¿Cómo llegaron hasta allí?, ¿en dónde estaban las autoridades?, ¿no había seguridad? Todas estas son preguntas que han rondado a las comunidades del sur de Uganda, cerca de la frontera con la República Democrática del Congo (RDC), hasta donde llegaron milicias rebeldes afiliadas al Estado Islámico la noche del último viernes para asesinar sin compasión a 37 de los 63 estudiantes de un internado. Solamente un guardia de seguridad custodiaba a todos los estudiantes, y fue la primera víctima en caer por un tiro de gracia.

Luego, al no poder ingresar hasta los dormitorios, los incendiaron desde lejos y a los estudiantes que lograron escapar los asesinaron con armas cortopunzantes. A seis de los estudiantes sobrevivientes se los llevaron con rumbo a la RDC con el fin de que transportaran recursos que saquearon de los escombros de la escuela. En el camino mataron a otras cuatro personas que se cruzaron en el camino de los rebeldes, en una nueva muestra de poder de las Fuerzas Democráticas Aliadas (FDA), las milicias que azotan desde 1995 la región del oeste africano y son calificadas por Estados Unidos como grupo terrorista.

Las personas lloraban ayer en la morgue de Bwera, situada cerca del lugar del ataque, mientras los cuerpos de sus familiares eran colocados en ataúdes para ser sepultados. Otro tanto sigue preguntando con angustia razones de sus familiares, pues varias de las víctimas que murieron calcinadas no han podido ser identificadas todavía y sus restos fueron trasladados a la ciudad de Fort Portal, donde se les realizarán exámenes de ADN.

“Estamos tratando de convencerlos de que regresen, porque nosotros nos encargamos de la seguridad. Pero es difícil. El estado de ánimo es pesado. Un pesado silencio se ha apoderado del pueblo”, afirmó a The New York Times Selevest Mapoze, el alcalde de Mpondwe, la ciudad en la que ocurrieron los hechos.

Lo cierto es que centenares de habitantes dejaron la ciudad por temores a una segunda incursión por parte de los rebeldes, pues la crueldad de la masacre se registra como el peor ataque de ese estilo desde 2010, cuando 76 personas murieron en un doble atentado en Kampala perpetrado por el grupo yihadista somalí Al Shabab. El presidente Yoweri Museveni calificó el domingo el ataque de acto “desesperado y cobarde”, y prometió eliminar a los responsables.

“Su acción desesperada, cobarde, terrorista, no los salvará”, añadió en la primera declaración desde el ataque. Sin embargo, múltiples expertos han cuestionado que la estrategia de Uganda y de la RDC siga siendo un enfoque netamente bélico.

“Atacar una escuela es probablemente parte de un deseo de reclutar”, respondió a The New York Times Richard Moncrieff, director del proyecto para la región de los Grandes Lagos en el International Crisis Group, “pero también tiene un valor impactante, que atrae a la audiencia yihadista más amplia del grupo”. Desde 2021 las FDA incrementaron violentamente sus atentados con una serie de ataques con bombas en la capital de Uganda, Kampala, dejando tres personas muertas.

Como respuesta, Museveni emprendió una campaña militar incesante en conjunto con RDC, para la cual han recibido importantes apoyos económicos de Estados Unidos. El último ataque de estas milicias, que han seguido reclutando a miembros en ambos países, dejó 36 personas muertas en la provincia de Kivu del Norte, en el este del Congo.

“El ataque en la escuela muestra que se necesita una estrategia más amplia que la puramente militar”, dijo Moncrieff.

Por ahora, en Mpondwe esperan el regreso sanos y salvos de los seis menores que siguen secuestrados por las milicias rebeldes mientras identifican y entierran a las víctimas que cayeron en la escuela.

Rechazo internacional

El secretario general de la ONU, António Guterres, condenó enérgicamente el atentado y señaló que los responsables de este “atroz acto” deben ser llevados ante la justicia. Guterres extendió sus condolencias a las familias de las víctimas, al gobierno y al pueblo de Uganda por el suceso, en el que también algunos estudiantes fueron secuestrados y pidió su libertad “inmediata”, de acuerdo con un comunicado emitido por su portavoz, Farhan Haq.

El secretario general reiteró la importancia de los esfuerzos colectivos, incluso a través de asociaciones regionales reforzadas, para hacer frente a la inseguridad transfronteriza entre la RDC y Uganda “y restablecer una paz duradera en la zona”, se agrega. Mientras tanto, la Unicef aseguró en un comunicado que las escuelas deben ser un lugar de aprendizaje que no debería ser atacado por ningún motivo.

“Hacemos un llamado a todos los involucrados en el ataque del viernes para que respeten las escuelas y los derechos de todos los niños a aprender en un entorno seguro y protegido”, afirmó el representante de Unicef, Munir Safieldin.