Colombia es uno de los países de la región que han respondido de manera loable al desafío migratorio. El Estatuto Temporal de Protección para migrantes Venezolanos (ETPV) fue uno de los tantos pasos agigantados para proteger al migrante e integrarlo a la vida productiva del país. Hasta ahora, Migración Colombia ha entregado 1.492.275 Permisos por Protección Temporal (PPT), el documento que regulariza el estado migratorio y permite el acceso a salud, empleo y educación. Sin duda, el enfoque inicial debía estar centrado en su recepción, asistencia de las necesidades inmediatas y regularización. Pero con el tiempo aparecen otro tipo de desafíos que también es importante resolver.

“Superado ese escenario, el desafío actual se plantea en torno a los esfuerzos por promover una integración exitosa en las nuevas sociedades de acogida donde se han establecido”, se lee en un documento del Proceso de Quito, un grupo de países de América Latina y el Caribe que busca coordinar acciones en torno a la recepción de migrantes venezolanos en el continente. Y uno de los elementos claves para esa integración es la reunificación familiar, un derecho que muchos pierden cuando se ven obligados a migrar.

“Al principio me hacía la fuerte, decía que migrar era un viaje más que me tocó, porque además no tenía muchas opciones. Pero sí me pegaba duro cuando llegaba la tarde y me sentaba al frente de la casa donde vivía en ese entonces, y no conocía a nadie. Yo migré con mi esposo y mis dos hijos, que estaban bebecitos. Y me encerraba en el cuarto con los niños, y me ponía a llorar, a extrañar. Perdí las visitas de mi cuñada, de mis suegros. Perdí el hablar con mi familia”, nos contó Aury Sambrano, una venezolana que vive en Cartagena.

Ella dice que la reunificación familiar sería fundamental para el desarrollo social y económico de su entorno. “Si estuviera mi hermana conmigo, seguro sería un gran apoyo. Yo tengo un emprendimiento de peluches, y ella sabe tejer y bordar. Y mi sobrino es muy bueno con el diseño y la fotografía, algo que también sería buenísimo para mi negocio. Uno siempre se acuerda de los talentos que tiene la familia, y de todo lo que podríamos lograr si nos apoyáramos. Pero tomar la decisión de cambiar de país no es fácil; hay un riesgo de que las cosas no prosperen”, agregó Sambrano.

Y lo que ella comenta no se aleja de las recomendaciones que han emitido algunas entidades. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) dice que con la presencia de las unidades familiares hay más posibilidades de asentarse e integrarse en la comunidad de acogida. “Una unidad familiar establecida conlleva más probabilidades de participación en la vida económica, social, cultural y política”, se lee en un documento publicado por la organización.

Agregan que la presencia de otros familiares en el país de acogida puede reducir los riesgos de abuso y abandono, así como la exposición a actos de explotación. Sin olvidar que las oportunidades de visitas regulares de familiares a migrantes temporales “pueden contribuir a reducir la incidencia de las estadías excesivas o la entrada irregular en el país”, como dice el informe de la OIM, en el que también comentan que, según expertos en salud, la separación a largo plazo de los familiares puede tener efectos negativos en el aspecto emocional, de desarrollo y de salud.

Por supuesto, el asunto ha sido contemplado a escala internacional. Recientemente, se incluyó la unidad de la familia en el marco de los “Principios interamericanos sobre los derechos humanos de todas las personas refugiadas, migrantes, apátridas y víctimas de la trata de personas”, adoptados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, como lo menciona el informe del Proceso de Quito. En el documento, también recuerdan que “la legislación nacional de algunos países de la región contempla y establece disposiciones sobre el derecho a la reunificación familiar de personas refugiadas y migrantes”.

El problema es que, en la práctica, como lo señalan en el Proceso de Quito, las familias que se han visto separadas en contextos de desplazamiento enfrentan muchos obstáculos en el proceso de reunificación, “que incluyen requisitos documentales y costos difíciles de cubrir, falta de información y apoyo, complejos y largos procedimientos, así como barreras logísticas para el viaje de familiares”, comentaron en el informe.

