Una nueva tragedia de tráfico golpeó Egipto ayer por la mañana. Un microbús escolar que transportaba unos 60 niños de entre 4 y 6 años fue arrollado por un tren cuando cruzaba una vía en la provincia de Asiut, a unos 400 kilómetros al sur de El Cairo.

Al cierre de esta nota el número de víctimas ascendía ya a 50, la gran mayoría menores, y se cuentan también 18 heridos.

El ministro de Transportes egipcio, Mohamed Rashad al-Metini, asumió la responsabilidad de la catástrofe, y presentó su dimisión al presidente Morsi, que la aceptó.

Un alto cargo de seguridad en Asiut dijo que dos mujeres y un hombre, que probablemente conducía el autobús, también murieron, agregó.

Las carreteras y líneas férreas de Egipto tienen malas estadísticas de seguridad y los egipcios se han quejado desde hace mucho tiempo de que los distintos gobiernos no han conseguido mejorar los estándares básicos de seguridad, lo que ha provocado una serie de accidentes mortales.

Fuentes de la policía informaron al periódico Masry al-ium que un trabajador de la compañía ferroviaria egipcia ha sido arrestado por no haber bajado la barrera del paso a nivel, lo que permitió el paso a las vías del autobús y provocó el trágico choque.

Mohamed Samir, médico en el hospital de Asiut donde fueron trasladados los heridos, dijo que los cadáveres de muchos de los fallecidos estaban muy mutilados, lo que indica la fuerza del choque.

La respuesta de las autoridades fue muy tardía, lo que provocó que tuvieran que ser los familiares de las víctimas quienes sacaran sus restos mortales del amasijo de hierros en el que se convirtió el vehículo.

Libros, mochilas y calcetines de niños estaban esparcidos en las vías cerca del autobús destrozado.