Primero se miró con el VAR si Son Heung-Min estaba adelantado. Después si la pelota que controló el coreano había dejado la cancha en su totalidad. Ni lo primero ni lo segundo. Premio al futbolista que no renunció a la jugada, que enganchó en el área de Manchester City y que definió potente para el tanto con el que Tottenham superó al equipo dirigido por Pep Guardiola en la ida de los cuartos de final de la Champions League.

Sí, el visitante, el que llegó con mejor récord sobre su rival, tuvo la pelota, también las acciones más importantes, como el penalti que desperdició Sergio Agüero en la primera etapa, que atajó bien el francés Hugo Lloris, pero no concretó las opciones, tampoco supo aprovechar que los Spurs se resguardaron y volvieron a caer con el club de Londres luego de dos años y medio (última derrota: 2-0 en octubre de 2016).

Pochettino y sus jugadores, que durante gran parte se vieron superados en el terreno de juego, en su nuevo estadio, no perdieron las ganas de ir adelante a pesar de que su máxima figura, Harry Kane, tuvo que dejar la cancha lesionado. De hecho, fue tan duro el golpe que el mismo DT argentino fue hasta el camerino para saber la situación del delantero inglés.

Guardiola, el siempre calculador Pep Guardiola, no tuvo cómo reaccionar, pues el tanto llegó al minuto 78, cuando el empate era lo más seguro, cuando su equipo controlaba todo.

Y ya en los últimos minutos, Tottenham tuvo un envión anímico y atacó más con el ingreso de Fernando Llorente, y generó nervios en la zaga visitante que perdió la solidez de todo un encuentro en cuestión de segundos.

Y así Tottenham se quedó con el primer duelo entre ambos en la Champions League, con un estadio a reventar (62.100 espectadores) y con la ilusión de que el equipo que en Inglaterra parece invencible también se desconcentra, también sufre de nervios. Incluso con seis minutos de adición, tiempo en el que el local enfrió bien el juego.

Marcador apretado en una serie apretada que tendrá su definición el próximo 17 de abril.