“Estoy deseando ver qué me depara el futuro como entrenador”, dijo Xavi Hernández Creus en 2019, poco antes de terminar su carrera como futbolista profesional. Una trayectoria que comenzó en 1998, cuando el director técnico holandés Louis Van Gaal lo ascendió al primer equipo del Fútbol Club Barcelona.

A dicha institución arribó después de desempeñarse como delantero en el Terrasa F.C., en el que su padre, Joaquín Hernández, era coordinador del fútbol base. Esa posición la abandonó rápidamente y en las categorías menores del Barça, a las que llegó en 1991 con once años, comenzó a destacarse como el hombre clave en el juego de posición y posesión que les inculcan a los jóvenes en La Masía.

“Este nos va a jubilar a todos”, expresó el entonces jugador profesional Josep Guardiola, mientras observaba un partido de juveniles en el que Xavi Hernández ya demostraba su capacidad para recibir perfilado, administrar los tiempos del juego, darles indicaciones a sus compañeros sobre la ubicación en la cancha y realizar pases que solo él visualizaba.

Después de debutar en el primer equipo del Barcelona, el AC Milan de Italia lo quiso fichar y casi genera el divorcio de sus padres. Joaquín Hernández le dijo que se fuera, pero su mamá, María Mercè Creus, decretó: “Si Xavi deja Barcelona, habrá un divorcio”. El joven se quedó y fue campeón de su primera Liga de España en 1999.

Y luego se consolidó con Carles Rexach y Frank Rijkaard, quien lo utilizó, en un inolvidable medio campo, junto a Andrés Iniesta, Ronaldinho y el portugués Deco. Hernández fue testigo de los comienzos de uno de los mejores jugadores de la historia y de una de las etapas más brillantes de todos los tiempos en el deporte más popular del planeta.

Se deleitó con las maravillas que hacía Lionel Messi en los entrenamientos, que luego trasladaba a las canchas europeas, y con la sabiduría de Guardiola, quien ahora lo dirigía. Juntos, más el cerebro de Andrés Iniesta y el aporte de otros futbolistas que se volvieron eternos en la memoria del Barcelona, ganaron todo entre 2008 y 2012.

Mientras continuaba aprendiendo de los conceptos de la escuela holandesa que se implementaban en el Camp Nou, Xavi se divertía con la camiseta de la selección española. Primero, bajo las órdenes de Luis Aragonés, entrenador que dirigió al combinado ibérico en el título de la Eurocopa de 2008. Y, después, con Vicente del Bosque, el estratega que mantuvo las ideas de Aragonés y agregó sus enseñanzas para que España alcanzara en Sudáfrica 2010 su primer y hasta ahora único Mundial.

En 2012, España volvió a ser campeona del Viejo Continente, otra vez con Xavi Hernández siendo el eje del juego. Ese año se cerró una de las eras que más han enamorado a los amantes de la pelota, pues el Barcelona de Guardiola y la selección de España demostraron que jugando lindo se puede alcanzar la gloria y que, si es de esa manera, ella es para siempre, porque aquellas cátedras futbolísticas nunca morirán en la memoria de los aficionados.

Desde 2019, Xavi dirige al Al-Sadd, de Catar, conjunto con el que se retiró como jugador. Lo ha hecho ganar cinco títulos y prácticamente tiene asegurado el sexto. En la actual Liga de primera división de ese país mantiene números récords. Ha disputado quince partidos, ganado trece y empatado dos. No tiene derrotas, es el equipo más goleador y el menos goleado, y le lleva trece puntos de ventaja al segundo equipo de la tabla.

En el país que será sede del Mundial 2022, Hernández Creus, quien hoy cumple cuarenta años, mantiene la filosofía de juego que colma sus adentros desde que llegó en 1991 al Barcelona, un club al que espera trasladarla, pues su deseo es regresar al equipo culé como entrenador y devolverle una identidad que ha estado extraviada en los últimos años.

Por: Sebastián Arenas- @SebasArenas10