No en vano escribió “el arte del trato”. Con la tensión en alza en el vecindario de Corea del Norte, era de esperar que los blancos más cercanos del régimen totalitario, Corea del Sur y Japón empezaran a invertir aún más en equipos militares para defenderse. El negocio estaba servido en bandeja de plata y lo único que le faltaba a la fórmula era alguien que quisiera hacerlo.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció hoy que permitirá la venta de «equipo militar altamente sofisticado» a Japón y a Corea del Sur, países vecinos del régimen norcoreano de Kim Jong-un y amenazados por sus últimos ensayos atómicos.

«Voy a permitir a Japón y a Corea del Sur comprar una cantidad sustancialmente mayor de equipos militares altamente sofisticados de Estados Unidos», señaló Trump en Twitter.

De acuerdo con la ley de Estados Unidos para las exportaciones de armas, el presidente debe informar al Congreso 30 días antes de hacer una venta de armas valorada en 14 millones de dólares o más, aunque existen excepciones para agilizar la venta de armamento a Japón.

Las declaraciones del mandatario se producen después de que Corea del Norte realizara este domingo su sexto ensayo atómico y el más potente hasta ahora, con un artefacto termonuclear -supuestamente una bomba de hidrógeno- que, según Pyongyang, puede instalarse en uno de sus misiles balísticos intercontinentales.

La intensificación de las pruebas armamentísticas de Corea del Norte, que el pasado martes lanzó además un misil que sobrevoló el norte del territorio japonés antes de caer al Pacífico, ha suscitado la condena de la comunidad internacional y amenaza con desencadenar una escalada armamentística en la región.

Precisamente, el Ejército surcoreano llevó a cabo hoy por segundo día consecutivo ejercicios militares con fuego real, y planea más maniobras conjuntas con Estados Unidos a lo largo de la semana, que podrían incluir el despliegue de portaaviones de propulsión nuclear en aguas próximas a la península de Corea.

La salida negociada a la crisis parece cada vez más inviable, pero ese tipo de ensayos militares podrían convertirse en la clave de una solución diplomática. Desde hace años, China ha promovido el diálogo entre Corea del Norte y occidente. En 2003 fue la artífice de lo que se conoció como “diálogos a seis bandas” en los que EE.UU., las dos Coreas, Rusia y Japón se sentaron a negociar un acuerdo nuclear parecido al que logró Obama con Irán, y que logró que el país árabe limitara su uso de material radioactivo únicamente para producir energía eléctrica.

Los diálogos fallaron, pero China sigue insistiendo en lo que llama una “suspensión dual” en la que, a cambio de la eliminación gradual de los ejercicios militares entre los gobiernos de Seúl y Washington, los norcoreanos deberían desmontar sus fuerzas militares.