Nacido y criado en Medellín por sus padres, Alberto y Margarita, los responsables de que a sus cinco años le diera rienda suelta a su pasión por el tenis, Alejandro González no imaginó que 19 años después se convertiría en el quinto jugador colombiano en entrar al top cien del escalafón individual de la ATP. En 2004 hizo sus primeros pinitos en torneos Futuros en Colombia y dos años más tarde debutó como jugador profesional en un Challenger en Bogotá.

Después de ganar ocho títulos ITF, cuatro en individual y cuatro en dobles, Alejandro González le puso punto final a su carrera como tenista profesional, luego de 16 años. “No fue fácil, pero es algo que uno como deportista empieza a sentir. Es una decisión que viene acompañada por varios factores”, comenta el medellinense. El 30 de marzo jugó su último partido oficial. Su juego aguerrido, caracterizado por una potente zurda a dos manos y un saque fuerte, se vio por momentos en la derrota ante el peruano Juan Pablo Varillas, en los octavos de final del Challenger de Pereira.

Los años memorables para Gonzo fueron 2013 y 2014. Se consagró campeón en cinco Challengers, todos en la superficie de tierra batida, su favorita. Y a mediados de 2014, el 9 de junio, logró el mejor puesto de su carrera en el escalafón de la ATP, el número setenta. Luego de haber participado en los cuatro Grands Slams y en varios Masters 1000, Alejandro González admite que últimamente no se encontraba al nivel que deseaba. “Mi retiro se debe principalmente a un tema físico. Para estar en el circuito, estar viajando treinta semanas al año y conseguir los resultados que quería, sabía que mi cuerpo no estaba a la altura”.

En la última década, junto con Alejandro Falla, Santiago Giraldo, Robert Farah y Juan Sebastián Cabal, Alejandro logró hacer que Colombia apareciera de nuevo en el mundo del tenis masculino, luego de haber tenido años de ausencia, desde la era de jugadores de talla internacional como Iván Molina y Jairo Velasco, en los años 70, y Mauricio Hadad, en los 90.

Alejandro González disputó más de 380 partidos profesionales en distintos tipos de torneos, además de ser varias veces representante de Colombia en la Copa Davis. Todavía con la nostalgia por el reciente retiro, no tiene claro su futuro, aunque busca mantenerse vinculado con el tenis colombiano y contribuir a su desarrollo desde afuera de las canchas. “Todavía no tengo algo en concreto, pero sí quiero aportarles a las nuevas generaciones, como entrenador, desde la dirigencia o en exhibiciones”, dice.

González, con humildad, cree que el tenis en Colombia está en buenas manos, sin presumir que él fue fuente de inspiración para muchos de los nuevos referentes. “Estamos viviendo un gran presente, no solo con María Camila Osorio, quien es una jugadora muy competitiva y con muchas cualidades, sino también con jóvenes como Emiliana Arango, María Fernanda Herazo, Daniel Galán y Nicolás Mejía. Ellos vienen haciendo las cosas muy bien y tienen un gran futuro”, explica.

Alejandro se va de las canchas contento y satisfecho con su carrera, orgulloso de las vivencias que tuvo en el tenis, los circuitos recorridos y los rivales enfrentados, sin desconocer que aún tiene un camino largo por recorrer y mucho que aportar gracias a su experiencia. “Uno como exjugador tiene muchas maneras de aportar y lo veo no solo como algo que me gusta, sino como una responsabilidad de devolverle al deporte todo lo que me dio”.