Las imágenes que lo mostraron sangrando por la nariz tras ser golpeado con un tubo, entre puñetazos y patadas, acapararon hace siete meses portadas de la prensa, pero actualmente, Julio Borges, el nuevo presidente del Parlamento venezolano, es uno de los opositores que más incomoda al chavismo.

Estaba en las afueras de la sede del poder electoral para exigir un referendo revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro, pero exaltados seguidores del chavismo lo insultaron y agredieron con un tubo metálico, que lo mandó al médico.

No era la primera vez que lo golpeaban en acaloradas discusiones políticas. En 2013, cuando Borges veía una pelea entre parlamentarios oficialistas y opositores en el hemiciclo, un diputado chavista lo buscó «para romperle la cara».

El abogado de 47 años es descrito por personas cercanas como un hábil y efectivo operador político, que provoca reacciones viscerales.

El dirigente asumió la presidencia de la Asamblea este jueves, en sustitución del veterano Henry Ramos Allup, de 73 años, por acuerdo de la mayoría opositora.

Asciende a su escalón más alto en política, luego de que la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ganara las elecciones parlamentarias de 2015, quebrando 17 años de hegemonía chavista en el Legislativo.

Entre golpes y elecciones 

Primero Justicia, partido que fundó en 2000, es hoy el principal de la oposición, con varios diputados y alcaldes, y un dos veces candidato presidencial, Henrique Capriles, quien enfrentó a Hugo Chávez en 2012 y a Maduro en 2013, con quien perdió por mínima diferencia.

A diferencia del verbo de fuego de su predecesor, Borges es «comedido y quizá muy prudente; piensa mucho antes de decir y hacer las cosas, es muy paciente», concordaron en declaraciones a la AFP fuentes cercanas al diputado.

Cuando otros opositores exigían tomar las calles para forzar la salida de Maduro, Borges insistió en que el voto era la vía para lograr un cambio.

Pero la polémica también lo ha tocado. En abril de 2002, durante el golpe de Estado que sacó a Chávez, su partido pidió la renuncia del presidente. Él mismo lo hizo frente a las cámaras, lo que le ha valido entre el chavismo el calificativo de «golpista».

Pocos años después, confesó en una entrevista al diario Últimas Noticias que se arrepentía de la posición de su partido durante el golpe y el paro petrolero de 2003.

En 2005, cuando la mayoría de la oposición se marginó de las elecciones parlamentarias de ese año -por considerar que el sistema electoral estaba corrompido- el diputado acudió y votó nulo.

El abstencionismo, reconocieron dirigentes como Ramos Allup, fue uno de los principales errores de la oposición, porque cedió todo el terreno al chavismo para la aprobación de leyes estratégicas en el poder.

Una cabeza fría

Borges llega a la presidencia de la Asamblea en un momento en que la MUD está dividida tras la suspensión en 2016 del proceso para un revocatorio del mandato de Maduro y del inicio de un diálogo con el gobierno.

«Con Borges puede iniciar un enfriamiento de la política. Él es racionalidad en medio de una situación hirviente», dijo a la AFP el politólogo Luis Salamanca.

Salió del anonimato con el programa televisivo «Justicia para todos», cuando Primero Justicia era una asociación civil.

Es abogado de la Universidad Católica Andrés Bello, con posgrado en Filosofía Política y Social del Boston College, y en Políticas Públicas y Estudios de América Latina de Oxford.

En su camino ha perdido aliados, como el opositor preso Leopoldo López o los dirigentes Gerardo Blyde y Liliana Hernández, con quienes fundó Primero Justicia, pero que luego se separaron.

«A veces es difícil hacer equipo con él, porque trata de imponerse en momentos clave. Incluso ha tenido diferencias con Capriles, por el diálogo con el gobierno», aseveró una fuente cercana al diputado.

Borges, quien lleva el mismo reloj de plástico amarillo desde hace años y conduce una pequeña moto, disfruta, según sus amigos, de comer en casa, con su esposa Daniela Matheus y sus cuatrillizos (tres niños y una niña de 10 años).