A siete meses para los comicios en que se jugará su tercera reelección, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ya ha dado por comenzada “la batalla definitiva” al esgrimir un discurso exaltado y con tono marcial, en el que no ha escatimado en descalificaciones a la oposición y a su contrincante, informó hoye l portal paraguayo abc.py.

Pese a que el país suramericano se sume este viernes en el descanso del carnaval, un paréntesis que prácticamente paraliza el país, Chávez no va a descansar en los próximos días. Se va  “a tomar unas horas”  para reunirse con sus colaboradores.

El objetivo, según reconoció este viernes ante su base partidaria, es organizar y  “presentar pronto”  un  “gran comando de campaña”  para encarar las elecciones presidenciales del 7 de octubre, en las que se enfrentará a Henrique Capriles, ungido como líder de la oposición el pasado día 12.

“Todo hay que planificarlo, nada hay que dejarlo a la improvisación”, afirmó frente a miles de militantes del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela  (PSUV) y buena parte de su cúpula directiva.

Chávez eligió ayer el acto de graduación de la primera promoción de médicos integrales y este viernes la reunión del partido para bosquejar su estrategia y dejar esbozos de lo que se viene.

“Estos siete meses van a ser duros, una gran confrontación ha comenzado de nuevo, ideológica, ética, política, una gran jugada está poniendo en marcha el imperialismo norteamericano y la burguesía venezolana y van a jugar en todos los terrenos”, aseveró en el bautismo de la confrontación electoral.

Tras el encumbramiento de Capriles -abogado de 39 años y gobernador del céntrico estado de Miranda- como candidato opositor, Chávez le ha dicho de todo.

Le ha llamado candidato del imperialismo, del capitalismo, de los yanquis, de los apátridas; ha afirmado que es un  “majunche”   (poca cosa), un oligarca disfrazado, un burgués y hasta un mentiroso y un cochino, pero no se ha referido a él ni una sola vez por el nombre.

La propuesta política de Capriles tampoco se salva de los dardos del presidente, que ve en su discurso moderado, favorable a la inversión social y contrario al enfrentamiento, un intento de  “disfrazarse”.