Un polémico proceso de redacción, propuestas que generaron temor, la debilitada popularidad del presidente izquierdista Gabriel Boric y el “voto silencioso” explican en buena medida el rechazo a la Constitución plebiscitada el domingo en Chile, según analistas.

El 61,9 % de los votantes se opuso a esta propuesta de Constitución, que reconocía nuevos derechos en salud, aborto, educación, pensiones y medioambiente y consagraba una “plurinacionalidad” indígena, para cambiar el texto vigente desde la dictadura de Augusto Pinochet. La propuesta fue apoyada solo por el 38,1 % de los 13 millones de votantes.

Ojo: este rechazo no quiere decir que Chile no quiera un cambio, que el apoyo a Pinochet haya revivido o que el proceso haya terminado. Chile todavía quiere un cambio, solo que no acepta la propuesta hecha por los constituyentes por una variedad de factores que a continuación le vamos a explicar.

1) El Chile que votó la nueva Constitución no es el mismo que apoyó el inicio del proceso

Las cosas empeoraron tanto para los chilenos como para todo el mundo. Una pandemia, una guerra y una inflación sin precedentes se interpusieron en el camino, lo que ha hecho que el pueblo chileno sea más cauteloso frente a la metamorfosis que quería. La ciudadanía reconoce que una victoria del Apruebo tendría un impacto inmediato el lunes en la bolsa de Chile. En pocas palabras: el proceso constituyente empezó cuando Chile tenía un nivel de crecimiento e inflación muy distinto al de hoy. Eso juega a favor del Rechazo.

Tras un crecimiento récord del 11,7 % en 2021, apoyado en los retiros anticipados de los fondos de pensiones y ayudas estatales para enfrentar la pandemia, la economía de Chile entró en una fase de desaceleración y alta inflación (13 % anual).

“Hay imprevistos que se han ido acumulando y que le han pegado muy fuerte al país. Chile hoy en día está con un nivel de inflación que se percibe en el día a día y lo siente todo el país. También está teniendo un crecimiento casi de cero. La proyección para 2023 es mala. Para toda una generación, de los 40 años para abajo, la situación que está viviendo el país es totalmente inédita. Eso hace cambiar la disposición de buena parte de la población para asumir más incertidumbre y en buena medida explica este giro conservador que está mostrando el país frente al proceso constituyente”, resaltó Marcelo Mella, politólogo de la Universidad de Santiago de Chile.

Así, la disposición de los chilenos para asumir el riesgo de un cambio institucional de gran envergadura ha cambiado en la medida en que también ha cambiado la realidad económica que vive el país y ahora mismo no hay resolución para lanzarse a más incertidumbre.

2) La redacción tuvo un proceso polémico

El texto fue escrito por una convención de 154 miembros que operó con mucha polémica desde su instalación en julio de 2021. La propia sesión inaugural fue interrumpida varias veces por protestas de los integrantes.

“Más que el resultado del texto en sí mismo, lo que la gente venía evaluando mal desde [hace] varias semanas era la manera en que se había desarrollado este proceso”, explicó a la AFP el analista de la Universidad Central, Marco Moreno, que describió “excesos” y “mala conducta de muchos convencionales”.

Acá jugaron un papel importante los medios: en pocas palabras, estos se enfocaron en el mensajero y no en el mensaje. Las noticias estuvieron plagadas de las polémicas de los constituyentes y poco se abordó en realidad el contenido y la importancia del documento redactado.

“El contenido del texto de alguna manera fue desplazado por todas las cajas de resonancia que generan las redes sociales y los medios de comunicación en particular. La televisión destacó ciertos eventos que han sido escandalosos. La opinión pública empezó a contaminar con esta percepción de negativismo respecto al trabajo de la Convención sin que se hubiera conocido ni un párrafo del texto definitivo. Por esto ya existía una percepción de que lo estaban haciendo mal. Los convencionales pecaron de ingenuos porque no fueron capaces de contrarrestar ese impacto de los medios, con opiniones un poco más moderadas y terminaron por inflar esta percepción de radicalismo”, dijo Mella.

