“El abrazo que no te di” es una serie sobre el duelo, sobre una madre a quien le cuesta atravesar el dolor que le deja la muerte de su hija. ¿Para qué hacer un producto audiovisual con esta temática?

Creo que la pertinencia está en que, aunque en Colombia lastimosamente es usual la muerte temprana e inesperada de un miembro de la familia, no es un tema que haya sido abordado por muchos productos audiovisuales; se centran en el conflicto, pero no en el duelo, que es obligatorio en toda pérdida. A partir de eso y de una investigación previa que realicé, me di cuenta de que había una riqueza dramatúrgica para desarrollar una serie. La investigación evidenció que el duelo, aunque es algo natural, no siempre es fácil de llevar; depende de la forma de ser de la persona que lo enfrenta y de las herramientas emocionales que tenga. Entonces, es pertinente porque el duelo es una realidad que tenemos que vivir cuando perdemos a alguien.

¿Por qué cree que esta temática ha quedado relegada en materia audiovisual?

Como somos un país en conflicto, tenemos una riqueza de temas en todo sentido porque ocurren muchas cosas que podemos contar y son atractivas. Este tema, en particular, no es fácil de abordar porque, de alguna manera, se siente como algo muy dramático, como si no hubiera la posibilidad de tener “un final feliz”, porque se parte de una pérdida. Entonces, no es un producto convencional y, a veces, eso conlleva más riesgos. Nuestra serie no busca ser un manual para sobrellevar un duelo, sino ofrecer herramientas para atravesar este proceso de una forma sana, porque un duelo mal atravesado puede llegar a convertirse en una enfermedad.

¿En qué consistió el proceso investigativo?

El proceso investigativo tuvo varias fases. Primero, entrevisté a mamás que perdieron a sus hijos inesperadamente y como resultado de una enfermedad, y a profesionales que atendieron a algunas de ellas. Todos los casos son diferentes, pero hay una generalidad: cuando una mamá pierde a un hijo, siente que la vida queda en gris; es una pérdida que no se compara con ninguna otra. Esa investigación abordó mucha información, porque los duelos son particulares como las personas mismas. Por eso, hay especialistas que tienen textos sobre el duelo y que también leí. Todos ellos apuntan a que el duelo se agota en cinco etapas: negación, ira, negociación, dolor y aceptación. Los últimos cinco capítulos de la serie se llaman conforme a cada una de esas etapas.

¿Considera que hay duelos más dolorosos que otros?

No, creo que hay duelos que son gestionados de manera distinta. En el duelo mal llevado, de acuerdo con lo que hablé con las mamás que perdieron a sus hijos, hay una resistencia a los hechos; una negación que es normal en la etapa del duelo, lo que no es normal es que esa etapa no se agote. No es que el duelo sea más o menos doloroso, sino que, a veces, la doliente no tiene herramientas para agotar las etapas; una experta me decía que no existe tampoco tiempo exacto para que esto suceda. Si una persona se queda en una sola etapa, estamos frente a un duelo mal gestionado, porque hay resistencia. Los expertos dicen que hay un momento en el duelo donde simplemente hay que dejar ir y no resistirse a lo que pasó, porque no hay forma de cambiar los hechos. Ya esa persona murió y el mejor homenaje que uno puede hacer es seguir con la vida.

¿Por qué cree que, a veces, nos cuesta aceptar las pérdidas, a pesar de que sabemos que son parte de la vida?

Porque perder siempre duele, pero, realmente, a través del dolor es que se aprenden las lecciones. En este caso, nuestra protagonista sufre un arco de transformación a través de dolor que le causa perder a su hija. La personalidad de ella hace que también su duelo sea complejo, porque es una mujer segura y controladora. Para ese tipo de personas, si algo se sale de control, le cuesta más. Ella no pudo controlar la muerte y en su mente no se explica cómo, siendo una buena mamá, a su hija le pudo haber pasado eso, así que tiene que entender que no se puede controlar todo a nuestro alrededor.

Entonces, ¿toda pérdida trae una enseñanza?

Creo que sí; igual en la vida todo enseña: las pérdidas, el dolor, etc. Lo que pasa es que no siempre nos detenemos a buscar la enseñanza que hay en la pérdida o en el obstáculo. De hecho, la protagonista de esta serie encuentra sanación a través del dolor y termina descubriendo por qué es una mujer a la que le cuesta dejar ir.

Pablo Stoll, director de cine uruguayo, dijo sobre esta serie que agradecía que se hubiera distanciado de lo melodramático.

La muerte de alguien es lo suficientemente fuerte, difícil y dolorosa para que nosotros la llevemos al extremo. Entonces, nos propusimos abordarlo en términos de naturalismo. Creo que Pablo Stoll, al leer el capítulo, entendió nuestra propuesta. Lo que pasa muchas veces, cuando se escribe una serie o una novela, es todo lo contrario: se llevan las cosas al extremo para llamar la atención, pero el hecho en sí es extremo, no hace falta exacerbarlo.

¿Qué reflexión le dejó esta serie?

Después de escribirla, me cuestioné mucho como mamá y me di cuenta de que no puedo pasarme toda la vida pensando en que es el último día con mis hijos, porque sería una tortura permanente, pero tampoco puedo dar por hecho que viviré mucho tiempo a su lado, porque esa es una certeza que nadie tiene. La reflexión a la que llegué es que resistirse es lo peor, porque solo genera más dolor.