Un juez en Estados Unidos emitió este lunes una orden que impide a Penguin Random House, la editorial más grande del país, adquirir a su rival Simon & Schuster, alegando que la fusión violaba las leyes antimonopolio. El negocio, que ascendía a un valor de 2.200 millones de dólares y fue presentado en noviembre de 2020, podría haber cambiado el panorama literario en el país.

¿Por qué era un caso tan polémico?

Penguin Random House es una editorial titánica —la más grande de EE. UU.— que pertenece al gigante alemán de los medios Bertelsmann. En noviembre de 2020, Penguin llegó a un acuerdo para adquirir a su rival, Simon & Schuster por US$ 2.128 millones. Juntas pertenecen al grupo bautizado como las “Cinco Grandes” de la industria de los libros en el país. Su fusión, en pocas palabras, significaría que ya no habría “Cinco Grandes”, sino “una muy grande y otras tres”, como apuntó un analista de la industria citado por The New York Times.

En primer lugar, y donde entran los escritores, hay que entender que estas dos editoriales compiten para comprar manuscritos de autores, ofreciendo como adelanto grandes sumas de dinero y otros beneficios, así como contratos favorables para los escritores. Si no hay competencia, sino que solo hay una gran editorial ofreciendo los contratos, los autores podrían percibir una menor remuneración fijada bajo los términos que quiera Penguin.

Por otro lado, con la fusión, la editorial sería mucho más poderosa y tendría una mayor influencia sobre Amazon, el mayor vendedor de libros en el país. Acá es donde entran los autores, pero también los lectores. Amazon domina la forma en la que la ciudadanía se encuentra con los títulos de libros, pues presenta los que le generan más ingresos a la empresa. Un autor cuyos libros no se venden mucho no será promocionado. Si Bertelsmann hubiera aumentado su poder, podría obligar a Amazon a vender los libros con sus términos. Esto incluye precios y promociones de títulos. Los autores se verían obligados a aceptar los términos del competidor más grande, mientras que los lectores verían una variedad de libros más corta.

La compañía produciría un porcentaje desproporcionado de los libros más vendidos en la industria, y sin duda apostaría mucho más por los títulos de autores de renombre o de figuras públicas, como los de los Obama, que por autores independientes. Así, terminaría perjudicando a la competencia al reducir los anticipos pagados a los autores y disminuir la producción, la creatividad y la diversidad de la industria.

“Su argumento para proteger al mercado de la monopolización de Amazon es monopolizar el mercado”, le dijo el director ejecutivo del Open Markets Institute, Barry Lynn, a The New York Times.

Como describe Lynn: Penguin se justificaba diciendo que este negocio se producía para enfrentar el monopolio de Amazon, pero de fondo estaba enfrentando el problema de un monopolio con la creación de otro. Es por eso que el gobierno estaba sobre el caso: consideraba que empuja los límites de los esfuerzos antimonopolio del país.

En agosto, la justicia estadounidense decidió presentar una demanda con la que no solo enfrentaría el oligopolio que estaba creando Penguin, sino que ponía a prueba su capacidad para montar más casos antimonopolio que aborden los efectos de la concentración corporativa.

¿Qué dijo el gobierno?

La justicia estadounidense encontró, en efecto, que la unión de las dos compañías“habría reducido la competencia, disminuido la compensación a los autores, empequeñecido la amplitud, profundidad y diversidad de nuestras historias e ideas y, en últimas, empobrecido nuestra democracia”, escribió el fiscal general asistente de la División Antimonopolio del Departamento de Justicia, Jonathan Kanter, en un comunicado.

La jueza Florence Pan, quien emitió el fallo, argumentó que los fiscales lograron probar que la fusión afectaría negativamente a la competencia en el mercado por los derechos de publicación de los libros con más ventas anticipadas, por lo que los autores percibirían una menor remuneración y habría menos libros en el mercado y menor variedad para los lectores.

El caso contra las editoriales se une a una serie de investigaciones antimonopolio iniciadas por el Gobierno de Biden, de la mano también de la Comisión Federal de Mercado de Estados Unidos, contra las grandes compañías tecnológicas como Meta —matriz de Facebook— y Google. La decisión contra Penguin da un importante espaldarazo así a los intentos de la administración Biden por combatir los monopolios, que ahora va por más.

Aunque es una noticia positiva, hay quienes consideran que el daño ya está hecho. Para el profesor de derecho de la Universidad Estatal de Cleveland, Chris Sagers, la industria del libro ya está pagando menos a los autores, aunque les cobra de más a los lectores.