¿Qué está pasando en Colombia? El caso del ETPV

“Este tema no está contemplado en el Estatuto. Sí hacen referencia al principio de unidad familiar, e indican que este debe regir. También lo mencionan porque está relacionado con los menores de edad, pues el derecho a tener una familia y a no ser separado de ella es un derecho fundamental de los niños y adolescentes, pero no hay medidas específicas para protegerlo o materializarlo”, le explicó a este diario María Fernanda Orozco Naranjo, asesora de la Clínica Jurídica para Migrantes de la Universidad de los Andes.

En un documento publicado por la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V) explican que “la reunificación de niñas, niños y adolescentes que se encuentren en el país de origen, con sus padres y madres en Colombia no es posible hasta que la persona refugiada o migrante haya cumplido los 10 años del Permiso por Protección Temporal”, y así solicitar su residencia para luego pedir la reunificación.

Un dato clave: el ETPV está dirigido a los venezolanos en condición migratoria irregular que hayan ingresado al país antes del 31 de enero de 2021, así como para los que hayan entrado a Colombia por un puesto de control migratorio del 31 de enero de 2021 al 28 de mayo de 2023. Es decir, todavía hay oportunidad de acceder al ETPV; de hecho, los niños venezolanos que están escolarizados en Colombia también pueden acceder todavía. Pero hay un sector de esta población que se quedó por fuera.

“Y esto ocurrió por distintas razones: desconocimiento, falta de accesibilidad, problemas con las plataformas… Sigue habiendo un vacío al respecto, sobre todo de personas que siguieron ingresando de forma irregular y de personas que, estando en Colombia, por una u otra razón no pudieron acogerse”, agregó Orozco Naranjo. De ahí que la idea de reunificarse pueda ser aun más remota para algunos.

Tampoco hay que olvidar que ocurre lo contrario en el caso de los menores venezolanos que están en Colombia: el Instituto Colombia de Bienestar Familiar (ICBF) tiene 3.326 niños y adolescentes venezolanos a quienes se les están restableciendo sus derechos. De ese total, 1.168 se encuentran en hogares sustitutos o instituciones de protección, debido a que no tienen una familia garante de sus derechos. El ICBF creó la plataforma “Me conoces”, con la que pretenden reunirlos con su familia cercana.

“Una vez que se identifique al niño, se sigue el procedimiento que está establecido en la ley, y la familia tiene que decir: ‘Yo soy el abuelo o el papá’, y ahí entrar a un proceso de prueba de paternidad y maternidad para comprobar si es efectivamente la familia. Luego, se pasa al proceso de retorno al país vecino”, explicó hace unos meses Lina Arbeláez, exdirectora del ICBF, según el portal Info Pa’lante.

¿Y qué pasa con la condición de refugiados?

Orozco Naranjo agregó que pese a que el Decreto 216, que estableció el Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos bajo el Régimen de Protección Temporal, no establece medidas específicas de unidad familiar, el Decreto 1067, que acoge la regulación en Colombia sobre la solicitud de reconocimiento de condición de refugiado, sí menciona el tema de unidad familiar.

“En este caso, se establece que las personas podrán ser beneficiarias de la visa tipo M, cuando se da el reconocimiento de la condición de refugiado. Esto aplica para cónyuge, compañero permanente, hijos menores de edad, hijos mayores de 25 años que dependan económicamente de la persona que ha sido reconocida como refugiada o hijos en condición de discapacidad”, comentó la experta.

Y aquí habría que aclarar otro asunto: Orozco Naranjo explicó que mientras la persona es solicitante de reconocimiento como refugiado no puede acceder a un PPT. “A diferencia de los solicitantes que tienen un salvoconducto que no permite trabajar, el PPT sí lo permite. Esto ha llevado, en la práctica, a que mucha gente haya desistido de su solicitud de reconocimiento como refugiado para poder garantizar algunos derechos en el corto y mediano plazo”.

La reunificación en el terreno

Los escenarios pueden ser innumerables. Desde niños que cruzan la frontera solos y pierden el contacto con sus padres hasta familias que deben separarse en el camino y pierden el contacto por meses. También hay casos de madres que deben dejar a sus hijos en Venezuela o familias enteras que se dividen en la ruta para llegar a diferentes países de la región. ¿Hay oportunidad de reunificarlos?

