El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este viernes que no asistirá el peróximo 20 de enero a la toma de posesión de su sucesor, el demócrata Joe Biden.

“A todos los que me han preguntado, no iré a la toma de posesión el 20 de enero”, dijo Trump en un lacónico tuit.

La inauguración presidencial es un momento histórico en EE. UU. cuando el nuevo mandatario jura lealtad a la Constitución. Es una de las imágenes más icónicas del día de la posesión. Ese día también se juramenta la nueva presidenta Kamala Harris.

La Carta Magna establece cómo debe ser parte de ese proceso, pero otros momentos de la ceremonia obedecen más a la tradición. El profesor de Relaciones Públicas de la U. de Barcelona explicaba en el periódico La Vanguardia, que “desde 1937 se aprobó que la toma de posesión será siempre el 20 de enero a las 12 del día para asegurarse de que no haya un tiempo de presidente en funciones”.

Con la negativa de Trump a asistir a la posesión muchos temen que también se rehúse a seguir otras tradiciones como permitir al presidente electo dormir en la Casa Blanca el día anterior a la posesión. “Ese día el presidente ya duerme en la Casa Blanca, pero lo hace en la residencia de visitantes. Suelen hacer eso porque en el mismo día de la toma de posesión hay un desayuno con el presidente saliente y también un servicio religioso que puede ser multiconfesional”, explica Panizo en La Vanguardia.

De esta forma, los dos presidentes se trasladan juntos al Capitolio, donde se realiza la ceremonia, ya que es donde están el Congreso y el Senado y, por lo tanto, donde están representados los cargos electos de los ciudadanos.” Este año no será así, según anunció Trump.

La juramentación del cargo y el discurso inaugural se hace en el frente oeste del Capitolio y después de otros actos, el nuevo mandatario se traslada hasta la Casa Blanca, donde es recibido por el presidente saliente y deja la imagen para la historia.

Aunque no es un requisito, el presidente del Tribunal Supremo generalmente es el que toma el juramento presidencial del cargo. Desde 1789, el juramento ha sido administrado en 58 inauguraciones públicas programadas, por 15 jueces principales, un juez asociado y un juez del estado de Nueva York, según reportan medios estadounidenses.

Todos estos actos lo que hacen es asegurar un traspaso tranquilo de poderes. Trump prometió que así sería, pero ya dijo que irá a la posesión.

Horas bajas de Trump

El mandatario, que vive sus horas más bajas tras la violenta toma del Capitolio por parte de sus seguidores, además enfrenta una ola de pedidos de renuncia y juicio político y una seguidilla de renuncias de funcionarios de su entorno.

Trump anunció hace unas horas, mediante un video publicado en su cuenta oficial de Twitter, que reconocía la derrota en las elecciones de noviembre y, además, condenó el ataque al Congreso; la primera condena en 24 horas a los sucesos del miércoles en Washington.

El mandatario fue blanco de duras críticas, no sólo por alentar a sus seguidores con teorías falsas de fraude, sino que no hizo nada para detener a la turba furiosa que se tomó el edificio del Congreso. Trump solo reaccionó tres horas después de la toma con un imprudente mensaje en el que le pedía a sus seguidores “irse a casa”, pero en el que insistía en el fraude electoral, como ha hecho desde noviembre, sin pruebas.

Trump también justificó la violencia en un tuit el miércoles, lo que llevó a que Twitter suspendiera durante 12 horas su cuenta, que el mandatario saliente no volvió a utilizar hasta que publicó el vídeo este jueves.

“El Congreso ha certificado el resultado (de las elecciones). Una nueva Administración llegará al poder el 20 de enero. Ahora me centraré en asegurar una transición de poder tranquila, ordenada y sin problemas”, afirmó el mandatario saliente en el video.

“Este momento llama a la sanación y a la reconciliación”, dijo Trump. Su mensaje llegó justo dos meses después de que los principales medios de comunicación informaran de la victoria del demócrata Joe Biden en las elecciones de noviembre, y tras una campaña sin precedentes para sembrar desconfianza en los resultados, que tachó de fraudulentos sin aportar pruebas.

El presidente saliente llamó a “restaurar la calma”, pero luego defendió su cruzada contra el resultado de las elecciones que ha inflamado las tensiones en el país: “Mi único objetivo era asegurar la integridad del voto, estaba luchando para defender la democracia estadounidense”.

“A todos mis maravillosos seguidores: sé que están decepcionados, pero también quiero que sepan que nuestro increíble viaje no ha hecho más que comenzar”, concluyó.

Hoy el presidente está aislado en la Casa Blanca mientras crecen los pedidos de destitución y las voces de los republicanos, que hasta hace poco estaban de su lado, criticando su conducta.

Uno de ellos es uno de sus principales aliados en el Congreso, el senador Lindsey Graham, quien lamentó que los logros de Trump en estos cuatro años se hayan visto ensombrecidos por lo ocurrido el miércoles.

El asalto al Capitolio “será una parte importante de su Presidencia. Es una herida autoinflingida. Fue ir demasiado lejos”, opinó Graham.

Por su parte, el gobernador republicano de Maryland, Larry Hogan, fue más contundente y aseguró que Trump debería ser destituido.

“Creo que no hay duda de que EE. UU. estaría mejor si el presidente dimitiera o fuera destituido del cargo, y si Mike Pence, el vicepresidente de EE.UU., dirigiera una transición pacífica del poder durante los próximos 13 días hasta que el presidente Biden jure”, resaltó.

En paralelo, las investigaciones sobre los sucesos en el Capitolio avanzan y este jueves el fiscal general de EE. UU. en funciones, Michael Sherwin, no descartó que Trump pueda ser procesado.