo, aprovechó para trasladar sus condolencias a las víctimas y sus familias, así como para hacer llegar su «solidaridad con el pueblo de Pakistán».

Un hombre con ocho kilos de explosivos hizo detonar las bombas en la entrada de emergencias del Hospital Civil de Quetta, adonde poco antes había sido llevado ya sin vida el presidente de la Asociación de Abogados de Baluchistán, Bilal Anwar Kasi, asesinado en horas de la mañana a tiros por un grupo de hombres sin identificar.

El ataque de hoy es uno de los más graves en lo que va de año en Pakistán, sólo superado por el atentado suicida en un parque de Lahore que causó 73 muertos y más de 350 heridos en marzo.

El jefe de gobierno de Baluchistán, Sanaullah Zehri, declaró al canal de televisión Geo que se trató de un ataque suicida «planeado», que contaba con que el atentado contra el abogado suscitaría la llegada de otros letrados al hospital.

«Sabían que dispararían al abogado y que otros abogados irían al hospital. El suicida hizo explotar las bombas que portaba cuando los abogados fueron al hospital», dijo Zehri.

El político indicó que se desconoce quién está detrás del ataque y subrayó que los grupos insurgentes se están centrando en objetivos «blandos».

Mientras, el grupo talibán Jamaat ul Ahrar, escisión de la principal formación insurgente de Pakistán, el Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP), reivindicó el atentado.

«Esta mañana un muyahidín mató al presidente de la Asociación de Abogados de Baluchistán y después mató a muchos abogados y funcionarios que protestaban por su muerte», afirmó en un correo electrónico enviado a los medios la organización, responsable del ataque en un parque de Lahore (este) que causó 73 muertos en marzo pasado.

Jamaat ul Ahrar no indicó el motivo de los ataques, pero amenazó con nuevos atentados.

La insurgencia paquistaní ya había usado está táctica de dobles atentados en el pasado: en diciembre de 2013 un suicida mató con sus bombas a 30 personas en el entierro de un policía asesinado un día antes en Quetta.

El primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, condenó las muertes en un comunicado en el que afirmó que «no se permitirá a nadie perturbar la paz» y viajó a Quetta, donde visitó a heridos en el ataque.

El jefe del todopoderoso Ejército del país asiático, Raheel Sharif, llegó a la ciudad pocas horas después del atentado y anunció operaciones militares para detener a los autores del atentado.

En los últimos meses varios abogados han sido atacados en la provincia de Baluchistán, región suroccidental donde operan grupos armados de corte separatista, además de facciones talibanas y grupos yihadistas.

Hace menos de una semana el abogado Jahanzeb Alvi fue asesinado por atacantes sin identificar, y en junio el director de la Facultad de Derecho de la Universidad de Baluchistán, Amanullah Achakzai, fue también tiroteado.

La Asociación de Abogados de Pakistán anunció que protagonizará una huelga general mañana y ha declarado una semana de luto.