John Urrego, director de programas de Aldeas Infantiles SOS Colombia, le explicó a este diario cómo funcionan algunos de los programas de reunificación. “Inicialmente podríamos encontrar niños que están en la ruta, en tránsito, y están separados de sus familias o están viajando solos. Cuando identificamos estos casos, y en articulación con las autoridades, podemos brindar algunas posibilidades de acogimiento temporal. Para esto, tenemos algunos espacios de atención. En ese proceso también iniciamos una evaluación de identificación y de las posibilidades que tiene este niño de ser reunificado”.

Cuando se dan esas posibilidades, “empezamos a buscar a la familia y nos articulamos con nuestros socios, que son organizaciones principalmente del sistema de Naciones Unidas, y con las autoridades donde esté la familia”, agregó Urrego, quien dice que se han presentado casos con distintos niveles de complejidad. “Hemos visto familias que están en Venezuela, familias que están en Colombia, y familiares que están en un tercer país como Ecuador, Chile o Perú. Por eso es importante articularnos con otras entidades, pues hay que hacer un proceso riguroso de verificación para poder pensar en esta reunificación”, comentó.

¿Y los retos? “Si la familia está en un tercer país que no es Colombia ni Venezuela, y no tiene su estatus migratorio resuelto, es un desafío complejo porque la articulación con las autoridades se hace imposible, y nosotros no podemos enviar a este niño. En estos casos también buscamos que la familia venga, pero el tema del estatus vuelve a ser un problema. Esta es una de las razones por las cuales los niños se quedan mucho tiempo en el sistema de protección en Colombia”, comentó John Urrego, quien dice que otro reto en este asunto tiene que ver con las familias que están en Venezuela.

“Tenemos la esperanza de que con el restablecimiento de las relaciones, esto empiece a funcionar mejor, porque con el cierre fronterizo era muy difícil, no teníamos una autoridad par con la que nos pudieran comunicar. Tampoco teníamos embajada ni embajador, ni con quien articularnos del sistema colombiano. Hay una esperanza que todavía no se materializa porque hasta ahora está iniciando la reapertura, pero hay avances importantes”, dice Urrego.

Otro reto: las familias que tienen vocación de permanencia en Colombia, pero aún tienen dificultades de acceso a medios de vida. “Es difícil porque no pueden brindarles la alimentación adecuada a sus hijos o su estatus migratorio muchas veces no es claro. Nosotros hacemos un trabajo para que esas familias superen esa situación y el niño pueda retornar (pues, por esta situación, muchos menores de edad pasan a un proceso administrativo de restablecimiento de derechos y entran al sistema de protección de Colombia), pero en ocasiones es difícil, lo que extiende aún más el proceso”, agregó.

Por otro lado, Doris Hernández, líder de Construcción de Paz y Doctrina Institucional de la Cruz Roja Colombiana, nos habló de otro tema importante: proteger los vínculos familiares. “Con esto nos referimos a las acciones encaminadas a proteger los vínculos mediante dos acciones: por un lado, trabajamos en la prevención tanto de la separación de las familias como de la desaparición de las personas. Y por el otro, brindamos apoyo a los familiares de las personas dadas por desaparecidas”, le comentó Hernández a este diario.

Ella explica que para lograr ese objetivo de proteger los vínculos, la Cruz Roja dispuso varios puntos de conectividad. “Hoy tenemos 28 puntos ubicados en 12 departamentos. Buscamos prevenir que se rompa el vínculo entre las familias y se den casos de desaparición”, sostuvo. Agregó que, en cuanto a la segunda estrategia para el caso de personas desaparecidas, la Cruz Roja Colombiana “dispuso rutas de atención, acompañamiento y una búsqueda que hacemos a través de nuestra red de vínculos familiares a escala mundial”.

Sobre este último aspecto, Hernández informa que la Cruz Roja recibe la solicitud de brindar apoyo en la búsqueda de varias maneras. “Una de ellas es cuando los familiares se encuentran en otros países, pero saben que su allegado está en Colombia. Una persona en Venezuela o Ecuador, por ejemplo, nos puede hacer llegar una comunicación donde nos cuenta el caso, y nosotros activamos, internamente con nuestras seccionales, la búsqueda con la información que nos da el familiar”, comentó.

Doris Hernández también comentó que cualquier persona puede acercarse a la Cruz Roja para acceder a estos servicios, no importa su estatus migratorio. “Estamos ante una situación de vulnerabilidad, y si la persona quiere restablecer el contacto con su familia, desde luego que hacemos la solicitud”, concluyó.