El partido ultraconservador Vox, que mantiene una cruzada contra el aborto y el matrimonio igualitario, entre otras cosas, sufrió una estrepitosa paliza en las elecciones generales de España del pasado domingo.

La derrota fue doble: primero, perdió casi la mitad de los escaños obtenidos en 2019 (consiguió 33 ahora, frente a los 52 de hace cuatro años). En segundo lugar, ese batacazo deja en el aire la posibilidad de que entre en el Gobierno, pues a sus aliados ideológicos del Partido Popular (PP) tampoco les alcanzó para lograr la mayoría.

Todo esto hace posible que el oficialista Partido Socialista Obrero Español (PSOE) tenga la posibilidad de continuar al frente del poder. El PSOE de Pedro Sánchez obtuvo 122 escaños y Sumar, su aliado de izquierda radical, 31. Si bien ambos suman 153, menos que la derecha y Vox, tienen más opciones de mantenerse en el poder si consiguen los votos de partidos regionales vascos y catalanes. De momento, los partidos están negociando sus alianzas, aunque existe la posibilidad de que se repitan los comicios.

En medio del caos y la incertidumbre en la que se sumergió España, la gran pregunta que se hacen en las filas de Vox es qué pudo desencadenar esta derrota. Por ahora, el secretario general del partido, Ignacio Garriga, ha evitado cualquier autocrítica y asumir responsabilidad por lo sucedido. En lugar de esto, ha señalado en exclusiva al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, como el causante de esta debacle.

“Hay que preguntar a aquellos que sabían que podían conformar la alternativa y han hecho todo lo posible para que no se produjera”, dijo Garriga en alusión a Feijóo.

¿Qué pasó?

En el cierre de la contienda electoral, el PP marcó una clara distancia con Vox, pese a que se encontraba alineado con algunas de sus posturas políticas. Feijóo le ofreció al PSOE una lista de “pactos de Estado” para no formar coalición con Vox y así evitar convertirse en “rehén” de un partido. Este pacto, según el líder del PP, “mejoraba “la calidad de nuestra democracia, preservando la división de poderes y la independencia de los organismos de control”, y se proponía sellar acuerdos sobre saneamiento económico, las familias, el territorio, la educación y el bienestar social.

Vox dice que estas posturas le quitaron apoyos sustanciales a su partido y que de haberse acercado el PP a una coalición con la ultraderecha, hoy tendrían los escaños suficientes para gobernar en solitario. Hay casos que ejemplifican la hipótesis de Vox: según los cálculos, la ultraderecha perdió en Tarragona por cerca de 2.500 votos. En ese mismo lugar, el PP ganó “de sobra” con 9.500 votos.

“Si el 0,65% de los electores totales se hubiera pasado del PP a Vox, el separatismo tendría un representante menos y la suma de ambos uno más”, dice la formación ultraconservadora.

Algo así también ocurrió en Albacete, donde solo 1.200 separaron a Vox del escaño. Allí, al PP “le sobraron” 12.000 votos. En Sevilla, Vox perdió un segundo escaño por 7.000 frente al partido Sumar. El PP tuvo 55.000 votos “de sobra”. Burgos y Baleares también pasó lo mismo.

Según los cálculos de los ultraconservadores, una coalición del PP y Vox, más los escaños de Unión del Pueblo Navarro y Coalición Canarias, habría sumado 171 escaños. Con esto, más lo que Vox dice haber perdido por la “falta de apoyo del PP”, se habría logrado un total de 176, con lo que tranquilamente podrían gobernar.

“No ha habido un problema de falta de voto, sino de mala optimización de los votos destinados al bloque PP-Vox”, dicen los ultraconservadores.

Otra respuesta de Vox al desastre, igualmente sin autocrítica, fue el señalamiento sin pruebas a los medios y encuestadoras a quienes se tildó de “mentirosos” y “manipuladas”. El líder de Vox, Santiago Abascal, manifestó que las encuestas dieron una sensación de que tenían más apoyo y eso hizo que “vendieran la piel del oso antes de cazarlo”. Por estas proyecciones, dijo Abascal, hubo una desmovilización con candidatos que no acudieron a debates y desmotivaron al electorado.

“Además, hemos visto a los medios afines al PP apelando de una manera burda al voto útil, perjudicando la suma de la alternativa. También han contribuido a la demonización de Vox y por lo tanto, alentando a los electores de izquierda. Vox es el único partido en España que se ve obligado a seguir haciendo campañas electorales bajo la violencia. Pero también ha habido mucha manipulación, ejercida desde todos los medios públicos y privados del país”, dijo Abascal.

Esa no es la única lectura que existe. Para expertos, los resultados de Vox demuestran que, por un lado, el partido parece haber alcanzado su techo electoral, y, por otro, que el país está poco interesado en la extrema derecha como en otras zonas de Europa. Respecto a noviembre de 2019, Vox tiene 627.000 votos menos y casi tres puntos porcentuales menos de participación.