Washington. – Los padres necesitan hablar con sus hijos adolescentes sobre los peligros de tomar Ritalin, Adderall y otros medicamentos controlados, indica un nuevo estudio que reveló tendencias desalentadoras sobre los menores y el consumo de fármacos en Estados Unidos.
Cuando a los adolescentes se les preguntó sobre la última plática que sostuvieron con sus padres sobre el abuso en el consumo de estupefacientes, sólo el 14% de ellos dicen haber hablado sobre el abuso de un medicamento controlado, de acuerdo con el reporte dado a conocer el martes por la organización The Partnership en la página de internet Drugfree.org.
«Para los padres, realmente se reduce a no usar el poder que tienen porque no creen que este sea un problema inmediato, una cosa de su propio hogar o su propio vecindario», dijo Steve Pasierb, presidente de la organización sin fines de lucro. «Ellos creen que esto es probablemente más seguro, no tan malo como las drogas ilegales en las calles».
En comparación, la mayoría de los adolescentes —el 81%— dijo haber hablado con sus padres sobre los riesgos del consumo de marihuana. Casi el mismo porcentaje dijo haber hablado con sus padres sobre el consumo de alcohol. Casi un tercio de ellos dijo que ha hablado con su familia sobre el crack y la cocaína.
Algunos padres no creen que exista un riesgo importante en el abuso de medicamentos controlados entre adolescentes.
Uno de cada seis padres de familia dijo que consumir medicamentos controlados para drogarse resulta mucho más seguro que usar sustancias ilegales que se consiguen en las calles, de acuerdo con el sondeo. Casi un tercio de los padres encuestados dijo que medicamentos para el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) como Ritalin o Adderall, pueden mejorar el desempeño académico de sus hijos aun cuando el adolescente no sufre del TDAH.
Para Tracey y Jeff Gerl, de Cypress, Texas, el problema de abuso de fármacos de su hijo fue una sorpresa.
«Simplemente no lo sabíamos», dijo Jeff. El y su esposa sostuvieron la plática de que «las drogas son malas» con su hijo, Nick y creyeron que había captado el mensaje. Ambos llamaban a los padres de los amigos de Nick con los que él les decía que pasaría la noche, a fin de asegurarse de que un adulto estaría con ellos en la casa. Trataron de conocer a sus amigos. Pese a sus intentos, Nick empezó a fumar marihuana a los 12 años.
En una entrevista con The Associated Press, Nick dijo que él y sus amigos solían registrar los gabinetes de medicamentos de sus padres en busca de cualquier cosa que pudieran consumir (codeína, Xanax, Ritalin). Algunos chicos, de acuerdo con Nick, organizaban «fiestas de píldoras», en las que los adolescentes vaciaban en un enorme tazón todos los medicamentos que habían robado de casa, los mezclaban para luego tomar algunos sin saber exactamente qué estaban ingiriendo.
Para los 14 años, los padres de Nick sabían que algo no estaba bien. Un día antes de que Nick cumpliera 15 años, lo enviaron a un centro de rehabilitación en Houston, donde durante siete meses y medio formó parte de un programa de tratamiento contra el abuso de estupefacientes. No fue fácil para ningún miembro de la familia, compuesta por Nick, sus dos hermanos menores y sus padres. Nick trató de escapar dos veces, pero terminó el programa y ahora ha estado sobrio por un año.
Uno de cuatro adolescentes en el estudio dijo haber consumido inadecuadamente o abusado de un medicamento controlado al menos una vez en su vida.
El estudio fue patrocinado por la Fundación MetLife. Los investigadores entrevistaron a 3.884 adolescentes que cursaban del 9no al 12vo grados con cuestionarios anónimos que los jóvenes respondieron afuera de sus escuelas entre febrero y junio de 2012. La muestra tiene un margen de error de más/menos 2,1 puntos porcentuales.
Para los adultos, la muestra fue de 817 individuos y el sondeo se realizó de agosto a octubre de 2012. Su margen de error es de más/menos 3,4 puntos porcentuales.