Corea del Norte

Este tema será, a buen seguro, uno de los prioritarios. Pyongyang acaba de disparar su enésimo misil balístico, tras haber realizado en septiembre un ensayo nuclear que provocó nuevas sanciones internacionales contra el régimen de Kim Jong-un. Pero chinos y estadounidenses discrepan sobre la manera de convencer al hermético país de abandonar su programa atómico.

Para Estados Unidos, China es el principal apoyo económico y diplomático de Corea del Norte, por lo que tiene la potencia necesaria para hacer entrar a su vecino en razón.

Sin embargo, China niega tener tal influencia y afirma oponerse a las sanciones que afectan a la población norcoreana. Para Pekín, un hundimiento del régimen de Pyongyang provocaría una afluencia de refugiados y permitiría al ejército estadounidense, ya presente en Corea del Sur, instalarse en la frontera china, en una hipotética Corea reunificada.

Donald Trump acusó a mediados de marzo a China de haber «hecho poco» para combatir a Corea del Norte. Y, en una entrevista publicada el domingo, dejó caer la amenaza de una operación militar y afirma estar dispuesto a «solucionar» solo el problema si Pekín sigue dudando.

Por su parte, China ha manifestado su rechazo ante el escudo antimisiles «Thaad» que los estadounidenses empezaron a desplegar en Corea del Sur, considerando que perjudica su fuerza disuasoria.

El comercio 

En campaña electoral, Donald Trump acusó a China de llevar a cabo prácticas comerciales desleales y de infravalorar su divisa para favorecer sus exportaciones. Trump también amenazó a Pekín con imponer unos derechos de aduana prohibitivos si no facilita el acceso de Estados Unidos a su mercado.

En un mensaje publicado en Twitter la semana pasada, el presidente republicano calificó el déficit comercial con China (más de 310.000 millones de dólares) de grave problema que hará «muy difíciles» sus conversaciones con Xi Jinping.

Por su parte, Pekín asegura que no busca ningún excedente con Estados Unidos e instó a Washington a suavizar sus controles a la exportación de productos de alta tecnología.

Taiwán

En diciembre, justo después de su elección, Donald Trump causó la ira de China al responder a una llamada telefónica de la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen. Pekín considera a Taiwán (territorio no reconocido por la ONU y separado políticamente de China desde 1949) como una provincia suya y prohíbe todo contacto oficial entre la isla y los países extranjeros. El presidente estadounidense dio marcha atrás en febrero, durante una conversación telefónica con Xi Jinping. Pero este delicado asunto podría resurgir si Trump decidiera utilizarlo para presionar a Pekín.

El mar de China Meridional

China reivindica la casi totalidad de esta zona estratégica donde aumenta la superficie, de forma artificial, de islotes y arrecifes, algunos de los cuales podrían albergar armamento. La administración Trump ha criticado estas obras, sin definir, no obstante, ninguna política clara en la región, donde el ejecutivo de Obama había enviado navíos de guerra y aviones en nombre de la defensa de la libertad de navegación.

Los Derechos Humanos

Es un tema que tradicionalmente ha levantado ampollas entre chinos y estadounidenses. Pero, desde que asumiera el cargo, Donald Trump ha mostrado un interés limitado al respecto. En 1990, incluso alabó la represión de las manifestaciones de la plaza de Tiananmen en Pekín un año antes. La Casa Blanca prometió que se abordaría el tema en Florida pero algunas asociaciones (Human Rights Watch, Amnesty International) manifestaron su preocupación por el silencio de Trump y pidieron que se presione a China, justo cuando varios abogados están siendo procesados allí por defender los Derechos Humanos.