El Senado argentino ha desperdiciado, con su rechazo al proyecto para legalizar la interrupción voluntaria del embarazo, una «oportunidad histórica» para el ejercicio de los derechos humanos de mujeres y niñas, así como para ser un ejemplo para la región, sostuvo hoy Amnistía Internacional (AI).

«Los legisladores argentinos eligieron hoy darle la espalda a cientos de miles de mujeres y niñas que se manifestaron por sus derechos sexuales y reproductivos», expresó la directora ejecutiva de AI Argentina, Mariela Belski, en un comunicado.

El «no» de los senadores al proyecto, que abría la puerta a la interrupción voluntaria del embarazo hasta las 14 semanas de gestación y que ya contaba con la aprobación de la Cámara de Diputados, perpetúa un sistema que lleva a continuar con los abortos «clandestinos e inseguros». La votación concluyó con 31 votos a favor, 38 en contra y dos abstenciones, de un total de 72 escaños.

Uno de los congresistas más alabados por su intervención fue la de Pino Solanas, senador por la ciudad de Buenos Aires, quien al reconocer la derrota de la ley dedicó sus últimas palabras para felicitar a las mujeres por su valentía y esfuerzo en la campaña. “Esto es un triunfo monumental porque hemos logrado colocarlo en el debate nacional”, aseguró.

Luis Naidenoff, senador por Formosa y presidente de Cambiemos en la Cámara alta, también respaldó el proyecto. Comenzó por destacar que es un hombre religioso, aunque determinó que la vida íntima no es la que tiene que decidir las cuestiones del país.

“Las creencias tienen mucho que ver en el voto de los senadores, pero tienen que ver con el foro íntimo. Yo soy un hombre de fe, soy católico y vaya si tengo fe y me aferro a ella en mi vida”, aseguró Naidenoff, “Pero diferencio la creencia del rol del Estado, porque me formé en un partido que tiene una visión laica”, sentenció.

“El aborto es una situación no deseada y es un verdadero drama social. El camino que eligió la Argentina para frenarlos, el camino punitivo, fracasó: se aborta, lo sabemos, ocurre a plena luz del día. Este fracaso del modelo punitivo profundizó la clandestinidad y yo estoy convencido de que la clandestinidad viene de la mano de un negocio, que tiene la marca del dinero y el sello de la desigualdad”, remató el congresista quien hace un mes vivió una tragedia personal cuando su esposa y su hijo murieron en su casa al inhalar monóxido de carbono.

La senadora Gladys González rompió en llanto al exponer su defensa al proyecto de ley. La congresista se refirió a “los sueños de sus hijas y de las argentinas”. González declaró que “si tienen que hacerlo (el aborto), que lo hagan seguras, acompañadas, con el amor que necesitan para transitar ese difícil y doloroso momento. Sueño con una vida sin violencia y sin discriminación”, afirmó.

“De corazón lo digo: sueño para las mujeres argentinas lo mismo que para mis hijas. Que se enamoren, que planifiquen tener sus hijos como yo lo planifiqué. Sueño con que no tengan que tomar nunca esa decisión”, sostuvo la legisladora.

El senador de Chubut, Alfredo Luenzo, fue incisivo en que el debate debía concentrarse en la clandestinidad. “No se trata de aborto sí o aborto no. Acá estamos discutiendo aborto legal o aborto clandestino. No tenemos que buscarle más vueltas», afirmó. Además, reconoció que la sociedad argentina era machista, y abogaba por un pronto cambio.

“Hay que reconocerlo. Somos machistas en recuperación. Tenemos que hacernos cargo del proceso de aprendizaje. Ojalá que terminemos rápido de aprender, para que todos seamos iguales ante la ley», sentenció. «Dicen defender las dos vidas y esto es una falacia, quieren forzar a las mujeres a ser madres, ¿qué es la mujer? ¿Un objeto? ¿Una incubadora?», agregó Luenzo.

En la sesión, también intervino la expresidenta y actual senadora Cristina Kirchner, en su primera aparición pública en semanas. Al defender la iniciativa, Kirchner sostuvo que «se puede estar de acuerdo o no, pero lo más grave de esta noche es que estamos rechazando un proyecto sin proponer nada alternativo y la situación va a seguir siendo la misma», en alusión a los abortos clandestinos que ONG calculan en unos 500.000 al año.

Kirchner, que durante sus dos mandatos (2007-2015) se rehusó a presentar el proyecto de ley, aseguró en el Senado que «fueron las miles de chicas que se volcaron a la calle quienes me hicieron cambiar de opinión».