El proyecto promulgado por Obama lo autoriza a elevar el techo de la deuda -actualmente en unos 14,3 billones de dólares-, otros 2,4 billones de dólares aproximadamente, que serían suficientes para financiar las obligaciones del estado al menos hasta finales del 2012.


Asimismo, plantea recortes al gasto por 2.4 billones de dólares a lo largo de los próximos 10 años. El plan se ejecutaría en dos fases.
En la primera, el techo de la deuda se amplía de manera automática por unos 400.000 millones de dólares, con lo que cubren los gastos del Estado hasta finales de septiembre.
El Congreso tendrá la oportunidad de votar en contra de un segundo aumento por 500.000 millones que se realizaría a finales del mes entrante. En caso de ser rechazado por el legislativo, Obama lo vetaría, lo cual garantiza que EE. UU. no incumplirá con sus pagos.
La fórmula escogida, si bien soluciona el problema inmediato, deja casada una pelea que seguramente se extenderá todo el año y posiblemente el entrante, que es de elecciones.
Muchos demócratas están furiosos, pues se recortó al gasto sin eliminar deducciones al gasto para los más ricos o establecer nuevos impuestos. Y defenderán a muerte posibles recortes de programas con corte social, como el MediCare (salud) o el seguro social.
Los republicanos, por su lado, no aceptan nuevas deducciones al gasto militar, ni incremento de impuestos o eliminación de deducciones, loo cual deja el plato servido para una gran pelea en el segundo semestre de este año, cuando se integre la Comisión que debe decidir por dónde se le arrancan otros 1,5 billones de dólares al gasto.
El público, por su parte, ha comenzado a reaccionar con ira ante las batallas de los políticos en Washington.
Un nuevo sondeo dice que el 77 por ciento de los estadounidenses cree que los legisladores y funcionarios públicos se han comportado como “niños malcriados” a lo largo de esta crisis.
Una mayoría, el 52 por ciento, se mostró en contra del acuerdo alcanzado y, en parte, castigaron a los republicanos, mientras que un 68 por ciento sostuvo rechazar las acciones de este partido en el debate sobre la deuda, frente a un 63 por ciento de los demócratas y un 53 por ciento del presidente. 
Prueba fehaciente del malestar es que solo el 14 por ciento se siente a gusto con el actual Congreso (la cifra más baja en la historia).
A Obama tampoco le va bien en la encuesta. Su índice de popularidad sigue en un bajo 45 por ciento y más de la mitad de los demócratas cree que les otorgó mucho a los republicanos durante las negociaciones.
Obama pide aprobación de los TLC pendientes
El presidente Barack Obama le pidió al Congreso de su país aprobar los Tratados de Libre Comercio pendientes con Colombia, Corea del Sur y Panamá tan pronto el legislativo regrese en septiembre del receso de verano que se inicia este viernes.
Según Obama, no hay razón para que el Congreso no saque adelante esta y otras medidas que ayudarían a la economía estadounidense.
El presidente enumeró una serie de proyectos a los que aún no se les da trámite en el legislativo, entre ellos los TLC, que son vitales para la recuperación económica de EE. UU.
En principio, los tres TLC debían ser aprobados antes del receso de agosto, pero se atravesó en el camino el debate por el techo de la deuda que consumió todo el oxígeno político en Washington.
Así mismo, hubo desacuerdos frente a un programa de asistencia a los trabajadores conocido como TAA, al que se oponían los republicanos, pero que la Casa Blanca exigía como precondición para enviar los tratados al Congreso.
Hace dos semanas, y antes de que estallara la crisis por el tema de la deuda, había un principio de acuerdo para aprobar primero el TAA, y luego enviar los TLC.
Hay incertidumbre, no obstante, pues en septiembre los legisladores estarán más enfocados en las campañas políticas de cara a las presidenciales y legislativas de noviembre del 2012.
Y aunque el acuerdo para elevar el techo de la deuda despejó un poco el camino también hay temor de que el tema regrese dado los términos del mismo.
El acuerdo, por ejemplo, prevé la creación de una Comisión bipartidista que debe identificar hasta 1.5 billones de dólares en nuevos recortes al gasto que tendrían que ser aprobados antes de finales de año
Dada la insistencia republicana en no elevar impuestos o eliminar deducciones y la demócrata en preservar programas domésticos como el Seguro Social y el Medicare, se espera una nueva e intensa batalla partidista que podría afectar los chances de los TLC.