Un hombre murió y tres resultaron heridos este martes cerca de Munich en un ataque con cuchillo cometido por un alemán, que invocó motivos islamistas, según las autoridades, que no excluyen sin embargo la acción de un desequilibrado.

Según la fiscalía, el atacante, de 27 años, apuñaló a cuatro personas en la estación S-Bahn (trenes interurbanos) de Grafing, pequeña localidad al este de Múnich.

Una de las víctimas, un hombre de unos 50 años, falleció como consecuencia de las heridas. Los heridos tienen 58, 43 y 55 años.

«El agresor hizo declaraciones en el lugar del crimen que indican motivos políticos, aparentemente islamistas», afirmó un portavoz de la fiscalía.

«La naturaleza exacta de estas declaraciones está siendo verificada», añadió.

Según la prensa local, que cita a testigos, el hombre gritó «Alá Akbar («Alá es grande»). El hombre fue detenido en el mismo lugar de los hechos, en esta localidad de 13.000 habitantes.

El ministro bávaro del Interior precisó no obstante que los investigadores verifican si se trata de «un desequilibrado o de un tema de adicción a la droga». «Todo esto debe ser aclarado» dijo a la prensa Joachim Hermann.

El hombre, un alemán originario de Hesse (oeste) no era de «origen inmigrante», según las autoridades.

«El presunto agresor fue detenido. Ya no hay peligro para la población» afirmó por su lado una portavoz de la policía, Michaela Gross, a la cadena de televisión ntv. Según ella, la estación fue cerrada para permitir el trabajo de los investigadores.

Otro portavoz dijo que el individuo «no era muy cooperativo».

De confirmarse el móvil islamista del ataque, sería la tercera agresión de este tipo en el país desde septiembre. Los dos precedentes fueron contra policías.

En agosto de 2015, el grupo yihadista Estado Islámico (EI) había llamado a cometer ataques con cuchillo en Alemania.

A finales de marzo pasado, una germano-marroquí de 15 años hirió gravemente a un policía en la estación de Hanóver (norte) durante un control de rutina.

Según la prensa alemana, la adolescente había estado en la frontera turco-siria, antes de que su madre, preocupada por su radicalización, fuera a buscarla y la trajera de vuelta a Alemania.

En septiembre del año pasado, la policía mató a un iraquí de 41 años que había herido con un cuchillo a una agente en Berlín. El agresor se encontraba en libertad condicional tras haber purgado una pena por pertenencia a una organización «terrorista» y un proyecto de atentado contra un primer ministro iraquí en 2004.

En este caso, el arma utilizada por el agresor, Rafik Youssef, fue también un cuchillo.

Alemania no se ha visto afectada hasta ahora por un atentado yihadista de magnitud, contrariamente a sus vecinos francés y belga, pero dos combatientes de habla alemana, que reivindicaron su pertenencia al grupo EI en Siria, han amenazado el país y a la canciller Angela Merkel en agosto de 2015.

Ambos llamaban a sus «hermanos y hermanas» a cometer atentados solitarios «con cuchillo» contra los «infieles». Habían jurado vengarse del apoyo alemán a la lucha contra el EI y a la presencia del ejército alemán en Afganistán.

Desde los atentados del 13 de noviembre 2015 en Paris, las autoridades alemanas han indicado varias veces que también Alemania era un objetivo para los yihadistas, especialmente los que retornan de Siria o Irak, y tienen entrenamiento para el combate.

Según fuentes de seguridad interior, unas 740 personas han dejado Alemania para sumarse a grupos yihadistas en Siria o Irak. Una tercera parte de ellos han regresado. Unos 120 resultaron muertos.