3) Los contenidos de la propuesta de la nueva Constitución

El texto de 388 artículos fue considerado de vanguardia por varios analistas, pero advirtieron que contenía también propuestas que parte de la población consideró demasiado radicales y generaron temor, sobre todo en lo político.

“Existían ciertos contenidos dentro de la propuesta de texto constitucional que generaban resistencia de amplios sectores de la sociedad y aumentaba los niveles de temor e incertidumbre”, dijo Marcelo Mella, politólogo de la Universidad de Santiago.

¿Era realmente radical?

Para Mella, la lectura del texto nos dice que no es un documento radicalizado, aunque sí de uno que tiene poca gradualidad en su implementación y que tendría problemas en la arquitectura del Estado o que podría ser costoso de implementar, pero no una Constitución radical.

Si bien hay un catálogo de derechos que se establecen y que son valorados por gran parte del país, en la nueva arquitectura del Estado hay puntos críticos como el consentimiento indígena, que expertos como Mella consideran que pueden tener un poder de veto desmedido que podría paralizar futuras reformas y políticas públicas.

En cuanto al poder legislativo, el politólogo advierte que el texto concentra el poder en la Cámara de Diputadas y Diputados, rompiendo con la tradición bicameral de Chile y haciendo que la oposición prácticamente desaparezca.

Mella explica que el texto eliminaba el Senado y establecía en su lugar una Cámara de las Regiones para evaluar leyes “de acuerdo regional”.

Muchos vieron en esta medida el peligro de una pérdida del poder de veto de la oposición. Otras propuestas polémicas que contenía el texto fueron la “plurinacionalidad” indígena, el derecho al aborto y considerar el agua y la salud como derechos humanos, elementos que no están en la agenda del Chile más tradicional.

“Es muy ‘millenial’ una parte de la Constitución y esos valores ‘millenials’ no son la demanda de la parte más tradicional”, dijo por su parte la socióloga Marta Lagos.

4) Mala evaluación de Boric

Boric, que asumió el 11 de marzo, ha visto caer rápidamente a 38 % la evaluación de su gestión, el mismo porcentaje que obtuvo el “Apruebo”.

Con un gobierno muy activo y acusaciones por parte de la oposición de intervencionismo electoral, el resultado del plebiscito quedó ligado al desempeño del mandatario.

“Hay un voto castigo importante que hay que tener en cuenta”, dice Moreno.

Tras los resultados electorales, el mandatario afirmó que haría en los próximos días ajustes en su equipo de gobierno e invitó a la oposición a dialogar sobre cómo encauzar un nuevo proceso constitucional.

5) Espiral del silencio

Todos los sondeos daban por ganador al “Rechazo” pero ninguna anticipó la gran diferencia, atribuida por analistas a la llamada “espiral del silencio”, que se da cuando por miedo o recelo los votantes no dan a conocer su posición a los encuestadores.

En este caso, con voto obligatorio y la votación de más de 13 millones de votantes (sobre un padrón de 15 millones), se estima que las encuestas y los estudios de opinión no consideraron a unos tres millones de electores.

Ninguna encuesta ni estudio esperaba tampoco que se registrara tan alta participación, cercana al 80 %.

Votaron “prácticamente todos los que tenían que votar” y “eso no estaba en ningún análisis”, dice Moreno.

¿Y ahora qué sigue para Chile?

El presidente Boric se comprometió este domingo a dar continuidad al proceso constituyente con el Congreso y las fuerzas sociales, y a trabajar para darle celeridad a lo que viene.

La nueva hoja de ruta para la nueva Constitución chilena estaría en marzo de 2023, luego de una discusión sobre si se vuelve a plebiscitar y se pregunta a la población si está de acuerdo con la redacción de un nuevo texto y quién debería tener esta tarea. Hay quienes dicen que el plebiscito de 2020 ya es válido y lo que habría que resolver es la estructura del órgano constituyente. Se van a recoger buena parte del catálogo de los derechos de la Constitución que se vota el domingo, pero el debate estará en la organización del Estado y si esta gira a un sistema parlamentario o semipresidencial. Cualquiera que sea el cambio, dice Mella, debe ser pensado en una lógica de implementación gradual, no como ocurre con el texto actual.