El jefe de Gabinete de Brasil, Eliseu Padilha, se reunirá este lunes con representantes de las fuerzas armadas, del Ministerio de Justicia y de Cancillería para analizar un aumento del ingreso por la frontera norte, de venezolanos que buscan escapar de la crisis económica en su país.

Pese a que en números absolutos el fenómeno es aún incipiente, el flujo saltó de un solo pedido de refugio en 2010 a los 1.805 contabilizados este año, según datos del Ministerio de Justicia recolectados en el estado de Roraima.

Brasil, con los estados de Amazonas y Roraima, tiene una frontera común de 2.200 kilómetros con Venezuela.

Padilha abordará el asunto con el ministro de Justicia Alexandre de Morais, el jefe del Estado Mayor Conjunto, almirante Ademir Sobrinho y con el embajador Fernando Simas, interinamente a cargo de la Cancillería.

La semana pasada, el gobierno resolvió enviar una misión a Roraima, unos 2.500 kilómetros al norte de Brasilia, luego de intercambiar datos con la Policía Federal y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

En esa ocasión, el gobierno dijo que estaba «siguiendo con atención la situación migratoria en Roraima, donde hay un creciente número de venezolanos que solicitan asilo. La situación en Venezuela ha inducido a un aumento del movimiento migratorio. El asunto no se restringe al refugio, sino que está ligada a una ola migratoria de tipo económico».

La proximidad y las vías de acceso terrestre favorecen el tránsito de personas, muchas de las cuales solo llegan a Brasil «a buscar productos y luego vuelven», según el ministerio. Pero otros deciden permanecer y buscan empleos o realizan trabajos informales.

La concesión del estatus de refugiado por cuestiones económicas es altamente inusual, explicó a la AFP una fuente interiorizada con asuntos migratorios.