El rey Felipe VI inició este lunes la obligatoria ronda de contactos para conocer la opinión de las formaciones representadas en el Parlamento antes de proponer un candidato a jefe del Gobierno español, para el que no se vislumbra acuerdo alguno.

Los encuentros con partidos minoritarios nacionalistas abrieron este lunes el periodo de consultas del monarca española, que se realiza en orden de menor a mayor representación parlamentaria y que se prolongará durante toda la semana, en un escenario postelectoral marcado por la falta de mayorías y la incertidumbre.

El PP (en el poder, centroderecha) fue la lista más votada con 123 escaños, seguido del socialistas PSOE (90), el partido de izquierda Podemos (69) y los liberales Ciudadanos (40), seguidos por partidos de izquierda y nacionalistas.

Un mes después de las elecciones legislativas del 20 de diciembre, todavía no está claro quién será el futuro jefe del Ejecutivo español ni el signo del Gobierno que encabece, mientras los dos partidos más votados, PP y PSOE, mantienen sus posturas inamovibles.

El presidente en funciones Mariano Rajoy se siente legitimado para optar a la reelección y ha propuesto a los socialistas una gran coalición una oferta que el líder de la oposición, Pedro Sánchez, rechazó hoy una vez más: «No es que no».

El presidente de Gobierno en funciones criticó este lunes el proyecto de los socialistas de buscar «a toda costa» un acuerdo con formaciones políticas «independentistas, rupturistas y extremistas» que desean «liquidar» el modelo de la Constitución española.

Rajoy volvió a tender la mano al PSOE para formar una gran coalición que dé estabilidad parlamentaria al futuro Ejecutivo, ya que a su juicio, hay muchas cuestiones básicas que les unen y «mucho margen» para entenderse.

Por su parte, el líder socialista aseguró hoy que el objetivo de los socialistas es «cumplir el mandato» expresado en las urnas y formar, si así lo quieren el resto de fuerzas progresistas, un «gobierno de cambio que reconstruya el estado de bienestar».

Sánchez advirtió que mientras el PP busca «sumar escaños» y un hipotético pacto para «perpetuarse en el poder», su partido promueve el acuerdo con la izquierda parlamentaria para constituir un «gobierno progresista» y «resolver los problemas de la gente».

Las posibles opciones de Sánchez pasan por pactar con formaciones políticas que apoyan el independentismo de Cataluña y, en el caso de Podemos, un referéndum vinculante sobre esta cuestión, dos extremos a los que el PSOE rechaza y que genera discrepancias dentro de su partido.

Tras la elección del presidente del Congreso, que recayó en el socialista Patxi López -la primera vez desde 1977 que no pertenece a la lista más votada-, los grupos parlamentarios prosiguen las negociaciones para avanzar en el ordenamiento de la Cámara alta y baja.

Los primeros acuerdos alcanzados entre las formaciones en este sentido apuntan al propósito del PSOE de aglutinar a las formaciones progresistas y nacionalistas, aunque un acuerdo formal para formar un Gobierno nacional no parece cercano.

Una vez el rey haya mantenido encuentro con las formaciones minoritarias y nacionalistas, Felipe VI recibirá a los cuatro partidos con mayor número de escaños, desde el jueves cuando fue citado el líder de Ciudadanos, Albert Rivera.

El viernes, el monarca se reunirá con Pablo Iglesias (Podemos), Pedro Sánchez (PSOE) y Mariano Rajoy (PP).

Posteriormente, sin fecha fija, se reunirá con el presidente del Congreso, Patxi López, para informarle de su candidato a la Presidencia, presumiblemente y si no hay acuerdo explícito de formaciones progresistas, será el líder del partido más votado, Mariano Rajoy, el candidato propuesto por Felipe VI.

El primer debate de investidura se podría retrasar hasta los primeros días del mes de febrero, según aseguran fuentes parlamentarias.

Para ser elegido presidente, el candidato debe obtener mayoría absoluta en primera votación (176 votos), si no lo consigue, a las 48 horas tendrá lugar otra votación, en la que solo haría falta mayoría simple (más síes que noes).

En el caso de que el candidato propuesto no consiga los apoyos suficientes en segunda votación, el monarca propondría otros candidatos con la misma fórmula.

Si dos meses después de la primera votación de investidura ningún candidato obtiene la confianza del Congreso, el rey disolvería las dos Cámaras y convocaría nuevas elecciones.