A los tiroteos en El Paso, Texas y en Dayton, Ohio, que dajaron 29 muertos este fin de semana en Estados Unidos, hay que sumarle un tercer tiroteo. El ataque 251 en lo que va corrido del año. Este tercer hecho se registró en Douglas Park en el oeste de Chicago. Siete personas resultaron heridas. 

Según NBC, un joven de 21 años fue trasladado al Hospital Mount Sinai en estado crítico y una mujer de 25 fue alcanzada por balas en un brazo y en una pierna. Sin embargo, su condición es estable, al igual que el de otra chica de 22 años que fue disparada. Ambas fueron al mismo hospital que el chico, al igual que otros dos varones de 23 y 21 años que sufrieron herida de bala sin demasiada gravedad. Los otros heridos, un hombre de 20 años y una mujer de 19 que fueron alcanzados en el lado derecho del cuerpo y en una pierna, respectivamente, fueron desplazados al hospital de Stroger.

El fin de semana pasado 48 personas recibieron disparos, ocho de las cuales murieron. Dos eran madres que hacían campaña contra de la violencia. El lunes hubo seis disparos más y el martes otros 11.  

En Chicago, la tercera ciudad más grande de Estados Unidos, los policías y ciudadanos prevén estos días un aumento de los tiroteos, que nunca cesan pero que se incrementan durante las semanas más calurosas del año. 

El primer fin de semana de agosto del año pasado, 66 personas recibieron disparos en Chicago, 12 de ellas fallecieron. Durante todo 2018, hubo, según las autoridades, 565 «homicidios criminales», la mayoría relacionados con armas.    

«La verdad es que nadie está seguro. Nadie está a salvo. No hay una zona segura. Ya no hay límite», dijo Michael Pfleger, un sacerdote católico y activista social. 

«Hace años, nadie hacía nada en las iglesias, en las sinagogas o en las mezquitas; nadie hacía nada en casa de otros ciudadanos, especialmente si había mujeres o niños», añadió. Y este fin de semana, en elDouglas Park de Chicago, se registró un tercer tiroteo en menos de 48 horas. En este hecho resultaron heridas siete personas luego de que desde un auto modelo Camaro color negro alguien disparara contra un multitud. 

Para muchos en Chicago, una ciudad bulliciosa de 2,7 millones de habitantes a orillas del lago Michigan, estos hechos son tan frecuentes que no merecen una atención especial. 

Pero la muerte de Chantell Grant, de 26 años, y Andrea Stoudemire, de 35, ambas activistas de la asociación Madres en Contra de los Asesinatos sin Sentido, provocó una gran indignación.  

Ciudades extremadamente segregadas

Cuando fueron asesinadas, ambas mujeres estaban en el sur de Chicago, haciendo guardia en una esquina en la que su grupo de activistas mantiene una vigilia de verano desde 2015 para tratar de acabar con los tiroteos. 

La policía de Chicago dijo que un todoterreno azul se acercó al lugar el domingo por la noche y uno de sus ocupantes disparó varias veces a Grant y Stoudemire en el pecho, así como a un varón de 30 años que está en proceso de recuperación. 

La alcaldesa, Lori Lightfoot, calificó los asesinatos de «horribles», pero instó a los ciudadanos a «seguir adelante».

Mientras que algunas ciudades como Nueva York y Washington fueron capaces de disminuir la violencia y mejorar su reputación, Chicago -la que fuera casa del famoso mafioso Al Capone- no lo consiguió.  

Alex Kotlowitz, un periodista estadounidense especializado en violencia en Chicago, dijo que la ciudad «recibe toda esta atención en parte debido a su tamaño», y recordó que otras ciudades como Detroit y Baltimore también tienen grandes problemas de violencia. 

«Lo que tienen en común estas ciudades es que están muy segregadas; son ciudades en las que la gente de color vive física y espiritualmente aislada del resto de la metrópolis», explicó el periodista. 

Romance con las armas

Para Pfleger, la baja tasa de homicidio de Chicago -del 15,4% durante los seis primeros meses de 2018, según USA Today- no inspira confianza en la guerra contra la violencia armada.

«No creo que veamos una reducción de la violencia hasta que sucedan dos cosas», dijo. «La primera, que veamos cómo se arresta y encarcela a los culpables. Tenemos muchos casos sin resolver y, en mi opinión, la mayor forma de disuadir a alguien que quiera matar o disparar es que sepa que irá a la cárcel, pero la creencia en las calles es que nunca te van a detener.» 

«La segunda es este romance con las armas en nuestro país. Es lo primero que hacemos ahora. Las armas son nuestra primera línea de contacto, y son la manera que tenemos de expresarnos cuando estamos enfadados.»

Después del tiroteo mortal del fin de semana pasado en una feria gastronómica en California, la alcaldesa Lightfoot prometió un plan de seguridad «robusto» para el Lollapalooza. 

La policía de Chicago dijo que no se quedarán sin recursos en ninguno de sus 22 distritos por el festival.

Ante eso, Pfleger dijo: «Debes preguntarte qué pasará en los barrios».

Y añadió que después de 30 años de marchas, protestas y recaudación de dinero para resolver crímenes, la violencia implacable pasa factura. «Es, cuando menos, desalentador», dijo. «Pero rendirse no es una alternativa».