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La alimentación, algo que debería ser planeado teniendo en cuenta su importancia, es una de las cosas que más se hacen al azar. Y en ese afán por simplemente llenarse, alimentarse pero de manera inconsciente o comer porque hay que comer, se cometen errores que arruinan la figura y la salud.

A veces se peca por exceso o por defecto, por ignorancia, por no tomarse el tiempo necesario, por gula, por descuido, porque no hay más y hasta por gusto.

Pero nunca es tarde para recomenzar o hacer un cambio. Le damos suficientes razones para hacerlo.

Estos son los diez pecados que usted debe evitar cometer:

Exagerar en los líquidos

Cuando se sobrehidrata el cuerpo, se alteran las funciones metabólicas. Es más, si se consumen muy cerca de las comidas hacen que se diluyan los jugos gástricos necesarios para la digestión, con lo que este proceso se vuelve lento.

No tomar agua

El agua es necesaria para todos los procesos metabólicos del organismo. Por ejemplo, para transportar los nutrientes hasta las células y garantizar su aprovechamiento. De hecho, se requiere un centímetro cúbico de agua por cada caloría ingerida.

Una de las consecuencias de la baja ingesta de agua son los problemas digestivos como el estreñimiento.

No desayunar

Es la principal causa de trastornos del apetito y del peso. Esto debido a que cuando el cuerpo no recibe alimento al despertar, los niveles de azúcar que en condiciones normales deben oscilar entre 70 y 110 miligramos por decilitro se alteran. Y como con la actividad los niveles siguen disminuyendo, se puede producir una hipoglicemia. En estas condiciones la persona termina comiendo porciones exageradas al almuerzo y la comida.

Repetir porción

Cuando la persona está satisfecha y come de más, como si nada le proporcionara saciedad, puede terminar doblar el aporte de calorías recomendado, que está entre 1500 y 2100 al día para un adulto. Y como la mayoría de los que tienen este hábito son sedentarios, terminarán acumulando esos excesos, con sus consiguientes efectos en el peso corporal. Aún tratándose de comida saludable no conviene tener esta costumbre, que sin duda se hará notar en la figura y en la salud.

Picar todo el tiempo

Impacta el metabolismo, lo que conduce a que todas las funciones del cuerpo se alteren. Lo ideal es que, de acuerdo con las actividades de cada persona, se ingieran alimentos cada tres horas, pero en porciones moderadas. Esto quiere decir, tres comidas principales y dos refrigerios.

Lo peor es que como parte de este hábito, también se peca consumiendo productos de panadería o de paquete, gaseosas o bebidas azucaradas, con alto índice glicémico, en lugar de ingerir alimentos ricos en fibra como las frutas o integrales como cereales y galletas.

Suspender todas las grasas

Obsesionarse con no consumir grasas es un error. Porque todas las no son nocivas, solo las saturadas. Además, el organismo requiere entre un 20% y 30% de aporte de grasas para poder cumplir sus funciones neurológicas.

Involucre entonces grasas saludables como las presentes en el aguacate o el aceite de oliva.

Adicionar siempre aderezos

Hay personas que incluso sin haber probado la comida ya le están añadiendo salsa de tomate, mayonesa, mostaza o cualquier tipo de aderezo. Este hábito no solo lleva a aumentar el aporte calórico, al ser salsas ricas en azúcar y grasas saturadas, sino que con el tiempo generan irritación en el sistema digestivo, principalmente en el colon. También son fuente de toxicidad, puesto que se trata de alimentos ricos en colorantes y conservantes.

Cuidarse solo del azúcar refinado

Tomarse el jugo o el café sin azúcar no hará ningún efecto si se exagera en el consumo de postres, dulces, chocolates y productos industrializados, que descontrolan mucho más los niveles de glicemia.

Abusar del licor

La mayoría de personas toma en cuenta lo que come, pero no lo que toma, desconociendo que cada gramo de alcohol equivale a 7 calorías por gramo. A esto se suma que, por lo general cuando se ingiere alguna bebida alcohólica, se consumen alimentos ricos en grasas saturadas.

Entre ellos, quesos, embutidos, productos de paquete, alitas de pollo, hamburguesas, empanadas o chuletas. Esto sin contar que muchos le adicionan al licor bebidas azucaradas como jugos de naranja industrializados o gaseosas.

Tomar sopas

Este es un verdadero pecado puesto que las sopas no aportan ningún nutriente y por el contrario, engordan. Esto debido a que son ricas en carbohidratos y a que sus ingredientes son sometidos a altas temperaturas durante mucho tiempo, con lo que las verduras, por ejemplo, pierden su valor nutritivo.

Una buena opción para aquellos que les gusta consumir algo caliente como los caldos es reemplazarlos por cremas, que por su contenido de leche y pocos minutos de cocción sí pueden aportar nutrientes a la dieta.

Recuerde que para que las verduras aporten todo su valor nutritivo deben consumirse crudas, en preparaciones como las ensaladas, o como máximo salteadas durante 15 minutos.

Lo mismo aplica para las frutas, que si las somete a cocción terminan convertidas en conservas.

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