Luz Mariela Santafé Acevedo, una jueza militar de Venezuela vinculada a procesos de captura contra estudiantes y presos políticos, llegó a Colombia para pedir asilo político.

Uno de los casos emblemáticos por el que es reconocida la polémica jueza es el del diputado, Gilber Caro, quien fue acusado de “traición a la patria” y pasó por varias cárceles (militares y civiles) por más de año y medio.

La mayor que había estado al servicio de los Tribunales Militares en el estado de Carabobo informó que se comunicó con Caro para pedirle disculpas por su “injusto encarcelamiento y la violación a su figura como diputado”.

El parlamentario confirmó este miércoles que la magistrada lo llamó para pedirle perdón a él y a los venezolanos. «Durante el juicio de 18 meses le dije a la jueza que Dios y la vida me presentarían un momento justo para perdonarla», expresó.

Caro fue liberado el 2 de junio pasado, junto con otros 39 opositores, por orden de la oficialista Asamblea Constituyente que rige el país.

Según Santafé, la decisión de irse la tomó “al igual que todos los venezolanos, buscando un futuro para mis hijos. A la situación político social que vive el país”.

Por su parte, el grupo Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex) denunció hoy en Miami que la violó los derechos humanos, por lo que el país debería negarle dicho estatus.

«Ninguna persona que haya perseguido y violado derechos humanos es merecedora de asilo o refugio de acuerdo con los convenios internacionales», manifestó en un comunicado José Antonio Colina, presidente de Veppe, quien añadió que la jueza «procesó y encarceló ilegalmente a estudiantes durante las protestas» opositoras de 2017 en Venezuela.

La mujer afirmó en una entrevista con la cadena televisiva EVTV Miami, que decidió irse porque su “salud física y mental estaba en riesgo”, además afirmó que “sólo tenía que cumplir órdenes. Entré a las Fuerzas Armadas por un sueño, pero antes de ingresar también firmé un contrato”.

Santafé también argumentó que fue “fiel cumplidora de las órdenes dadas, porque dentro de las Fuerzas Armadas hay miedo, y es difícil dar una opinión que se puede convertir en un delito”.

“Me arrepiento de no irme en el momento en que no me sentía bien. Yo amaba mi papel ocomo juez, pero lamentablemente me vi envuelta en una serie de comentarios que me tildaban edo violadora de derechos humanos, como asesina, y no se ha hecho algo para rebatir esas opiniones que me afectan y que causan odio contra mi», concluyó.