Como todos los años, desde 1946, varias personas desafiaron el frío y la lluvia para zambullirse en picado desde un céntrico puente que atraviesa el río Tíber en Roma.

«Este es mi trigésimo salto», dijo Maurizio Palmulli, un histórico de estos baños invernales para recibir el nuevo año, antes de lanzarse a las aguas con un simple traje de baño.

«En los tiempos que corren, este año queremos dedicar nuestro salto a todas las familias con dificultades, no solamente en Roma, sino también en toda Italia y el mundo entero», añadió este cincuentón con el cuerpo tatuado, antes de realizar un salto desde 20 metros de altura.

Otro histórico como él, Simone Carabella, confirmó que el agua era «glacial».