Desde que nació en 2015, Ruba es un niño que no conoce otra cosa más que la guerra. Sus padres son de la ciudad de Zabid, una de las más pobres de Yemen, donde el acceso a agua potable es nimio y es muy probable que su familia salga desplazada producto del conflicto interno. Además, según pronósticos de Unicef, tiene cinco veces más probabilidades que sufra de cólera y su malnutrición continua le impedirá un crecimiento normal.

Yemen es el peor lugar para nacer del mundo, dice el informe reciente de Unicef sobre la tragedia humanitaria de los niños en esta nación llamado “Born into war. 1000 days of lost childhood”.

Según el reporte, cerca de cinco niños al día han sido asesinados o han sufrido algúna herida producto de la guerra desde marzo de 2015.

Los mil días de este escalamiento bélico, según la investigación de la organización, han dejado cerca de 1.8 millones de niños malnutridos y más de 400 mil sufren de desnutrición aguda severa y en consecuencia tienen un estancamiento en su desarrollo normal

La guerra ha degenerado tanto las condiciones de vida los niños yemeníes que cerca de 2.9 millones de estos infantes son desplazados y son parte del 70% de los menores que viven en condiciones de pobreza.

En total, dice Unicef, 16 millones de infantes necesitan ayuda humanitaria.

Los niños menores de 5 años son los más vulnerables a la guerra. Son los más propensos a sufrir de graves heridas y traumas psicológicos que los marquen de por vida: daños a nivel cognitivo social y emocional.

La economía del país está devastada y la pobreza en una acelerado crecimiento. Dos quintas partes de la población viven en la condiciones precarias, cerca de unos 11 millones de personas, 4 millones más que en 2014. A causa de esto, muchas familias han tenido que tomar medidas extremas para sobrevivir. Muchos padres incluso envían a sus hijos a los campos de batalla, otros se han visto obligados a mendigar o a trabajar por comida.

La Unicef asegura que el 72% de las niñas se casan antes de los 18 años, lo que muchas veces produce un fuerte trauma en ellas a nivel físico y psicológico, además de truncar sus posibilidades de tener un empleo o educarse.

El sistema educativo es otro damnificado de la guerra. Cerca de 2 millones de niños (un cuarto de la población escolar en Yemen) se han retirado de la escuela entre 2016 y 2017. Y al menos 4.5 millones de estudiantes están en riesgo de perder su año escolar (78% de niños en 13 gobernaciones), consecuencia de un año sin que los maestros hayan recibido salario.

A esto se suma casi 429 escuelas destruidas en todo el país por la guerra, y otras más que han sido ocupadas por fuerzas armadas, asegura la Unicef.

El reporte de la organización finaliza exhortando a que se busque de inmediato una solución política pacífica que ponga fin a la violencia interna. Además, le recuerda al gobierno yemení sus obligaciones internacionales que incluye la protección de los niños en tiempo de conflicto, además de proveerles de sustento y condiciones adecuadas para que reciban asistencia y evitar el colapso total de las servicios básicos de salud, educación y agua potable.

Unicef asegura haber destinado 312 millones de dólares este 2018 para asistir a los niños en esta catastrófica crisis humanitaria.