Interrogantes sobre la seguridad de la Eurocopa en Francia vuelven a plantearse a tres semanas de la competición tras constarse fallas en el dispositivo organizado el sábado para un partido en el Estadio de Francia, que fue uno de los blancos de los atentados del 13 de noviembre en París. Pese a una barrera de dos metros y un triple filtro de control, el dispositivo de seguridad no resistió a la presión de los hinchas del Marsella y del París Saint-Germain, que disputaban la final de la Copa de Francia.

Las «disfunciones constatadas» el sábado serán corregidas «sin tardanza», aseguró el lunes el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, al terminar una reunión convocada urgentemente con los representantes de la Federación Francesa de Fútbol (FFF) y del Euro-2016 SAS, organizador de la Eurocopa (10 de junio al 10 de julio).

Cerca de 80.000 espectadores de los dos equipos rivales, cuyas hinchadas tienen la reputación de duras, asistieron a esa final. Era la situación ideal para poner a prueba la eficacia del dispositivo de seguridad excepcional desplegado en el Estadio de Francia con vistas a la Eurocopa (10 de junio-10 de julio), seis meses después de los atentados del 13 de noviembre en París.

Lamentablemente, los botes de humo y los principios de incendio en las tribunas, en las que se encontraron también cascos de moto, botellas de vidrio y tubos de plástico, revelaron fallas en ese dispositivo.

Además, se registraron acciones violentas que dieron lugar a unas 30 detenciones y a una «utilización desmesurada de gases lacrimógenos» al salir los espectadores, según un responsable de seguridad que pidió el anonimato.

El «sistema cedió en un cierto número de puntos, a los que vamos a aportar soluciones», admitió el lunes Philippe Galli, prefecto del departamento de la periferia de París en el que se encuentra el Estadio de Francia.

«Debimos hacer frente a un agrupamiento masivo en una de las puertas de entrada», lo que provocó un movimiento de multitud que sobrepasó a las fuerzas del orden, explicó Galli.

Otros problemas aparecieron en el registro de los espectadores, que «no se hizo sistemáticamente y no de la misma manera en todos lados», y en la introducción de objetos por los hinchas pasándolos por encima del muro circundante.

Esas fallas contradicen los objetivos afirmados: «Nadie entra al estadio sin ser registrado de pies a cabeza», aseguró el prefecto antes del partido, al presentar este dispositivo alrededor del estadio en el que tuvo lugar uno de los ataques de noviembre.

Esa confianza se basaba en medidas drásticas y sin precedentes: una barrera de dos metros de altura con cuatro entradas controladas por las fuerzas del orden, y tras ella dos filtros suplementarios con control de las entradas y registro de las personas por agentes de firmas privadas.

«Cuello de botella»

Bernard Cazeneuve prometió «garantizar la fluidez de la entrada de los espectadores en los recintos deportivos», a que «los controles de seguridad hechos por sociedades privadas sean fiables», y a «garantizar la seguridad a la salida de los partidos». No obstante, el ministro estimó que el partido del sábado no tenía «valor de test» para la Eurocopa, para la cual el dispositivo será más fuerte.

Y corresponderá a la UEFA, responsable de la seguridad dentro del estadio durante la competición, proponer un dispositivo «adaptado», señalaron fuentes del despacho del ministro.

El blanco principal de las críticas son los embotellamientos creados el sábado en las cuatro entradas, verdaderos «cuellos de botella», según el diputado del departamento Jean-Christophe Lagarde, que pidió el lunes que se «revise absoluta y totalmente» el dispositivo de seguridad.

«Comprendo que se quiera evitar que haya gente que entre con armas, pero cuando se produjeron los atentados nadie entró con armas ni con bombas. Al crear esos cuellos de botella, se aglutina a miles de personas, y si hay una bomba humana en una de esas cuatro puertas de entrada, hay que imaginar el pánico», argumentó el diputado.

Siete partidos de la Eurocopa-2016 serán disputados en el Estadio de Francia, incluyendo el de apertura, que opondrá el 10 de junio a Francia con Rumania, y la gran final del 10 de julio.

Otra cuestión candente es la seguridad de las ‘fans-zones’ que acogerán a siete millones de visitantes en las diez ciudades en las que se disputará la Eurocopa. La de París, en la explanada del Campo de Marte, frente a la torre Eiffel, podrá recibir hasta 92.000 personas.

«Salvo amenaza particular serán mantenidas», afirmó el primer ministro Manuel Valls. «Necesitamos vivir, de lo contrario se impone el miedo» y el miedo «es la victoria de los terroristas», dijo.